¿El arte de denunciar?

Santiago, 15 de Octubre de 2003

Siempre se ha dicho que la política constituye "el arte de gobernar", reflejando la capacidad para postular y defender ideas que atañen al bien común. En la práctica chilena, parece ser más bien que la política se ha concebido como "el arte de denunciar", puesto que el empeño se pone en forma reiterada en las denuncias sobre distintos aconteceres de la vida nacional. El incentivo está en los destacados titulares que se logran con denuncias de distinto peso, y que posteriormente son acogidas por una prensa con gran propensión a la publicación de chismes y especulaciones, que generan gran venta en un público ávido de contenidos superficiales.

La política llega así a validar lo que, por otra parte, dice combatir con firmeza: la mediocridad de la información disponible, el escaso alcance de los medios de comunicación, la escasa cultura que reina en nuestro medio, y la división diaria que se logra crear entre los chilenos con el abuso publicitario. Esta tendencia se hace cada vez más cruda, como lo puso de relieve una diputada con una denuncia de gran calibre contra algunos de sus colegas parlamentarios, pero que no ha podido sustentarse posteriormente. Y son muchas las escenas a las cuales ya estamos acostumbrados en que, como una manifestación de su tarea contralora, algunos parlamentarios anuncian juicios y atacan a instituciones y personas, no perdiendo la oportunidad para aparecer en cada oportunidad posible en defensa de alguna causa con impacto medial y popular. Con posterioridad son pocas las posibilidades de que las personas o instituciones víctimas de juicios o denuncias apresuradas puedan lograr un cabal reconocimiento de su inocencia. Hecha la denuncia, se designa a un culpable y el juicio público se practica en forma ejecutiva y terriblemente drástica. Como ocurre con los propios parlamentarios en esta ocasión, se asumirá más tarde que algo debió haber de efectivo en la denuncia, pero que seguramente se produjo alguna maniobra para ocultarlo del escrutinio público. Como en el caso de la mentira pura y simple, también la denuncia irresponsable "algo deja", con una secuela dolorosa para un país que escribe su historia actual en medio de grandes sospechas sobre todo. Ojalá el tiempo de nuestros parlamentarios se dedique con efectividad a hacer buenas leyes para que nuestra sociedad funcione mejor en progreso, antes que emplearlo en una actividad que poco aporta al bien común que la política debe perseguir.

Compartir:
https://uchile.cl/u5643
Copiar