Un Camino Sin Retorno

Santiago, 23 de octubre de 2002

Graves acusaciones de corrupción en la forma de pagos por "favores" otorgados desde servicios del Estado. Argumentos sobre "vendettas" que las originarían, debido a anteriores denuncias sobre cuantiosas indemnizaciones otorgadas en forma indebida por empresas públicas. Un empresario que reconoce que ha hecho pagos ilícitos como una cierta cosa normal en el desempeño de su negocio. Parlamentarios acusados de mal uso de los franqueos postales, y directivos de empresas públicas no dispuestos a revelar sus remuneraciones. Un General de aviación acusado de ocultar información, induciendo una grave crisis a su institución y destruyendo la credibilidad de la Mesa de Diálogo. Un sacerdote acusado de abusos deshonestos, que siguieron a denuncias graves que aparentemente no fueron debidamente atendidas por la Iglesia. Por todas partes, en todas formas, desde todos los sectores y ámbitos de la vida nacional emanan actos ilícitos que constituyen una burla hacia el resto de la ciudadanía. Nuestra sociedad esconde problemas valóricos de enorme proporción, especialmente cuando el afán de riqueza rápidamente obtenida y el creerse por encima de la ley, parecen dominar cada vez más fuertemente nuestro quehacer. Si no se dan pasos decididos para escarmentar en forma ejemplarizadora, no existe camino de vuelta, como lo indica la triste experiencia de muchos países.

Para muchos, estos males que desarrolla nuestra realidad son graves porque afectan nuestra imagen como país, y deterioran la inversión. Eso es cierto. Pero mucho más grave es el daño que se causa al futuro de Chile, puesto que damos pésimo ejemplo a nuestros jóvenes y niños, y ni siquiera nos avergonzamos del escandaloso espectáculo que como sociedad adulta estamos dando. A muchos parece sorprender que nuestra juventud no esté interesada "en el tema Público" ni en la política. A muchos también sorprende que nuestros niños y jóvenes ya no crean en nada, y se sientan decepcionados de todas las instituciones sociales. También sorprende que entre los estudiantes cuando el anarquismo y que sus formas de protestas sean violentas y destempladas. En verdad, no hay de que sorprenderse: todos esos son resultados de nuestros actos, de nuestra permisividad como sociedad, de nuestros estilos decadentes, de nuestra practica de la política, de nuestro mal uso de las instituciones. Resultados, en fín, de no reconocer que estamos en un camino sin retorno.

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