'El cuerpo como máquina' libro publicado por Ceibo Ediciones y el Núcleo de Sociología del Cuerpo y las Emociones

N. Fuster: 'Hay un 'impulso higienista' que repercute hasta el día hoy en las prácticas ciudadanas'

Lanzamiento libro 'El cuerpo como máquina': medicalización del obrero
Prof. María Emilia Tijoux, Dr. Nicolás Fuster y sociólogo Hugo Sir durante lanzamiento del libro 'El cuerpo como máquina'
Prof. María Emilia Tijoux, Dr. Nicolás Fuster y sociólogo Hugo Sir durante lanzamiento del libro 'El cuerpo como máquina'
Libro cuerpo como máquina

El libro "El cuerpo como máquina", resultado de una investigación doctoral realizada en la Universidad de Deusto, que se introduce de modo original en el estudio de archivos y materiales médicos producidos a inicios del siglo XX en Chile. En sintonía con la escritura de Michel Foucault, este trabajo de investigación realiza una genealogía para encontrar cómo la medicina chilena se relaciona con el poder y la política en su labor de higienizar los cuerpos, tal como lo hiciera M. Foucault en textos como Vigilar y Castigar o Los anormales.

Hojas sanitarias dedicadas al control de piojos, entre otras epidemias, se articulan como distintas fuentes de discursos de medicalización de una población principalmente obrera que buscaba ser controlada por las elites ilustradas chilenas. La relación entre disciplinamiento social, medicina y sujetos obreros es parte de una búsqueda que realiza Nicolás Fuster, Magíster en Comunicación Política de la U. de Chile, en su libro titulado "El cuerpo como máquina".

Mano de obra medicalizada

A partir de la lectura del texto y en su rol de coordinadora del Núcleo de Investigación de Sociología del Cuerpo y las Emociones la Prof. María Emilia Tijoux resaltó cómo la medicina y sus discursos de higiene social sirven como dispositivos de control de la peligrosidad social de algunos cuerpos. Durante su presentación del libro resaltó cómo queda demostrado que la medicina se constituye en un objeto de estudio posible y necesario para las ciencias sociales.

Durante el lanzamiento del libro realizado en la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, la Prof. María Emilia Tijoux también reconoció como hasta nuestros días los discursos de la medicalización cooperan en la desestructuración de los lazos sociales y el reconocimiento de las desigualdades. "Sufrir en el trabajo es un nuevo modo de abordar el trabajo para dejar fuera las posibilidades de comprensión de un fenómeno de clases y de luchas, reduciéndose su explicación sólo en el individuo y en su incapacidad de administrar lo que le ocurre cuando trabaja explotado. El individuo resuelve si puede y si no puede, lo hacen los especialistas", afirmó la investigadora del proyecto Fondecyt titulado "Inmigrantes 'negros' en Chile".

Finalmente agregó que Nicolás Fuster ofrece un punto de vista "distinto para abordar la constitución del proletariado chileno: una medicina fraguada para la fuerza de trabajo. Una propuesta novedosa para ingresar en la máquina médica al servicio del poder. Para ello debe entrar en los lugares claves donde se educa al mundo trabajador y al cuerpo del obrero, como la familia que aprende y repite socializando".

El libro de Nicolás Fuster inaugura la colección Sociedad de Ceibo ediciones, "es la mirada desde afuera respecto de lo que somos hoy y cómo llegamos a ser lo que somos. Es otro punto de vista de una situación concreta que nos ha convertido en lo que somos hoy: engranajes", afirmó el director de Ceibo Ediciones, Dauno Tótoro, quien celebró el lanzamiento de este texto sobre investigación científico social en torno al cuerpo, en una editorial que publicó recientemente El despertar de los cuervos que recoge testimonios sobre el centro de torturas Tejas Verdes durante la dictadura militar.

El asenso social de la medicina

Por su parte, durante su presentación el sociólogo Hugo Sir, coordinador de Línea Salud, Cuerpo y Política del Núcleo de Investigación del Cuerpo y las Emociones del Depto. de Sociología de la U. de Chile, se detuvo en atender que la posición de autoridad actual de la disciplina médica dista bastante de la devaluación social que sufría la medicina a finales del siglo XIX, tanto en su acatamiento como en su reconocimiento,  pues la población privilegiaba saberes locales.

"Este asenso social de la medicina configurado a lo largo del siglo XIX no es producto de una evolución de la ciencia en sí misma, sino de una articulación de una serie de procesos, que se reflejarán en las intervenciones del espacio urbano y en las habitaciones obreras entrando el siglo XX", señaló el licenciado en sociología de la Universidad Alberto Hurtado y actualmente © magister en sociología de la Universidad de Chile, para luego agregar que la introducción de un saber médico en Chile depende "de la vinculación entre las clases dominantes, las elites médicas y los nuevos requerimientos de gobierno dada la inserción capitalista del país que requiere de trabajadores sanos y crecientemente productivos".

La intervención médica funcionó para la demarcación social, un control epideomológico de los sectores pobres. Según Hugo Sir, y desde un estudio sociológico del cuerpo, la medicina funcionó como una "cruzada civilizatoria" que intentaba controlar la masa pobre y enferma, que se desbordaba de sus fronteras geográficas, para proteger una elite.

Otro modo de abordar al sujeto popular

El autor del libro, Dr. Nicolás Fuster, intervino celebrando la labor y existencia del Núcleo de Sociología del Cuerpo y las Emociones que acoge la reflexión crítica sobre una sociología cada vez más necesaria. El autor señaló que uno de sus objetivos fue discutir la idea salazariana de "sujeto popular", ofreciendo un modo distinto de comprender los movimientos sociales desde la perspectiva del libro "El cuerpo como máquina".

"A partir de la medicalización de la sociedad se impone un modelo de vida ético ligado a los modos de producción de la propia vida, lo que en definitiva incidirá en la producción de un modo de vida identitario, obrero, proletario que posibilita la imposición de un modelo de gubernamentalización de la sociedad", afirmó Nicolás Fuster.

Para Fuster en los discursos médicos que investigó se construye a un "otro" obrero que ingresa de un modo definido en la narrativa objetivante y cientificista del discurso médico. "Hay un "impulso higienista" que repercute hasta el día hoy en las prácticas ciudadanas y que  acarrea una idea de cuerpos puros. La identidad obrera aparece ahora en una relación de opuestos con los indígenas".

Nicolás Fuster finalizó su presentación con parte de la conclusión de su investigación:  "Podríamos pensar la identidad como tecnología política, es decir desde las fuerzas a la que invoca los marcos en que se impone y expone los procesos de identificación. Identidad que no puede pensarse fuera de los límites impuestos por la racionalidad, que ejerce un esfuerzo de exclusión y de eliminación de las diferencias. El tema no es la definición en sí, sino como ocurre dicha definición".