Encuentro con Doctorado en Ciencias Sociales de la U. de Chile

Lo que no dejan ver las cárceles: Conversatorio con Megan Comfort sobre las familias y las políticas de encarcelamiento

Lo que no dejan ver las cárceles: Conversatorio con Megan Comfort
Las áreas de trabajo de Megan Comfort incluyen las temáticas de familia y cárcel, riesgos y prevención del VIH, y las desigualdades en salud que enfrentan las poblaciones urbanas pobres.
Las áreas de trabajo de Megan Comfort incluyen las temáticas de familia y cárcel, riesgos y prevención del VIH, y las desigualdades en salud que enfrentan las poblaciones urbanas pobres.
Dra. Megan Comfort junto a Tamara González Ham, socióloga de la Universidad Alberto Hurtado e integrante del Núcleo de Sociología del Cuerpo y las Emociones.
Dra. Megan Comfort junto a Tamara González Ham, socióloga de la Universidad Alberto Hurtado e integrante del Núcleo de Sociología del Cuerpo y las Emociones.
Académica Coordinadora del Doctorado en Ciencias Sociales, Prof. María Emilia Tijoux
Académica Coordinadora del Doctorado en Ciencias Sociales, Prof. María Emilia Tijoux
Cárcel de Punta Peuco (Chile)
Cárcel de Punta Peuco (Chile)

Un diálogo bilingüe con estudiantes y académicos de ciencias sociales en torno a la situación social de encarcelamiento se realizó con la académica Megan Comfort en la Facultad de Ciencias de la U. de Chile. La autora del libro "Doing Time Together: Love and Family in the Shadow of the Prison" (University of Chicago Press, 2008) visitó FACSO y presentó las situaciones problemáticas de las prisiones a través de una investigación basada en entrevistas a esposas, madres y parientes de presos de cárceles de California. La académica norteamericana planteó su tesis sobre cómo las cárceles destruyen la vida de las familias de los reos en California.

La estadounidense resaltó cómo países como los Estados Unidos realizan un alto gasto presupuestario en cárceles, invirtiendo grandes sumas de dinero en salud y alimentación para presos, lo que genera que muchos reos y sus familias consideren una mejor alternativa vivir en las cárceles, en vez de habitar en sus poblaciones más vulnerables. De este modo, las cárceles parecen un "buen lugar" para vivir a salvo de delitos, drogas y/o asesinatos. Asimismo, el gasto en cárceles genera una ausencia de políticas que protejan la vida de vagabundos o personas viviendo en situación de calle.

"Existe una absoluta ausencia de un servicio de asistencia social a las familias de los presos", afirmó la investigadora Megan Comfort para denunciar los efectos nocivos de una política pública más enfocada en fomentar el encarcelamiento que el cuidado de la calidad de vida. "¿Por qué el encarcelamiento es bien visto por la población estadounidense? Bueno, porque es donde el dinero está invirtiéndose", señaló la académica en su paso por la Universidad de Chile en el contexto de la visita de Loïc Wacquant.

Para Megan Comfort el exceso de políticas pro-encarcelamiento genera un gran daño en las vidas de las familias de los presos. Por ejemplo, bajo esta óptica no se comprende el alto gasto en la "guerra contra las drogas" que invierte capital para "encarcelar y castigar a gente por el consumo de drogas, mientras la venta de drogas continúa sin problemas". Este tipo de políticas domina completamente la cantidad de dinero entregado "en vez de gestionar terapias familiares o tratamientos de drogas, elevando la situación de pobreza y vulnerabilidad que afecta a los grupos sociales que no tendrán las posibilidades de realizarse un tratamientos contra las drogas". Por otra parte, se denunció la dificultad que tienen los presos norteamericanos de ingresar en el sistema laboral, ya que las leyes amparan la discriminación a personas que estuvieron encarceladas, a diferencia de la prohibición de discriminar por razón de religión, sexo o raza.

La desigualdad de las cárceles en Chile

Por su parte, en el conversatorio "Cuando la cárcel destruye: conversando con Megan Comfort"  la Coordinadora del Doctorado en Ciencias Sociales, Prof. María Emilia Tijoux, realizó una fuerte crítica al sistema carcelario nacional donde la principal razón de encarcelamiento lo constituyen los delitos en contra de la propiedad de la privada herencia de un sistema neoliberal impuesto por la dictadura. A partir del reciente traslado de violadores de derechos humanos desde una cárcel de lujo a una cárcel de "menos lujo", la socióloga y académica de la U. de Chile se refirió a las desiguales condiciones entre los presos "comunes" y los presos violadores de derechos humanos. A estos últimos se les otorga la posibilidad de "una atención con salud especial, muebles cómodos, prácticas de deportes de lujos, comidas que son antes probadas por sus cercanos, paseos, entre muchos otros privilegios", sentenció María Emilia Tijoux en diálogo con Megan Comfort.

La realidad carcelaria de Chile deja ver que en este país se presenta la mayor tasa de presos en Latinoamérica por cada cien mil habitantes "lo que muestra la miseria del hacinamiento y el olvido total de quienes están encerrados. A partir del año 2008 hubo un explosivo aumento de la población penal que alcanza el 75 por ciento según cifras oficiales. Castigo brutal del Estado, que invita a pensar en estos castigados", afirmó la académica del Doctorado de Ciencias Sociales e investigadora Fondecyt.

1924 personas estaban presas en una cárcel que fue construida para 780 personas privadas de libertad. Se trata de la Cárcel de San Miguel, recinto que por su sobre población y hacinamiento excesivo fue escenario de una de las tragedias más dolorosas en las cárceles de Chile. Un incendió que el año 2010 terminó con 81 vidas de jóvenes de 21 años de edad promedio, encarcelados principalmente por algún tipo de robo. Este fue el suceso que Tamara González Ham, socióloga de la Universidad Alberto Hurtado e integrante del Núcleo de Sociología del Cuerpo y las Emociones, explicó a la académica Megan Comfort, a partir de una investigación basada en los relatos de los familiares de las víctimas.

El estigma de la pobreza es una de las cargas que más afecta la vida de las familias de los presos que murieron calcinados, quienes aún no consiguen justicia y quienes generan  "la identificación de una justicia para ricos y para pobres". Estas familias "desconfían de la justicia que depende del capital que se posea, desconfían de los tribunales que recién 2 años después del incendio comenzaron un juicio, desconfían de los fiscales que ganan millones, desconfían de los peritos y que el carbón que les entregaron corresponda al cuerpo de sus familiares", relató Tamara González