Prólogo

Pocas personas poseen en la Universidad de Chile la autoridad curricular del profesor Luis Riveros para realizar un diagnóstico objetivo y profundo de su situación y proponer un camino de acción que conduzca a la meta, común de todo universitario, del continuo desarrollo de la institución. Docente por excelencia (su primer título universitario es en Pedagogía en Historia), comprende y enfrenta el desafío de la educación como arma efectiva para el desarrollo del país. Humanista probado (tiene estudios de posgrado en Filosofía), entiende que los instrumentos de desarrollo están al servicio del hombre y no éste al servicio del desarrollo. Economista destacado (Magister en Economía de nuestra Universidad y Doctor en Economía de la Universidad de California-Berkeley), comprende que el problema de la falta de recursos se debe enfrentar tanto con una inteligente gestión de la consecución de financiamiento, como por una adecuada administración del gasto.

Estas características son las que se observan en este nuevo libro de mi decano y amigo Luis Riveros. En vez de las repetidas protestas respecto de una situación que, en verdad, creo susceptible de mejorar con una correcta administración interna, él busca el camino difícil, pero necesario y accesible, de las propuestas, donde nos presenta interesantes lineamientos para abordar los problemas actuales y enfrentar aquéllos que llevarán a nuestra Universidad a un desarrollo sostenible. 'Sin duda, tales propuestas concitarán opiniones a favor y en desacuerdo y, por ello, provocarán la necesaria discusión e intercambio de ideas en busca del mejor camino hacia el futuro, lo que indisimuladamente constituye uno de los propósitos del autor. Pero qué más propio de una Universidad que llevar a cabo una discusión de temas trascendentes para ella y la sociedad, y qué más pertinente que hacerlo sobre la base de propuestas concretas, como las que aquí se exponen.

La Universidad de Chile no es patrimonio ni de sus académicos ni de sus autoridades. El objetivo de sus miembros no puede ser el de maximizar los intereses institucionales particulares, sino que velar por aquéllos superiores del país. En este sentido, no puede dejar de ser interesante la reflexión del autor acerca de la responsabilidad gubernamental por un verdadero proyecto de educación superior, que obligue a la Universidad de Chile a elaborar su propia estrategia de desarrollo en un marco de acción conocido, equitativo y no limitativo a su propio quehacer, como se observa hoy en parte del marco institucional que otorga subsidios no equitativos entre universidades, lo que hace válido pedir reglas para el sistema educativo superior más que para una universidad en particular. Las instituciones que se saben fuertes, como nuestra Universidad, no pueden temer a una sana competencia por los recursos fiscales. Por ello, tampoco internamente debiera desaprobarse la posibilidad de descentralizar los ingresos directos en cada unidad y de centralizar, en la autoridad central de la Universidad, el Aporte Fiscal Directo, el que se asignaría a las unidades en función de proyectos de desarrollo con impacto positivo interno en la Educación y externo en la Investigación. Esto último, por cuanto el real valor de los resultados investigativos está en el grado de contribución a la sociedad toda, lo que obligará a una asignación de recursos a proyectos que demuestren su impacto positivo, la capacidad de transferir los resultados y la viabilidad de su adopción por la comunidad interna o externa. De esta forma, el presupuesto se convertiría, como en cualquier institución moderna, en un instrumento de gestión proactivo del desarrollo institucional equilibrado, posibilitando proteger a aquellas unidades académicas que teniendo enorme importancia en el desarrollo integral del hombre y la sociedad, no pueden defenderse ante las reglas cortoplacistas del libre juego del mercado.

El desafío de la modernidad pasa por este desarrollo equilibrado, donde una dirección superior sea capaz de articular armónicamente las piezas bajo su autoridad, para la consecución de esos intereses superiores de la comunidad a la que nuestra Universidad se debe. Para ello, es determinante una compatibilización de intereses sustentada, en forma participativa y amplia, en los necesarios cambios en los procesos decisionales y formas de gobierno universitario.

La modernidad también obliga. Obliga a enfrentar con realismo los problemas de infraestructura, a aceptar el juicio público por lo que se hace con los recursos que se reciben del Estado y los alumnos, a implementar un plan de racionalización permanente que, bien administrado, debe significar crecer en actividad, proyectos, resultados e infraestructura y no reducir personal como equivocadamente muchos asocian. La modernidad también obliga a reducir las unidades que no justifican su tamaño y redestinar los recursos liberados a aquéllas que tienen un potencial real pero no desarrollado por falta de ellos, a probar esquemas organizativos distintos, a evaluar la conveniencia de reducir los servicios centrales para potenciar el trabajo académico, a asumir la responsabilidad y aceptar el control a la gestión directiva y, en definitiva, a entender que cambió la situación histórica en que la Universidad de Chile se desenvolvió en el pasado. La exclusividad de. su accionar hoy debe ser compartida con muchas otras instituciones de educación superior, su carácter de Universidad Nacional sólo se mantiene en el alcance de su trabajo académico y capacidad de vinculación regional, y su futuro depende de ella misma, de los resultados de lo que hace y por lo que representa.

La Universidad se inserta en un medio que busca y valora la eficiencia como una variable preponderante para la aprobación de su acción y debe aprender a responder a estos nuevos retos que le impone el medio en que se desenvuelve.

Lo que nos entrega en este libro el profesor Riveros es un camino que, observando pero no quedándose en las reminiscencias del pasado, propone estrategias y acciones para alcanzar el anhelado desarrollo sostenido de nuestra Universidad de Chile. Podrán haber otras posiciones distintas a las de él, y ojalá las haya, ya que el camino correcto sólo se puede visualizar en una sana discusión e intercambio de ideas entre todos los que sienten suya la responsabilidad de hacer la Universidad.

Como Director del Centro de Investigación Aplicada para el Desarrollo de la Empresa de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile, me siento muy satisfecho de ver materializarse este segundo texto sobre administración universitaria en menos de dos años de la creación de su Programa de Gestión Universitaria.

Pero más satisfecho me siento como universitario, al ver que tenemos internamente la capacidad de elaborar propuestas que hagan observar con optimismo el desarrollo sostenido de nuestra querida Universidad, tarea ineludible de quienes estamos en ella.

Nassir Sapag Chain

Compartir:
https://uchile.cl/u7682
Copiar