Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Entrega de la Medalla Profesor Emérito a la Prof. Elvira Savi.

(Transcripción)

El grado de Profesor Emérito de la Universidad de Chile corresponde al nivel más excelso de la carrera académica. Se reserva para aquellos que, más allá de los compromisos formales con los cuales vivimos y funcionamos en la Universidad, se quedan en la Universidad como un testimonio de que su contribución, de que la impronta que han dejado en su trabajo, va más allá de las formalidades de nombramientos, programas, asignaciones y carreras funcionarias. Y es importante recordarlo, porque el grado de Profesor Emérito, en mi opinión, refleja lo que esencialmente protege la inmortalidad del Alma Mater, es lo que esencialmente construye la Universidad, son las piezas que permiten mirar siempre la Universidad como un hecho permanente y como un proceso de proyección indisoluble en el futuro. De manera que ésta no es una ceremonia que cumpla con un rito, un requisito, un formalismo, sino que es una ceremonia que entrega reconocimiento a quien ha hecho un aporte importante, para pedirle que siga con nosotros, pero al mismo tiempo es una ceremonia que nos permite reconocernos como Universidad en que el trabajo académico y el aporte académico va mucho más allá de los formalismos, de los compromisos y de los papeles.

Importante recordarlo, cuando hoy día cualquier cosa que tiene sillas y salones se puede llamar universidad, y se deja de lado lo fundamental de una universidad, que es la excelencia académica, y la excelencia académica está hecha por personas que dedican su vida al trabajo universitario con todo el esfuerzo, con todo el compromiso, con toda la dedicación que eso requiere y conlleva. Y estamos entonces reconociendo en Elvira Savi justamente ese compromiso, esa dedicación, esos más de 60 años con nosotros, y que serán muchos más años con nosotros ahora, cuando ha pasado a ser Profesora Emérita de la Universidad de Chile, porque no olvidemos que es un grado universitario y conferido entonces por el Consejo Universitario como se hizo unánimemente a propuesta de nuestra Facultad de Artes.

Por lo tanto, nada más satisfactorio para el Rector, entonces, que poner aquí esta nueva pieza en la construcción del Alma Mater inmortal, con la evidencia cierta con estos jóvenes que nos han mostrado su arte, que tenemos arte, Facultad de Artes y Universidad de Chile para rato, aunque a muchos, por cierto, les moleste. Y para decirle Elvira que encuentro que no hay nada más acertado, más justo, más apropiado, que entregarle este reconocimiento y esta petición con humildad para que siga con nosotros. Creo que Elvira ha hecho una contribución fundamental tan bien descrita por el Decano Merino (1), sin embargo yo quisiera ir mucho más allá, a su contribución como persona. Es uno de los mejores seres humanos que probablemente enseñan en esta Institución, y a mí me sorprende que esa figura pequeña y esa sonrisa tan cálida pueda transmitirle a uno tanta fuerza y a veces sentirse impotente cuando la escucha tocar. Sólo hace pocos días tuve la oportunidad de asistir a la presentación y recibir de regalo el disco con la música de Isidora Zegers, y la verdad es que ese disco es adictivo, porque uno lo escucha y lo repite tantas veces con la voz de Carmen Luisa (2), pero con esa fuerza inimaginable en esas manos maravillosas de Elvira, que creo que nos retratan tan bien lo que ella es, es la fuerza de su talento, de ese don que ella tiene y de esa capacidad para comprometerse con las cosas siendo al mismo tiempo esa sonrisa tan cálida, tan apacible y casi inocente.

Elvira, nos sentimos tan contentos de que sigas con nosotros, nos sentimos tan felices de que seas Profesora Emérita y de que cada vez que yo vaya a la Facultad tenga la oportunidad de estrecharte la mano y darte un beso.

Muchas gracias.

_____________