Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia presentación del libro: "Chile de Baquelita" de Wilson Tapia Villalobos.
Wilson Tapia ha querido entretenernos y educarnos con esta obra que hoy se presenta. Entretención, porque en un idioma liviano, fresco y propio de quien se ha familiarizado con el campo de las comunicaciones efectivas, traslada hasta nosotros hechos de la coyuntura, notas sobre la anecdotaria nacional, impresiones sobre los eventos políticos, que se leen como en una novela de la cual somos todos actores, aunque generalmente muy secundarios. Con educación, porque su tono es crítico, revelador de una gran insatisfacción, participante como muchos de una comedia de vida, en qué los roles se trastocan y a veces ni siquiera sabemos bien qué libreto está efectivamente interpretando cada uno. Enseña a que el rol de la crítica es muchas cosas, pero menos prescindible en una sociedad con serios dilemas éticos, además de una también profunda incapacidad para la crítica metódica.
Por eso su obra transporta una cierta frescura, en el calor que crea en cada uno la incertidumbre y la continua construcción de una muralla a la sorpresa. Nos proporciona una mirada que vista en su conjunto está pocas veces presente en el análisis que nos proponen los medios de comunicación, entre la chabacanería que se impone con feroz determinación para cubrir las necesidades de los rating y del financiamiento publicitario y por otro lado la mediocridad de una profesión de periodista o comunicador que en forma creciente ya no se atreve a decir nada que no deje satisfecho a los posibles deseos de los editores o la línea editorial.
La importancia de la comunicación se ha ido reduciendo cada vez más en el campo de la comprensión interpretativa y de la crítica social; ello representa serios problemas para la profundización de la democracia, cubriendo la elemental necesidad de hacer llegar puntos de vista distintos a la ciudadanía, elementos de juicio para que cada uno construya sus propias conclusiones y sus propias verdades. Por ello estamos también obligados a elegir representantes sobre la base de sus aptitudes mediales, más que en función de la sustancia y realismo de los discursos, y poco importa aquello también, para una ciudadanía que está acostumbrada a juzgar las cosas por el carácter más o menos publicitario que envuelven los debates, las personas o los dichos, cada ves más influidos por el reality show, en que se vota efectivamente por el más mediático, cada vez más determinado por la especulación que lleva siempre a la conclusión definitiva. Así lo dice el diario, o sea, así ha de ser, la vida política se ha ido transformando entonces en apariciones espectaculares, denuncias irrebatibles, técnicas en robo de cámaras y luces, discursos insustanciales, pero adecuados para una platea de profusa ignorancia.
Creo que la trascendencia de lo planteado por Wilson Tapia, se ubica en dos planos interrelacionados. En primer lugar, la necesidad de disponer de mayor variedad en el enfoque informativo que llega en forma relevante al menos a la ciudadanía chilena. Soy testigo directo de cómo en función de intereses secundarios y también no alejados de intereses políticos, se perdió la oportunidad de tener la presencia de un periódico europeo de gran prestigio y solvencia comunicacional en nuestro país. Se podrán dar miles de excusas, pero el poner trabas indefendibles a un proyecto de esa naturaleza sólo ha contribuido a seguir encajonando el ámbito de la competencia que por contraste necesita hoy día mayormente el llamado mercado de la información, para elevar los estándares y producir más capacidad de juicio por parte de la ciudadanía.
Un segundo elemento, como he mencionado anteriormente, se refiere a la necesidad de formar al comunicador, con los altos estándares que requiere una profesión de crucial importancia en el contexto social actual. Me parece que no estamos cumpliendo con este prerrequisito básico, porque una educación ramplona en general se completa con estudios superiores que con pocas excepciones agregan poco al cultivo de la verdadera información, del debate de ideas, del manejo idiomático, correcto incluso. No es que queramos que nuestros periodistas y comunicadores sean filósofos o intelectuales de alta monta, sino simplemente que cumplan con la función de trasladar al lector la mejor información disponible, planteando las opciones y haciendo explícitos los juicios de valor y que se procure así, educar y formar un público lector, al mismo tiempo.
