Fin al Ajuste

10 de MArzo de 1999

En estos días han surgido voces parlamentarias demandando que el Banco Central ponga fin al proceso de ajuste. Con ello se quiere decir que el organismo a cargo de la política monetaria permita una reducción de la tasa de interés con objetivos reactivadores. No hay que olvidar que esta estrategia de ajuste ha sido objeto de controversia en el pasado, en la medida en que no han prevalecido aportes fiscales significativos al ajuste frente a las circunstancias externas imperantes, lo cual se justifica por rigideces políticas y estructurales.

La petición parlamentaria tiene fundamentos puramente políticos, ya que un escenario de reactivación con menores tasas de interés es mucho más propicio para el proceso electoral presente. No deja de tener razón debido al evidente alto desempleo y la erosión significativa de la actividad económica, de la inversión, y en ciertos sectores claves del punto de vista social. Sin embargo, este constituyó el fundamento del debate que ocurrió desde mediados del año pasado, cuando era posible que los propios parlamentarios pudiesen también levantar preguntas de fondo respecto a la compatibilidad de instrumentos de política y el costo del programa de ajuste global.

En la actualidad el proceso de término del ajuste ya había sido lugar a una notoria devaluación real mientras empieza poco a poco a cambiar el escenario internacional recesivo. Posiblemente el reclamo es tardío debido a que las consecuencias ya están presentes entre nosotros y el proceso de finalización del ajuste ya ha comenzado, y se espera un período no breve de reactivación.

Pero el reclamo debiera también incluir consideraciones sobre la deseabilidad de la meta de inflación de largo plazo que se persigue porfiadamente, y el tema fiscal que seguirá siendo el factor más preponderante detrás de los futuros ajustes en medio de una economía mundial inestable.

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