IV.6.6 Defensa de la tolerancia (La Época, Junio de 1997)

"Los recientes acontecimientos en la Universidad de Chile ponen de relieve la necesidad de un diálogo basado en la tolerancia. Por encima de las diferencias y de los plintos de vista sobre los reales problemas que aquejan a la Corporación, flota en el ambiente una confrontación.

¿Es que efectivamente no queremos escucharnos?; ¿Es verdad que no ha existido disposición al diálogo? Una larga agenda de problemas y preguntas ha surgido del debate de estos días, para abordarlos existe una institucionalidad que debe ser la base de una solución basada en el diálogo y en las ideas.

No debe olvidarse que la diversidad, el pluralismo y la tolerancia son elementos propios del quehacer universitario. No pueden perderse como en un pasado reciente; y deben asumirlos nuestros jóvenes, educados en una cultura y un medio algo distintos.

Los enemigos de la Universidad de Chile disfrutan con los acontecimientos de estos días. Nuestra discusión pública está dejando heridas y ampliando diferencias, en vez de proteger a la institución y de acercar posiciones. Pero hay muchos que desean verla destruida, y se solazan en estas tendencias.

Es sabido que el debate de los primeros años del próximo siglo tendrá que ver con la ética y las libertades; para muchos, una institución como la Universidad de Chile es peligrosa: alto nivel académico, enemiga de la intolerancia, abierta a la diversidad y a la libertad de ideas y principios.

Por ello, se convierte en un escollo para aquellos que desde la política o la religión aspiran a imponer sus puntos de vistas, a restringir la verdadera libertad del hombre.

Favorecerlos es una opción posible, pero hacerlo en nombre de la Universidad constituye una gran deslealtad., hay que darse cuenta hoy día. No cuando sea demasiado tarde.

Solucionar los problemas de hoy no está totalmente en las manos de las autoridades universitarias; hay normativas y políticas de Estado que no existen y resultan indispensables. Nuevas bases para el diálogo con el Estado resultan imprescindibles. Pero aquellos problemas que sí pueden solucionarse, incluyendo la necesidad de mejores esquemas de gestión, requieren de una dosis de tolerancia, que unifique, no que divida, y que proporcione respeto a todos en el debate interno.

Sólo esta actitud podrá preservar la tolerancia que precisarán los debates que mañana enfrentará nuestra sociedad. Este principio significa que nadie puede ser excluido debido a sus particulares plintos de vista.

En nuestra comunidad no sobra nadie; nos debemos respeto y tenemos que escucharnos sin argumentar que, por principios de algún tipo, se deba censurar los más importante de una universidad: las ideas libremente manifestadas".

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