Las temáticas que aborda Wilson Tapia en esta publicación, son extraordinariamente diversas, no se le escapan procesos judiciales, ni controversias políticas como tampoco nuestros profundos y endémicos males sociales y las prolongadas discusiones en materia de economía. Siempre trata de llevar adelante la visión del hombre medio, del ciudadano común, que se pregunta ante la información que recibe, pero no encuentra necesariamente una respuesta. Su artículo “Chile de Baquelita”, reproducido en el título de la recopilación que nos presenta, refleja muy bien esa mirada crítica y constructiva a la vez que propone como una faltante en nuestro país. Y que los debates tiendan a ser más bien entre amigos y enemigos con visiones en blanco y negro. Nos dice que el país sufre una gran contradicción entre su buena evaluación externa y lo que sucede en lo interno, que lo que ocurre con nuestras exportaciones y en las utilidades de las empresas no tiene ninguna consonancia por ser al mismo tiempo un país que figura entre los más desiguales del mundo.
Me parece que no ha existido suficiente debate sobre esta materia. Es cierto, como ha planteado recientemente el Ministro de Hacienda, la desigualdad en Chile es un fenómeno histórico de larga data, pero no resulta claro que la intensidad de esta desigualdad en nuestros días sea similar a la ocurrida en el pasado, al menos mirando la experiencia histórica. En todo caso, nunca habíamos tenido en el pasado avances tan importantes en materia económica contrapuestos, sin embargo, de modo tan evidente, con la distribución de la riqueza. El gran choque entre la macro y la micro-economía se percibe aquí con brutal realismo.
El país, número uno el entorno macroeconómico y en altos lugares en materia de resultados económicos agregados, como revela un estudio de hace apenas una semana, es un país sin embargo, del montón en educación, capacitación y tecnología y qué decir si se midieran las cifras comparativas en el terreno social, donde aún tenemos un porcentaje muy alto de pobreza, con una clase media que vive bastante pegada a las líneas de pobreza, mientras que las diferencias en oportunidades y acceso a la riqueza son de gran incidencia. Si además consideramos que en nuestra educación, los estudiantes de cuarto básico no leen útilmente, ni dominan las operaciones básicas, por lo menos un 60 % de ellos, mientras que el 51% de la fuerza de trabajo chilena es analfabeta funcional, y además la PSU nos dice que el promedio efectivo de sus puntajes está bajo las notas mínimas de aprobación, dominado esto además por una tremenda brecha entre lo público y lo privado, entonces, uno puede concluir que este “Chile de baquelita” tendrá todavía un largo camino que recorrer. Si se ven los compromisos de nuestros actuales candidatos, con esta situación, entonces se pueden profundizar nuestras preocupaciones al respecto.
Wilson Tapia nos dice que tiene Chile una oportunidad que no puede desperdiciar para legar mejores días a nuestros descendientes, nos dice que no estamos leyendo nuestra realidad de manera adecuada y que el camino de las tensiones sociales y la inestabilidad puede sellar nuestro futuro negativamente. Como muchos otros advierten, en todas sus columnas publicadas en esta obra hay mucho que hacer para que mejoremos como sociedad en mérito a la experiencia que hemos vivido recientemente y a los esfuerzos que se han hecho para llegar donde estamos, que no han sido pocos.
Felicito pues a Wilson por este trabajo, por traernos aire refrescante en el acalorado día a día, en que la mayor parte del tiempo lo dedicamos a temas poco sustanciales. Le agradezco que nos permita ver un poco por debajo de lo que aparenta la información, y que nos dé luces respecto a los pasos a seguir que una ciudadanía políticamente culta debiera perseguir como fundamento real de sus decisiones. Trabajos como éste, con el cual uno puede diferir de sus contenidos, marcan efectivamente el debate que debe tomarse como base de toda decisión en vista al proceso de mejoramiento permanente de nuestra sociedad son evidentemente un aporte, un aporte universitario y por eso debe ser reconocido y acogido. Muchas gracias.