"Tomas" ineficaces

Santiago, 30 de julio de 2003

El uso de instrumentos de presión es enteramente válido en el curso de cualquier conflicto. Ubicados en el contexto de las normas legales, la paralización de actividades y la manifestación continua del conflicto son elementos tradicionales en el desarrollo de éstos. Su estudio ha preocupado a muchos para poder modelar conductas y predecir resultados. Sin embargo, en los días actuales, el conflicto muchas veces se inicia con una etapa avanzada del mismo. Es así como la "toma" de instalaciones se ha convertido en un instrumento de uso común, para no sólo permitir una enunciación pública del conflicto, sino también para evitar que todos tengan la posibilidad de manifestarse, especialmente aquellos que están contra el conflicto o que pueden ser victimas inocentes del mismo. La "toma" de instalaciones universitarias se ha hecho una cuestión común en los conflictos que afectan a las universidades; del mismo modo se hace, auque con menos frecuencia, con instalaciones productivas y de servicios, con lo cual se involucra a muchos más que los directamente afectados, especialmente demandantes y usuarios. En los últimos días nos hemos informado de una "toma" del local de un partido político, como muestra de desacuerdo respecto de ciertas acciones internas. La "toma" ha llegado, pues, a ser casi como un objetivo per se, y se ha llegado a validar como es el caso de tomas de terrenos que traslucen una demanda por soluciones al problema habitacional.

Demás está decir que al usar el arma de la "toma" se vulnera el derecho de todos, especialmente a la propiedad y al acceso de los servicios o producción. Pero más grave que eso, se vulnera la libertad de expresión, el derecho a disentir, puesto que la "toma" es una medida de fuerza que impone la visión de los autores, usualmente no explícitamente apoyados para ello por sus representados. Más aún, el uso asiduo y generalizado de las "tomas" como arma de presión, especialmente cuando se emplea al despertar de un conflicto casi como el acompañante inevitable de un inicio de negociaciones, desprestigia y hace perder fuerza al instrumento en sí.

La "toma" se hará insostenible porque después de eso ya no habrá qué negociar, y porque el apoyo a la misma irá decayendo por parte de los mismos representados en la misma medida en que no se aprecie avance ninguno. Por ello, la toma es ineficaz, especialmente cuando se emplea en ausencia de negociación. Por ello también no es dable validarla, sometiendo los acuerdos a su presión o acción explícita.

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