Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en, Ceremonia de Inauguración de la Duodécima versión de los Temporales Teatrales Internacionales de Puerto Montt.

(Transcripción)

Estamos una vez más en esta Casa más que centenaria, corazón palpitante de la historia y del futuro de la cultura chilena, inaugurando los Temporales Teatrales; actividad que como un faro de luz fluye desde Puerto Montt para la décima región y el país todo. Una vez más, cuando los Temporales Teatrales tratarán de remecer a un mundo lejano al centro, pero joven y vigoroso con un mensaje de amor y de inteligencia a través de la representación teatral. Una vez más, aquí declaramos nuestro pleno convencimiento de que el Chile del futuro tiene que ver no sólo con las conquistas materiales del progreso, sino también, con aquellas más trascendentales quizás, que consisten en las manifestaciones del espíritu y de los sentimientos que se centran en el verdadero corazón de las sociedades. También declaramos que nada hay que pueda alejar a la Universidad de la tarea de construir un mundo más humanizado en que el arte y la cultura sean concebidos como instrumentos de progreso y tengan, por tanto, el status de actividades humanas indispensables contando, por ello, con el apoyo de la sociedad. Una vez más, declaramos aquí, la Universidad de Chile es por misión una creadora y diseminadora de arte y cultura ligada profundamente con las tareas derivadas de los retos ineludibles de nuestra sociedad y que nada, ni nadie, debe coartar su espíritu libre para soñar y conducir a las jóvenes generaciones en el camino de sus sueños.

En este año en que se cumplen sesenta del surgimiento en nuestra Casa del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, el 22 de Junio de 1941, tuvo lugar el glorioso estreno tras meses de trabajo en bambalinas, aquí, tras los muros de este Salón de Honor. Los 26 fundadores, muchos de ellos aún con nosotros, -otros idos-, pueden hoy día contemplar con orgullo los frutos derivados de su creación y de su sueño. Los jóvenes de esa época que sustituían su carácter de aficionados con talento natural, intuición, estudio y la profunda sabiduría que emanaba de la revolución del arte que ocurría a través de ellos mismos. Fueron los protagonistas los que fundaron el rostro humano del teatro chileno, los visionarios que miraron a tantos años futuros, cuando hoy vemos una gran Escuela de Teatro en su Universidad y con vástagos de tan formidables proporciones como estos Temporales Teatrales.

Sí, no olvidemos que el Teatro Experimental de Puerto Montt es propiamente un hijo auténtico del Teatro Experimental de la Universidad de Chile y ha sido el alma de esta fiesta que hoy se inicia, como otrora cuando se llevan las compañías visitantes a gimnasios y colegios a recorrer los pueblos con tormentas de arte escénico. Allí, donde ahora se han construido salas con escenarios y donde nunca antes ha existido representaciones de arte -en el sur de los canales y de los vientos verdes del verano- se está gestando el mismo espíritu del Teatro Experimental de la Universidad de Chile revivido.

Hace algunos años decidimos patrocinar institucionalmente estos Temporales, que agitan con entusiasmo las banderas del arte escénico, convencidos de la importancia de esta iniciativa y de su vinculación estrecha con nuestra actividad de creación y diseminación universitaria. Decíamos, en esa primera ceremonia, que el arte y la cultura vienen grandemente desvalidos en la perspectiva estrecha de financiamiento que hoy día se propone como el único elemento para definir lo necesario y lo aconsejable. En esa perspectiva, en nuestro país el arte es aún una manifestación para una elite, desconociéndose así ampliamente sus propiedades formativas y educadoras con amplios efectos sociales más allá de los rendimientos financieros evaluados estrechamente. Y agregábamos en la oportunidad, que fue esa la razón por la que la Universidad de Chile se comprometió en los años 40 y 50 con la extensión artística y cultural; se trataba de hacer universidad en todo Chile, de llevar a cabo una acción educativa en sentido amplio, de permitir un florecimiento de la creatividad, de hacer país desarrollando la sensibilidad por lo bello y lo profundo, por lo estético, por lo significativo y probablemente por lo único valedero como una manifestación de progreso y de la humanización correspondiente de una sociedad en movimiento.

