Cambios en el crédito

Santiago, 26 de Enero de 2005

El mecanismo de financiamiento universitario vía crédito solidario para los estudiantes, sufrirá grandes y positivos cambios según se anuncia. Por una parte, el sistema cubrirá a todos los estudiantes pertenecientes a familias de los tres primeros quintiles de la distribución del ingreso. Se cubrirá así a los más pobres que ingresan a las universidades tradicionales, mientras que el crédito se complementará con un sistema de becas que aumente la efectividad del financiamiento estatal. Los deciles superiores podrán tener acceso a crédito privado con aval del Estado, todo ello en el marco de puntajes mínimos satisfactorios para el ingreso a la universidad. Al mismo tiempo, el sistema de asignación y recuperación de créditos será centralizado y coordinado, sacando de las universidades estas responsabilidades en cuyo cumplimiento no tienen ventajas de ningún tipo. Un tercer cambio importante se refiere a la instauración de un arancel de referencia para el otorgamiento del crédito, el cual debe reflejar los costos directos e indirectos efectivos de la docencia en las diversas instituciones y carreras. Como dicho costo tiene relación con el grado de complejidad de las universidades, aspecto sobre el cual la autoridad concentra fuertemente su atención, como asimismo respecto de la acreditación a la que hayan accedido las distintas instituciones. En definitiva, un cambio profundo pero positivo, que todos esperan se ratifique para su continuidad hacia el futuro.

No debe desdeñarse el importante costo fiscal que esta nueva política envuelve. El Fondo, con sus nuevas reglas y formas de cálculo, demandará una fuerte inyección de recursos frescos, bajo mejores condiciones de recuperabilidad. A este respecto son importantes las capacidades de los estudiantes que acceden al crédito y su potencial efectivo para convertirse en profesional, pero también lo son las calificaciones de las instituciones proveedoras de la formación profesional. Ellas deben ser garantes de calidad, y de empleabilidad satisfactoria de los profesionales que forman, cosa que hoy no es plenamente garantizada por la abultada provisión de títulos en ciertas profesiones. El esfuerzo del país en materia de educación superior requiere no sólo equidad, sino también calidad como elementos complementarios e indivisibles del progreso.

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