Quo Vadis Costa Rica?

Santiago, 30 de Noviembre de 2005

Fue en sus años un luminoso paraíso de paz y humanismo, de solidaridad activa, dueño de un vigoroso Estado de Bienestar. La Costa Rica de Figueres era una copia ideal del modelo socialdemócrata europeo trasladado a Latinoamérica; además el país había eliminado al ejército y se constituía en un lugar diferente en medio de un continente tensionado por el conflicto. Se ha enfrentado a los mismos problemas del resto de nuestra Latinoamérica: la productividad de sus recursos es baja, la inversión no es satisfactoria, prevalecen persistentes desequilibrios macroeconómicos. Pero aún así su democracia constituía una enorme fortaleza, junto a una educación de gran calidad y al sentimiento ciudadano que otorgaba credibilidad y estabilidad a los gobiernos, pese a los lentos progresos. Un país alegre y culto, de gran proyección en lo político.

Pero junto al débil transcurrir de su economía, dos de sus administraciones sucumbieron a la corrupción. Con ello se terminó con un ciclo de democracia creíble y percibida como incorruptible. La inmigración ilegal ha causado problemas severos, y ya el ciudadano común no es necesariamente el alegre anfitrión de antaño. Ha empezado a cundir el temor a la pérdida del empleo, situación que ya no cuenta con la total solidaridad del Estado como era antes. Hay temor a envejecer, porque aún está ahí la “Caja”, como llaman al sistema de pensiones en términos generales, pero cada vez con mayores problemas de financiamiento. Hay temor ciudadano, ya que en San José, ciudad otrora apacible y segura, prima la delincuencia en forma no distinta a otras ciudades del continente. Hay temor hacia el futuro, porque se observa un país estancado, con muy poca nueva inversión vial o en infraestructura que permita un más vigoroso desarrollo del comercio exterior. Hay una Costa Rica en la memoria y otra, muy distinta, que se percibe en la calle, en la conversación o en la visita al sector rural.

Las próximas elecciones presidenciales conciernen más a los recientes debates y escándalos políticos, que a la agenda necesaria para construir un programa nacional de recuperación. Ojalá sea esa decisión una que permita que los “ticos” miren al futuro con mayor confianza, que vuelvan a soñar, que vuelvan a enseñarnos que la democracia es un sistema bello y eficiente.

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