Nada ha cambiado en lo sustancial desde entonces, sólo, sin embargo, hemos podido demostrar que cuando el arte llega a la gente, la gente acude, se identifica, aplaude y aprende a soñar junto con los inspiradores. Cómo no va ser importante que eso ocurra en una sociedad que se disgrega y materializa paso a paso prometiéndonos el peor futuro posible. Cómo no va ser trascendental que esto tenga el éxito que ha tenido y cómo no va ha de despertar esperanzas cuando observamos con preocupación que nuestra educación tiene graves problemas estructurales y que la misma es peor que nunca para los más pobres.

Llevar el arte a todos es naturalmente un gran esfuerzo, pero es también una gran necesidad, porque ello ha de estimular el trabajo educativo constituyendo un mensaje a todos de que al menos en cultura y arte la sociedad debe ofrecer oportunidades más amplias. Lo que Don Andrés Bello llamó en 1842 "difusión" fue un avance universitario para tratar de llevar el saber desde las aulas a un público ajeno a la educación superior. Con el tiempo, esta función se llamó extensión cultural universitaria, su importancia ha crecido extraordinariamente por su acción transformadora de las dos partes intervinientes, la Universidad da al mismo tiempo de recibir y enriquecerse. En el arte es donde mejor se observa esta acción cinelarmática, la Universidad se nutre a la sociedad a la cual sirve y no podría existir sin ella para llegar a ser, como debe, su cerebro pensante. Al celebrar esta ocasión se hace más definido este concepto de la Universidad productora, creadora y al mismo tiempo receptora del arte.

La Universidad de Chile es la institución que desde sus inicios -pensada ella como la Universidad del Estado de Chile- tuvo por misión la creación y diseminación en arte y cultura. Los retos del siglo XIX, claro está, eran otros, quizás el más importante era el de consolidar los arraigos culturales propios para que ellos sirviesen como un catalizador del ánimo de independencia verdadera y como instrumento de vertebración de la República frente a los retos regionales y mundiales. Pero ya en el siglo XX el reto que se enfrentaba era distinto, había que promover la creación y difusión artística para integrar a Chile, para conectarlo con las grandes corrientes mundiales, para poder desarrollar un proyecto de país más vinculado a objetivos integradores y con el propósito de dar un salto en educación y cultura: factores determinantes del progreso y de la democracia. Fue durante mediados del siglo pasado que la Universidad de Chile se comprometió audazmente en el tema artístico para llevar el arte al país y para poder cobijar en forma propia la creación que debía estimularse. Domingo Santa Cruz, Pedro de la Barra y el Rector Juvenal Hernández fueron los artífices del gran esfuerzo que fue madurando y llegó a las grandes expresiones de fines de los años 60, cuando Don Domingo Piga, nuestro ex- Decano de la Facultad de Artes, era además el severo administrador del nuevo grupo teatral. Era todo ello el compromiso universitario de esta Casa nacional y pública para con las expresiones superiores del espíritu y en la imposición de verterla con energía hacia el país todo.

Luego vino la negación de todo esto como una actividad universitaria, se empezó a entender la educación como un mero proyecto financiero y se determinó que el arte sólo podría sobrevivir si existían los mecenas y quienes estuviesen dispuestos a pagar para asistir a los espectáculos. Fueron también los años tristes en que se hizo más pronunciado el decaer de nuestra educación, cuando la educación pública es casi condenada a muerte, los años en que comenzó hacerse generalizado un concepto extraño de universidad; donde importa poco la excelencia y la creación y en que se manifiesta sólo el énfasis en la docencia y la repetición del conocimiento, donde poco hay para pensar y crear sobre sociedad y los nuevos temas. Un ambiente de autofinanciamiento en que el arte pasa a ser un pariente pobre acompañado las más de las veces por las ciencias sociales y las humanidades. Aquí también sufrió la Universidad de Chile, desmembrada, desmantelada en muchos de sus más trascendentales anhelos y quizás también acusada de pluralista, diversa y tolerante, arrinconada y cautiva de sus propios centenarios ideales.

