IV.3.4 ¿Una carga para el Estado? (La Época, Diciembre de 1996)

"La discusión sobre financiamiento universitario adquiere, a veces, ribetes estoicos. Como profesor de la Universidad de Chile me afecta el ser "acusado " de creer que el contribuyente chileno tiene una obligación conmigo, en orden a que éste tendría que financiarme a cualquier evento. Dicho sea de paso, no es la actitud en comento una de tipo excepcional en un país en que hasta el sector privado ha sido atraído por la "demoníaca tentación" de sentir que el Estado debe asumir el compromiso de mantener toda actividad en pie; socializar las pérdidas y privatizar las ganancias no es algo extraño en un país con fuertes tradiciones estatistas. Pero no es éste el caso de la mayoría de los profesores de la Universidad de Chile. Dicha "acusación" constituye más bien una ofensa.

Lo que las universidades estatales exigen son reglas del juego claras. Al recibir una universidad estatal (o "privada") subsidios directos, es preciso saber los destinos específicos que ellos tienen, las tareas que se están financiando, y con qué determinadas metas de ejecución. En una universidad verdadera se lleva a cabo docencia, investigación, extensión y creación artística; no se trata solamente de docencia en las aulas, sino de un espectro mucho más complejo. La cuestión reside en determinar si el aporte estatal financia o no adecuadamente las actividades fuera de la docencia. Si no es así, o si el Estado no está conforme con los logros efectuados en tales áreas, la pregunta es ¿cuáles son las políticas correctivas? Si, por el contrario, no se desea financiar tales actividades, la pregunta es ¿que hará el Estado con ellas en forma alternativa? El tema, por lo tanto, es ¿qué debemos dejar de hacer?; ¿Qué políticas alternativas habrían para financiar actividades de investigación y creación artística?

Una universidad con verdadera investigación y arte no teme a que la forma de provisión de los recursos se base en una mayor competencia, originada en instancias superiores. Cuestión distinta es no desear el desarrollo de tales actividades, en el supuesto de que una universidad sea sólo una entidad de instrucción. Aspiramos a que tales tareas se financien en forma adecuada y transparente, no a constituir una mera carga para el Estado.

Los profesores de la Universidad de Chile no aspiramos a financiamiento ilimitado. Requerimos reglas claras y saber cuales son, en definitiva, nuestras obligaciones con el Estado. Deseamos una mejor gestión de nuestros recursos, lo que también supone eliminar ataduras administrativas que impiden competir. Queremos que se deje de acusarnos de "burócratas", contradictoriamente plenos de distinciones académicas logradas en competencia. Aspiramos a que, entre tantos "acusadores'', se rebelen aquellos que estudiaron gratis en nuestras aulas, dando así cuenta del retorno percibido y del apoyo que hoy en día merece el Alma Mater ".

 

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