Lecciones del Año que se Va

30 de Diciembre de 1998

El año que se va pone en evidencia muchas de las fragilidades estructurales de la economía chilena. En la época de bonanza, parecimos haber olvidado el rol crucial de nuestras debilidades como economía altamente dependiente del ciclo económico mundial, y pensamos más bien en el camino al desarrollo como una simple proyección lineal del crecimiento de los últimos doce años. Sin embargo, aún dependemos en forma decisiva del mercado del cobre. Asimismo, nuestras exportaciones son escasas en valor agregado, y dependen de precios cuya declinación resulta profunda en períodos de crisis mundial. En lo interno, hemos tenido que pagar costos importantes por reducir la tasa de inflación a niveles comparables al resto del mundo. Con poca convicción respecto de los objetivos de país, el debate ha dado paso a innumerables incomprensiones respecto de la situación vigente y de las opciones para enfrentarlas.

La falta de liderazgo que se ha mostrado en esa materia ha perdido de vista las claras fortalezas que aún tiene la economía chilena. Su alto grado de flexibilidad productiva, la diversificación de sus mercados de exportación, la existencia de recursos humanos calificados y de una buena capacidad empresarial, constituyen capitales escasos en el medio latinoamericano. Pero esta es una situación que no representa ninguna tranquilidad, ya que sólo la disciplina financiera y el progreso en reformas claves para consolidar al sector exportador podrán dar garantías de un mayor éxito en materia económica en períodos recesivos.

Es necesario un nuevo esfuerzo en materia de promoción de exportaciones, consolidación de una política dirigida a las mediana y pequeña empresa, como también en relación a recursos humanos e investigación y desarrollo. El énfasis en el corto plazo ha impedido que se enfrente la actual crisis con mayor éxito, mientras que la política educacional ha fallado en ejercer un efecto distributivo positivo de significación. El cambio de perspectiva podría asegurar la sostenibilidad de crecimiento chileno, aún frente a las claras amenazas de un mundo mucho más competitivo y productivo. Lecciones que deben servir para orientar los pasos futuros, que ya son los pasos que deben darse con urgencia para construir la economía de las dos décadas siguientes.

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