Por eso hoy, al confirmarse que esta actividad ha sido sistemáticamente exitosa es importante, es muy importante recordar que la Universidad de Chile apostó por ella como una forma de señalar los nuevos tiempos, del cambio que está existiendo en la Universidad y en su relación con el medio social. Es fundamental indicar que a pesar de que poco o nada han cambiado los esquemas que se nos aplican, seguimos con más significativos ideales la marcha hacia una Universidad nacional y pública con profunda influencia en el país, especialmente, propicio rememorar aquí a los forjadores de nuestra extensión y manifestar que sólo una Universidad con proyección nacional es compatible con el legado de Bello.

Hemos decidido crear la Medalla Pedro de la Barra para destacar y homenajear a quienes se esfuerzan con su trabajo en el mundo del arte y la cultura. Será ésta también una forma significativa de reconocer toda la falta de reconocimiento que nuestros creadores e intérpretes generalmente han sufrido, al mismo tiempo de reconocer que el arte y la cultura tienen peso propio en una Universidad nacional y pluralista. Sea ésta una forma muy clara de reseñar a tantos que observan siempre con tono negativo las cosas que ocurren en la Universidad, que las preocupaciones deben estar sobre los temas trascendentes que sólo eso nos proyectará al futuro que buscamos y que nada ni nadie puede volver a desvincular a la Universidad de Chile de las manifestaciones superiores del hombre y de su proyección hacia la gente.

Sirva también para reseñar que a pesar de las necesidades financieras que tanto son aprovechadas por oportunistas para levantar el dedo acusador contra la Universidad, nuestro compromiso con la extensión artística está allí firme y decidida para llevar arte al país. Hace pocos días su Excelencia el Presidente de la República anunció un cambio en las reglas del financiamiento universitario para hacer justicia a unos y otros: dar a las universidades más complejas un financiamiento adecuado para su investigación y su creación, instrumentos indispensables para alcanzar el desarrollo que busca el país; entregar a otras el financiamiento para consolidar sus proyectos institucionales, dar a los estudiantes la oportunidad verdadera de exponerse a las nuevas ideas entregadas con excelencia en instituciones reconocidas y acreditadas. Estamos como lo indicamos en nuestro inicio del año académico esperanzados y también preocupados. Esperamos que las instrucciones del Presidente se sientan rotundas, donde deben ponerse en práctica las políticas y nos permitan poder sustentar nuestro trabajo con la obligación de dar cuenta sobre los resultados de nuestra creación. Esperamos que este sea un apoyo también fuerte a la creación y difusión artística ya que un país que progresa en materia científica y tecnológica debe también hacerlo en cuanto a un mayor humanismo y en la construcción de una sociedad con sensibilidades.

Sirva pues esta oportunidad, en que damos inicio a una de las actividades más trascendentales del teatro chileno, para agradecer al Presidente su claridad, su compromiso y su visión. Sirva también para obligarnos a ser aún mejores y comprometer nuestros esfuerzos para que el conjunto de las universidades más complejas del país puedan sustentar efectivamente el proyecto país que todos esperamos y dar paso a las esperanzas que abriga nuestro pueblo. Sirva finalmente, para expresar al mundo del arte con un saludo sincero la esperanza cierta de que los sueños seguirán vigentes, de que habrá mucho que caminar, pero que siempre en ese esfuerzo estará presente con una mano fuerte y segura esta Casa universitaria con sus ideales siempre vivos y trascendentes.

Muchas gracias

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