Espectáculo Bochornoso

24 de Octubre de 1999

Un distinguido amigo y colega, un joven Premio Nacional de Ciencias, ha figurado en la lista de consultores del sector público, expuesto irresponsablemente como un delincuente. ¿Su delito? Trabajar para la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica en el ámbito de ciertos proyectos. Como él, cuántos hay que conozco, que contribuyen de modo serio y responsable a un trabajo profesional, y que son ahora presas del escarnio político, sujetos al cuestionamiento de sus personas en medio de un debate que es verdaderamente vergonzoso para Chile. ¿Qué nos ha pasado como país? Se vuelve a jugar con el nombre de las personas, ha vuelto a surgir el denuesto y el desprestigio, como base para hacer política.

La raíz del problema está en una mal definida carrera pública. ¿De qué han servido los esfuerzos de modernización? La cuestión es que muchos se oponen francamente a poner las cosas en su lugar, y a remunerar y contratar apropiadamente a las personas que se necesita para que el sector público funcione mejor. Entonces, la solución es encontrar mecanismos paralelos y más operativos para enfrentar las necesidades de estudio como asimismo las de flexibilizaciones de la función pública. Y, por supuesto, ellas pueden aprovecharse mal, lo cual requiere investigación seria y responsable, pero no la acusación al bulto y con pretensiones publicas, usualmente bienvenidas en nuestro pobre medio comunicacional. En definitiva, a falta de un debate sobre los problemas que efectivamente sufrimos los chilenos -ausencia que nos desconcierta cada día más- existe circo suficiente para suplir ese déficit. ¿Estamos seguros de que podemos mirar sin vergüenza al rostro de nuestros jóvenes y niños por el país que les estamos construyendo?

El resultado es que muchos ya no estarán dispuestos a poner su esfuerzo y trabajo para una función pública transitoria por medio un convenio de honorarios. Entrarían a arriesgar su prestigio, ya que se ha puesto dicho sistema en el banquillo de los acusados. Pierde el país, naturalmente, ya que los mejores preferirán excusarse, antes de arriesgar su nombre al ataque de mala fe.

Compartir:
https://uchile.cl/u5832
Copiar