Dra. Isabel Piper y su último libro

"Nos encontramos con micro espacios de memoria y estoy segura que vimos la punta del iceberg"

Isabel Piper: "Nos encontramos con micro espacios de memoria"
Portada del Libro  "Recuerdo y Espacio: archipiélagos de memoria en Santiago de Chile"
Portada del Libro "Recuerdo y Espacio: archipiélagos de memoria en Santiago de Chile"
Memorial de las mujeres
Memorial de las mujeres
Algunos sitios de memoria catastrados en el libro
Algunos sitios de memoria catastrados en el libro
Ricard Vinyes, Isabel Piper, Evelyn Hevia y Gabriel Salazar durante el lanzamiento del libro en el Museo de la Memoria
Ricard Vinyes, Isabel Piper, Evelyn Hevia y Gabriel Salazar durante el lanzamiento del libro en el Museo de la Memoria
Dra. Isabel Piper, académica del Dpto. de Psicología de la Universidad de Chile.
Dra. Isabel Piper, académica del Dpto. de Psicología de la Universidad de Chile.

El año 2007, Isabel Piper- académica de la Universidad de Chile- inició un proyecto Fondecyt sobre las relaciones entre agrupaciones de derechos humanos y lugares de memoria, en donde junto a un equipo de investigadores del Departamento de Psicología catastraron los lugares de memoria de Santiago durante dos años. En el transcurso de la investigación se encontraron con una serie de espacios en donde la memoria se instalaba a través de diversos formatos, muchos de ellos anónimos y en lugares desconocidos por los catastros oficiales pero si reconocidos por la comunidad y por las organizaciones ciudadanas.

Murales, animitas, placas conmemorativas y micro espacios de memoria se encontraron en estos recorridos los que fueron retratados en el libro "Recuerdo y Espacio: archipiélagos de memoria en Santiago de Chile", escrito por Isabel Piper y Evelyn Hevia. El libro presenta una diversidad de sitios que las investigadoras registraron en dos años, a través de un relato gráfico y textual que explica las procedencias de dichos lugares de memoria, los que fueron ordenados según el tipo de sujeto que contribuyen a construir, dando cuenta de memorias fragmentadas - y muchas de ellas anónimas- que existen en la capital.

Estamos frente a archipiélagos de memoria ¿Cuáles son las conexiones que hay entre estas islas o lugares que ustedes encontraron durante la investigación?

Una de las cosas que vemos es que las organizaciones funcionan como conectoras. Son ellas las que se encuentran en esos lugares de memoria y se articulan, así como los sujetos que participan de las conmemoraciones quienes también van conectando los lugares. Sin embargo, también lo podríamos decir al revés: que los lugares operan como conectores de las agrupaciones y los visitantes van conectando los lugares. Los textos, los relatos y las estéticas también son conectores. Nos ocurrió que a veces íbamos por calles buscando los lugares sin tener las direcciones exactas, pero aparecía un mural de la Ramona Parra y sabíamos que por ahí era ..

Estos memoriales no son hechos desde el Estado sino que están principalmente realizados por las propias organizaciones de derechos humanos..

Exacto, y existe un fuerte movimiento por parte de las agrupaciones por recuperar los lugares de memoria. De hecho la palabra recuperación dice mucho porque solo se puede recuperar lo que ha sido de uno ¿Qué es lo que hace que los sitios de memoria sean de ellos? Las agrupaciones consideran que los sitios de detención y tortura son sus lugares legítimos porque ahí estuvo o pasó su gente y hay una presencia especial para ellos en esos sitios. En el fondo existe una conexión con el familiar muerto o desaparecido que sigue ahí, porque ese fue el último lugar donde se supo que estuvo. Eso es algo distinto a lo que pasa en Argentina, por ejemplo, donde el Estado debe intervenir por esos espacios, algo que en Chile no ocurre. Acá hay una contraposición grande entre el Estado y las organizaciones, las que dialogan cuando las organizaciones de derechos humanos construyen un lugar de memoria o recuperan un sitio y lo declaran monumento histórico. Ahí necesitan recurrir al Estado porque es el administrador y el dueño de los sitios.

¿Entonces el principal diálogo que hay entre las organizaciones de derechos humanos y el Estado es -principalmente- administrativo?

