Tratar la Enfermedad, No el Síntoma

12 de Mayo de 1999

Como en los viejos tiempos, el problema de los inconvenientes derivados del consumo de alcohol por parte de la juventud y de otros segmentos de nuestra sociedad, se enfrenta con la prohibición. En el período de la ley seca en los EE.UU., el resultado principal se manifestó n un enorme crecimiento en los precios del alcohol. Además, el sistema promovió el enseñoramiento de mafias profesionales relacionadas al tráfico ilegal, las cuales obtenían significativas ganancias y producían, por lo mismo, enormes incentivos para la corrupción de la autoridad. La evaluación de los sistemas de prohibición han llevado, consistentemente, a la conclusión sobre su ineficacia para tratar con el problema de fondo. Sin duda, en esta evaluación debe también considerarse la inevitable necesidad de abordar urgentemente los problemas que envuelve el consumo excesivo de alcohol y los problemas que ello causa para el conjunto social.

En relación a este problema parece que estamos mejor preparados para tratar con los síntomas más que con los orígenes de la enfermedad. El tema de fondo tiene que ver con una débil educación general y una progresiva desintegración social, problemas que nos aquejan desde hace mucho, pero que hemos atacado insuficientemente. Algunos graves síntomas que se advierten en nuestra juventud, tales como la autoexclusión de la vida cívica y la desvalorización envuelta en muchas conductas, revelan que como sociedad no hemos sido capaces de producir una integración adecuada. Es cierto que las brechas generacionales son crecientes, especialmente en los días de ingente progreso tecnológico que vivimos, y que fuerza un cambio acentuado en actitudes que encuentran diferentes mecanismos de adaptación en los distintos grupos estarios. Pero otra cosa es asumir esto como un dato, y no disponerse a enfrentar el problema por medio de una mejor educación y de la creación de mayores oportunidades para los jóvenes, así reduciendo lo que se constituye en un justificable aislamiento.

El país espera que nuestros municipios también aborden con decisión el tema educacional y de formación valórica, que se mantiene como una grave debilidad estructural de nuestro sistema.

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