Diplomacia para el Siglo XXI

02 de octubre de 2002

Las representaciones diplomáticas tienen, hoy en día, un fuerte énfasis en materias comerciales y financieras. Se trata del reto de los tiempos, y una consecuencia fundamental de la mayor integración económica. Los países más exitosos del punto de vista de sus resultados en materia de exportaciones y atracción de capitales son precisamente aquellos que mayor acento han puesto en el adecuado uso de los mecanismos diplomáticos para difundir información y establecer los nexos pertinentes con los agentes privados. Por ello, las agencias comerciales ligadas a las representaciones diplomáticas cobran gran importancia, como asimismo la capacitación técnica y política de los representantes; ya no en que los cargos diplomáticos respondían fuertemente a premios o compensaciones partidistas. No puede ser de otra manera, puesto que la concepción actual obliga a mantener representaciones extremadamente activas en los negocios e intereses de cada país, cuestión ciertamente no exenta de un conocimiento cabal del viejo arte de la diplomacia, que no se improvisa con nombramientos puramente "amistosos".

El sector privado tiene hoy en día una enorme responsabilidad en materia de relaciones comerciales internacionales. Debe darse en medio de una alianza innovadora y de perspectiva con el sector público y la diplomacia tradicional. La búsqueda de nuevos mercados, la creación de nichos de exportación, el atractivo para la inversión, son todos aspectos que requieren una diplomacia fuerte, bien fundamentada en lo económico y financiero, pero también fuertemente entrelazada, en un sentido estratégico, con el sector privado. Organismos como PROCHILE deben cumplir un rol de crucial importancia para crear estos enlaces, para diseñar estrategias de alianza, para visualizar y explorar oportunidades, para fomentar la búsqueda de negocios importantes. Por ello es tan crucial que su misión sea de adelantada y que no desmaye ni siquiera un minuto en la competencia por colocar nuestros productos en el exterior y atraer recursos hacia Chile. Hay que reconocer las fortalezas y debilidades para asumir plenamente la diplomacia que requiere el siglo XXI, por lo cual resulta conveniente mediar sobre las correcciones en torno a lo que estamos haciendo.

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