Y político. Si una organización de derechos humanos quiere poner la palabra "monumento" a un sitio de memoria es muy complicado ya que son los Estados quienes deciden qué se va a recordar a través de los monumentos. En cambio la Ley de Monumentos Nacionales es distinta cuando se trata de memoriales, placas recordatorios o monolito porque ahí es la ciudadanía la que puede solicitarlo. Entonces, las organizaciones generan una vinculación con el Estado para solicitar la autorización para la construcción de un determinado lugar y después la gestión administrativa la ven con el alcalde de turno del lugar.

Durante el lanzamiento del libro, el historiador Gabriel Salazar destacó que un valor del texto era la recuperación de esa memoria de la calle..

Yo creo que eso es lo que vimos y es lo rico de este libro, porque hay otras publicaciones sobre el tema pero muestran los lugares más emblemáticos como Villa Grimaldi, Londres 38 y el memorial del Cementerio General. Nosotras nos encontramos con lugares de memoria locales y construidos por las organizaciones ciudadanas y los movimientos de derechos humanos, como un mural que se constituyó en un lugar de encuentro, como una animita que es de una pobladora muerta y que terminó siendo un lugar de peregrinación o una plaza que se transformó en un lugar de protesta. Nos encontramos con micro espacios de memoria y estoy segura que vimos la punta del iceberg, yo creo que hay mucho más. La investigación que permitió la generación de este libro era sobre las relaciones entre lugares de memoria y organizaciones, entonces, lo que hicimos fue tomar los catastros oficiales, limpiarlos y genera un nuevo catastro con los datos encontramos en cada terreno. Pero sucedió que cuando íbamos a ver los lugares identificados por los datos oficiales nos encontramos con que habían muchos sitios que ya no existían o lugares que no estaban en los catastros. Y desde ahí armamos nuestra base de datos, sabiendo que los lugares son muy dinámicos. Estoy segura que si se ocupara una metodología de "peinar" zonales, nos encontraríamos con muchos más lugares.

Ustedes además en el libro recuperan esas memorias anónimas que por sus dimensiones no están catastradas por el Estado.

Exacto. Nos encontramos, por ejemplo, que existía el día del niño combatiente, dato que no teníamos y que lo descubrirnos a través de fotos y murales que aludían al niño combatiente. Preguntándole a los vecinos nos dimos cuenta que efectivamente existía esa conmemoración, que son realidades conocidas localmente, pero desconocidas en otros entornos.

¿Cómo resolvieron la categorización de los espacios de memoria que presentan en el libro?

Nosotras nos hicimos una pregunta analítica que es qué tipo de sujeto contribuyen a construir los lugares, y en función de esa pregunta elegimos los sitios. Hicimos dos clasificaciones generales: elegimos los sujetos individualizados que eran Miguel Enríquez, Víctor Jara y Salvador Allende y los sujetos colectivos que eran las mujeres, compañeros, los jóvenes militantes asesinados en jornadas de protesta y los detenidos desaparecidos y ejecutados políticos.

Respecto a la importancia de sacar estas investigaciones y sus resultados a lugares extra académicos. ¿Cómo fue esa decisión de publicar los resultados que emanaron de la investigación pero en otro formato?

Nosotras entregamos nuestros resultados a Fondecyt, hicimos y seguimos haciendo presentaciones en congresos, mandamos artículos a revistas científicas, es decir, hicimos lo que hay que hacer con las investigaciones. Pero además realizamos una asamblea de devolución de resultados a las agrupaciones de derechos humanos, en donde les regalamos un cuaderno de trabajo con algunos resultados y con la base de datos. Lo que nos quedaba era hacer la investigación más visible y que circulara de una manera general, llevándolo a otros públicos más allá de las revistas científicas. A nosotros nos evalúan por la cantidad de publicaciones en revistas científicas, pero esas revistas tienen poca llegada sobre todo a la gente que a nos interesa que nos lean que son la ciudadanía, las agrupaciones, la gente que se topa y convive con estos lugares de memoria. Por eso la idea fue sacar un libro, escrito en un lenguaje lo menos académico posible con fotos, amigable, atractivo, que se pueda mirar y que sirva de referente de locaciones nuevas, como una guía con antecedentes de uso del lugar y con información sobre las organizaciones.