Los Deseos de la Gente

14 de Noviembre de 2001

¿Cómo se sabe cuáles son las necesidades de las personas? preguntaba un estudiante con referencia a las ofertas que formulan los postulantes al Parlamento. Una pregunta no trivial, pero simplemente esencial para definir la relevancia de cualquier plan de acción política. No se trata, como algunos parecen creer, que deba propugnarse insistentemente el "cosismo" que hoy caracteriza a la política nacional, como eventual respuesta a tales necesidades. Es efectivo que la gente echa de menos acciones concretas como más semáforos, policías, horas de atención hospitalaria, pavimentos, ornato, etc. Pero es más cierto que la gente también desea que exista una visión respecto de estos problemas, que esté comprendida en una propuesta más general. Es lo que llamaríamos: la necesidad de un proyecto-país, que explicite las prioridades más importantes para el futuro del país. Hay una enorme demanda por ideas convincentes y congruentes puesto que la solución a necesidades como las mencionadas deben responder a un argumento global, a una propuesta integral de país.

En estos días nos acostumbramos a lemas simples, que traducen ofertas de acción programática por parte de los candidatos. En gran medida tales consignas responden a diseños de marketing, destinados a atraer electores, pero no a comunicar ideas fuerza que inspiren la acción, y muchas veces están dirigidas a un electorado que parece satisfacerse con poca cosa. Es cierto, por otro lado, que los Parlamentarios tienen poco que ofrecer, ya que se encuentra muy limitada su capacidad de acción para ejecutar acciones destinadas a satisfacer a sus electores. Pero también es cierto que los candidatos pertenecen a partidos políticos y alianzas de los mismos, en cuyo contexto el electorado espera ideas globales, postulados concretos, y no simplemente un intercambio de mensajes publicitarios combinados con acusaciones múltiples. En definitiva, la pregunta del estudiante ocultaba una serie de aspectos poco evidentes en nuestra política actual; ciertamente no debe alegarse por la necesidad de convertir a cada candidato en un analista profundo de nuestra realidad, pero tampoco debe aceptarse la banalidad como instrumento de difusión. Aquí cumplen un rol los partidos, como canalizadores de ideas y propuestas, desde donde deben desprenderse las acciones.

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