IV.4.7 Las reglas del juego y les reflexión (La Época, Septiembre de 1997)

"Las universidades públicas se han ubicado crecientemente en dos ámbitos preferenciales. Por una parte, en el de la docencia y formación profesional, sin lugar a dudas uno de los terrenos prioritarios en términos de los objetivos de país. Por otra parte, en el. de la provisión de servicios, venta de actividades sobre la base de extensión o investigación aplicada. Ambas actividades generan tina proporción creciente de los recursos presupuestarios, y por ello adquieren carácter de objetivo prioritario.

Por ejemplo, en el caso de la Universidad de Chile, este último ítem constituye alrededor de un tercio de su presupuesto total, mientras que un poco más está constituido por los aranceles asociados a la docencia. Aparte de estos dos ámbitos, pero en un plano progresivamente inferior, se ubica la investigación de base, aquélla que sirve propósitos generales y no se vincula a la venta de servicios o al uso directo en la docencia. Este tipo de investigación es financiada parcialmente por fondos consursables; los públicos no dejan sino un ínfimo porcentaje en las entidades universitarias, y constituyen una forma adicional de vender "servicios ", esta vez en beneficio indirecto del presupuesto.

La sociedad precisa instituciones que estén pensando en forma trascendente sus problemas y opciones. Las universidades deben cumplir ese rol en forma ineludible; los debates éticos y las necesidades de desarrollo del conocimiento son parte de la demanda que la sociedad espera se satisfaga a partir de su aporte financiero directo. En estos días, por ejemplo, se han estado debatiendo temas de gran importancia para nuestra organización social, tales como divorcio y reproducción asistida. Y habrán otros que requerirán reflexiones de gran profundidad, puesto que las opciones levantarán complejas preguntas sobre sus efectos en el devenir social de largo plazo. Temas como el diseño del sistema educacional, las políticas sobre equidad, el conocimiento tecnológico que demandará la expansión económica de comienzos del próximo siglo, el desarrollo del arte y las humanidades, estarán a la espera de una reflexión independiente.

Pero la opinión de nuestras universidades no se hace presente, o se escucha lejana y débil. Las instituciones públicas están mucho más preocupadas de obtener un financiamiento por la vía de "vender" sus servicios, y por replicarse y demarcar una fuerte competencia entre ellas por los mismos recursos del Estado. Han sido, incapaces de proveer una línea reflexiva que aporte y marque la diferencia entre instituciones formativas e instituciones universitarias, un concepto este último más profundo y significativo. La sociedad chilena precisa un pronunciamiento sobre este déficit crucial; ello envuelve a la política de Estado y sus reglas específicas -aún indefinidas y ciertamente contradictorias- y a las estrategias organizativas y de tareas que deben diseñar las propias instituciones universitarias en respuesta a las necesidades de la sociedad en que están inmersas".

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