Testimonio de fe y razón
Santiago, 23 de Marzo de 2005
El libro reciente del Papa Juan Pablo contiene parte fundamental de su memoria y de su legado pastoral. Pero va más allá de un recuento de su tarea como Pontífice, ya que el texto refleja la visión del hombre que dedicó parte importante de su vida al estudio filosófico, y otra no menor a la lucha por la libertad de su patria. El gran énfasis en la lucha contra "las ideologías del mal" que empapa las páginas del libro de manera definitiva, se origina precisamente en la experiencia personal de lucha contra el nazismo y el comunismo, dos expresiones que el Papa ve directamente asociada al concepto de mal. El libro es el reflejo del diálogo papal con dos destacados filósofos polacos, cuyo marco de preguntas e intereses intelectuales se ligan de manera muy abierta con Polonia, Europa y la lucha por la libertad y la democracia, además de la integración de Occidente. Por ello es que el Papa enfoca estos temas de manera preferente, ubicados en el trasfondo de las preguntas base que dan fundamento a la obra.
En el texto el Papa se refiere a la Ilustración, como instancia que abre un espacio de libertad para pensar pero que es a la vez la raíz misma de doctrinas perniciosas. Retrata, en su visión, a un hombre que se aparta de Dios y que se cree libre para pensar en su total ausencia. Sin embargo, también reconoce que la ciencia, como actitud de búsqueda, es algo que se deriva de la libertad para pensar y buscar la verdad y que ha traído mucho bien a la humanidad. En ese sentido, propone como gran la capacidad libre del hombre para buscar la verdad con arreglo a principios éticos y al respeto tolerante. Visión que lleva a meditar con profundidad sobre el significado de la inteligencia como instrumento para buscar la verdad, que en la opinión del Papa siempre lleva de vuelta al evangelio pero que, en una visión más amplia, siempre lleva de vuelta al origen mismo del hombre y su misión en la vida. La maravilla de la inteligencia humana utilizada para buscar la verdad puede verse como producto de la creación, y permitirá pensar que Descartes nunca pretendió apartarse de la necesidad de crear bien.