La Fuerza Contra las Ideas

Santiago, 08 enero de 2003

Las medidas de presión extremas han ido desprestigiándose y reducido progresivamente su eventual efectividad. En el pasado, "tomas" y "huelgas de hambre" constituían un hito en procesos y conflictos, una medida sobre la cual intercedía un árbitro para mediar y encontrar una solución que las partes no habrían consensuado. Hoy en día , se promueven como armas de uso común, y más que nada como operaciones mediales; se ha pasado así de la problemática real, a la estrategia comunicacional, la que tiende también a reemplazar lo que en el lenguaje de los años sesenta constituía una "política de masas". Las "tomas" pasan poco a poco a ser instrumentos de uso común, pero que pierden progresivamente su trascendencia y credibilidad; en los años sesenta la "toma" de una instalación universitaria era el reflejo de un planteamiento y de un debate que había transcurrido en forma abierta y convincente. Constituía así un reflejo de la inconformidad con el sistema, con la organización y con el hecho de no resolverse puntos en disputa largamente debatidos. En ese sentido, las acciones de fuerza representaban a muchos, quienes se habían posesionado del debate de ideas y recurrían - una vez ganados los apoyos en el camino - a la acción extrema para llevar el tema a decisión final. Hoy día los conflictos parten por la fuerza, se concentran por lo mismo en grupos minoritarios cuyo apoyo va decayendo en forma sistemática puesto que no hay respaldo real a planteamientos que no se han debatido suficientemente.

El signo de nuestros días es la ausencia de ideas y de propuestas que puedan efectivamente constituir material para debate y decisiones. Eso se tiende a reemplazar por la fuerza y las políticas mediáticas, pero no hay sustitución posible a aquello otro que es lo que permitiría ganar un cierto apoyo efectivo. La opinión pública se acostumbra a ver estos signos de debilidad como una noticia más, que generalmente pasa desapercibida. Los grupos que encabezan estas acciones quedan reducidos a lo que son: proponentes y practicantes de medias de fuerza que se contraponen, precisamente, con la búsqueda de debate. En ese sentido, tales acciones constituyen una expresiva demostración de la fuerza operando contra las ideas; se trata de una vuelta a un pasado de violencia que la ciudadanía rechaza permanentemente.

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