Clase Media

22 de Noviembre de 2000

La clase media ha sido objeto de mucho discurso y de intensa actividad política en el último medio siglo. Consecuentemente, podría creerse que se han satisfecho con mucho sus expectativas de status económico y social. Sin embargo, la realidad es muy otra, y ello es la fuente de seria inestabilidad social y potencial inestabilidad política. Un tanto indefinida como grupo social, y grandemente fluctuantes sus características en función de los grandes cambios socio-económicos, se ha visto como objeto electoral a atraer por los políticos. Con razón, puesto que la mayoría del país se siente perteneciendo a este grupo, en función de sus legítimas aspiraciones económicas y sociales. Pero para el empleado, el profesor, el profesional independiente, el pequeño empresario, así como para otros típicos integrantes de la clase media, las cosas no han funcionado de una forma particularmente grata durante las últimas décadas. No sólo porque la antigua política de subsidios generalizados -de la cual se beneficiara directamente la clase media en el pasado siglo- fue eliminada en función de objetivos macroeconómicos y estructurales. También porque cambió el sistema de incentivos, lo cual implicó que sin disminuir la carga tributaria, la inversión en salud, en educación y previsión se trasladó directamente al sistema de precios, mientras que la labor del Estado, especialmente en educación, no se dirigió a enfatizar el desarrollo de la clase media. El énfasis se dirigió a los más pobres -con buenas razones, sin embargo- pero con ello se contribuyó a empobrecer a la clase media, y así profundizar las diferencias de ingreso que prevalecen históricamente. Junto a la creciente diferenciación salarial, que obedece a fuerzas de mercado, se ha dejado a la clase media relegada a una situación de empobrecimiento sostenido.

Hora de repensar la política tributaria. Pero ello no basta. Es hora de pensar en la eficiencia del Estado para que atienda mejor a la educación que necesita la clase media para promover el mayor equilibrio social de Chile para su desarrollo. Hora de pensar que la frustración de gran parte de la población, especialmente de quienes no votan, no se inscriben, votan nulo o blanco, expresa lo inadecuado de lo que estamos haciendo. Hora de volver a creer en la necesaria movilidad social de la clase media, de la cual nos sentimos tan orgullosos en el pasado.

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