Columna del Senador Universitario José Miguel Piquer

"Transparencia: ¿A qué le teme la Universidad de Chile?"

"Transparencia: ¿A qué le teme la U. de Chile?", por J. M. Piquer
Senador Universitario José Miguel Piquer
Senador Universitario José Miguel Piquer

 

Cuando se mantiene un discurso fuerte de defensa del sistema estatal, público y con un financiamiento basal cercano al 50%, resulta difícil oponerse a la transparencia, y probablemente por eso la Universidad de Chile abandonó esa batalla y prefirió aceptar su derrota. Pero, ¿por qué la Universidad no quiere ser transparente? ¿Qué tiene que ocultar? ¿Existen funcionarios lucrando en su interior? ¿Hay gente robando?

El problema de fondo es muy antiguo: la Universidad de Chile tiene dos almas opuestas y que conviven dificultosamente en su interior desde hace 30 años: por una parte mantiene un espíritu público (pluralista, laica, meritocrática, servicio país) y por otra tiene un eficiente espíritu de mercado (autofinanciada, competitiva, vendedora de servicios). La mayoría de las veces, al igual que en los pacientes psiquiátricos con personalidades múltiples, estas almas viven ignorándose, como si la otra no existiera. Eso permite hacer discursos inflamados sobre gratuidad, acceso e igualdad, al mismo tiempo que año a año reajustar los aranceles un 10%, ¡para poder financiar el reajuste del sector público!

Estas dos almas existen y han sido tremendamente exitosas. Probablemente ambas son las responsables de que la Universidad de Chile esté viva y siga siendo la mejor universidad del país, a pesar de haber sido condenada a muerte en 1981. Algunos ejemplos de sus éxitos: la Universidad está a punto de terminar de pagar su deuda bancaria histórica, es el líder indiscutido en investigación y centros de excelencia, y sigue atrayendo a los mejores estudiantes de pregrado a sus carreras. Pero, al mismo tiempo, a nadie se le impide asistir a clases o ser evaluado por no estar al día en sus pagos. Recién para recibir el título profesional se exige una documentación de la deuda en forma más seria. Cuando ingresan alumnos becados por el arancel de referencia, no se les cobra la diferencia con el arancel real. Un difícil equilibrio entre financiarse sin traicionar la misión pública que nos vio nacer.

Muchas veces, las autoridades deben enfrentar decisiones difíciles, porque ellas son las únicas personas conscientes de las dos almas al mismo tiempo. Un poco como el director de un hospital que contaba que no le quedó más que renunciar cuando tuvo que decidir si comprar anestesia u oxígeno, porque el presupuesto no alcanzaba para los dos. El problema es que renunciar no es opción: nuestras autoridades siempre han sentido que su principal misión es salvar a la Universidad de Chile, a como dé lugar.

Yo creo que la transparencia nos asusta porque nos mostrará descarnadamente las contradicciones de nuestras dos almas. Descubriremos que, para sobrevivir, hemos tenido que ser eficientes y competitivos. Y eso implica ser crueles e injustos. Descubriremos que la distribución de los sueldos en la Universidad es igual de injusta que la del país: o sea, tremendamente injusta. Descubriremos que el Hospital Clínico funciona como una clínica privada, mientras parece hospital público. Descubriremos que hasta la Facultad más humanista y pura vende cursos de diplomado y postítulo a valor de mercado.

Nuestra alma pública se indignará por lo injustos y desiguales que somos. Nuestra alma de mercado se espantará de los subsidios cruzados que existen desde facultades eficientes hacia áreas inútiles y subversivas. En definitiva, creo que tenemos miedo de enfrentar la realidad, de aceptar a nuestras dos almas e integrarlas en una visión coherente de lo que es hoy la Universidad de Chile.

La visión pesimista es que, como siempre, nos toca sufrir lo peor de los dos mundos: competir por la supervivencia como los privados, mientras debemos cumplir con todas las restricciones de los públicos, incluida la transparencia de toda nuestra operación, mientras nuestros competidores reciben los mismos apoyos estatales que nosotros y no requieren cumplir con ninguna restricción. Pero, siendo más optimistas, resulta que la causa de la enfermedad psiquiátrica de las personalidades múltiples es un trauma pasado que no se logra enfrentar. Y la cura pasa por más o menos el mismo proceso al que nos fuerza la transparencia: integrar las diversas personalidades en un todo coherente. Tal vez este proceso nos permita sanar y aceptar nuestra realidad. Lo que no nos mata, nos hace más fuertes.