2.1 Aspectos Generales

II.1.1 Introducción

Este capítulo constituye una propuesta para la discusión interna dirigida a la comunidad universitaria. Contiene los lineamientos básicos de un Plan de Desarrollo Estratégico para la Universidad de Chile, haciendo uso de los conceptos que son comúnmente parte de este instrumento: el análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas relativas a la institución, el establecimiento de ciertos objetivos estratégicos, y un conjunto de medidas de tipo estratégico d le corto y largo plazo. El fundamento de los diagnósticos y propuestas aquí contenidos se encuentran en lo planteado en el documento "Enfrentando el reto del futuro"[1], especialmente en lo que dice relación con las definiciones acerca del rol y misión de la Universidad, y los elementos que caracterizan a la situación actual de la misma. Tal diagnóstico se basa en un análisis realista y profundo de las condiciones prevalecientes en lo interno y externo, para así poder construir un modelo de desarrollo y crecimiento. Asimismo, esté planteamiento de índole estratégica se acompaña de un análisis y una propuesta financiera[2]que enmarca la situación externa e interna prevalecientes. Las ideas aquí planteadas han considerado los aportes formulados por colegas académicos y profesionales en diversos foros y reuniones sobre el tema, constituyendo discusiones destinada a consensuar una propuesta. La misma deberá constituirse en el norte para el desarrollo de la Universidad de Chile en la próxima década, echando con ello las bases para definir en forma efectiva su rol nacional, enmarcado. en su tradición pluralista, tolerante y de la más alta excelencia académica.

Los Propósitos de un Plan Estratégico

El diseño estratégico es indispensable en toda institución a fin de encauzar su trabajo y las decisiones de corto plazo en la dirección de objetivos de mediano y largo plazo. Para la Universidad de Chile este ejercicio es de crucial importancia. Durante un largo período la Corporación estuvo intervenida, inhibiéndose con ello la formulación de una estrategia de desarrollo académico de largo plazo consonante con su misión y tradicional rol en la sociedad chilena. Con el retorno a la democracia, el énfasis se colocó en la normalización del trabajo institucional y la restauración de las condiciones básicas para su mejor funcionamiento académico y administrativo, seriamente deteriorado durante los años de intervención. El inicio de este proceso estuvo marcado por una difícil situación en lo económico, como asimismo en cuanto a la moral de trabajo y al necesario protagónico rol académico en el diseño de la labor institucional. En medio de una compleja organización, de una cultura de fragmentación, y de un cambio desfavorable en el conjunto del sistema universitario, se debieron emplear grandes esfuerzos para ir sorteando el día a día en una perspectiva de desarrollo institucional sostenible. Dichos esfuerzos permitieron recuperar el trabajo institucional y proteger, en lo posible, el nivel académico que, afortunadamente, nuestra Universidad no perdió. Pero este proceso de recuperación tuvo lugar ante la completa ausencia de una política definida del Estado respecto del sistema universitario estatal y el subsidiado, en particular de la Universidad de Chile. El énfasis en la recuperación de la normalidad y la ausencia de una real política de Estado obstaculizaron el logro de los objetivos estratégicos diseñados a comienzos de la década de 1990, y dificultaron el camino de recuperación y reconstrucción del trabajo institucional. La ausencia de un real pían estratégico y de políticas externas apropiadas -unidas a los problemas de gestión interna - han conducido a un progresivo deterioro material, y a la falta de objetivos corporativos orientadores de la políticas de corto plazo, problemas todos manifestados en el desconcierto e inconformismo de la comunidad universitaria. Asimismo, la situación prevaleciente ha resultado en fricciones internas, serios problemas de gestión, pérdida del sentido global de institución, señales equívocas en cuanto al rol que debe cumplir la Universidad de Chile en nuestros días, pero, por sobre todo, una creciente desazón entre sus académicos, estudiantes y funcionarios.

II.1.2 Los Antecedentes

El Plan Estratégico que la Corporación preparó el año 1992 es útil como referencia, pero precisa de una exhaustiva revisión que tenga en cuenta los desarrollos más recientes. Muchos de sus diagnósticos son aún válidos, pero otros necesitan corregirse en la perspectiva que otorga la experiencia de gestión de los últimos años y las cambiantes condiciones relativas al sector universitario y a la propia realidad nacional. Un problema más de fondo ha sido, sin embargo, que dicho Plan constituyó una elaboración fundamentalmente teórica, que no ha servido efectivamente al propósito de guiar las decisiones específicas de corto plazo. Además de ese problema, vinculado a una cierta falta de voluntad de la dirección superior e intermedia de la Universidad en tomo a orientar las acciones en un sentido estratégico, el plan institucional no fue sujeto a validaciones, como debió acontecer en orden a incorporar los naturales cambios que han tenido lugar tanto internamente como en el medio externo relevante. Aunque los objetivos sigan siendo los mismos en términos generales, los mecanismos y las metas de corto plazo pueden cambiar substantivamente, así también cambiando las recomendaciones para la acción. La no revisión y discusión del Plan Estratégico de 1992 ha despertado natural inquietud en la comunidad universitaria, carente de un norte definido y de una clara concepción sobre el rol de la institución. Ha concitado, además, contradicción con los planes elaborados a nivel de los organismos académicos, acentuando el carácter segmentado de la política universitaria y contribuyendo a acciones no estructuradas en tomo a objetivos de desarrollo estratégico.

II.1.3 Los Contenidos

La necesidad de un Plan de Desarrollo Estratégico es una oportunidad para definir los aspectos más vitales del trabajo institucional. Esta propuesta de Plan se dirige a enriquecer el liderazgo de la Universidad de Chile en al ámbito universitario y en pro de su rol de Universidad Nacional, entendiendo por tal el de orientarse a aportar sustantivamente respecto de los problemas prioritarios a nivel del país y de la - sociedad. En la misma, se proyecta a la Universidad de Chile hacia fines de la primera década del próximo milenio, estableciéndose las condiciones que prevalecerán en lo externo e interno, y las políticas que han de permitir un desarrollo estratégico de las posibilidades. Se ha elegido dicho período por constituir una plazo razonable para que, en forma inicial, pueda proyectarse el quehacer institucional de largo plazo. El Plan se dirige a fortalecer el rol de la Universidad en cuanto centro de reflexión sobre nuestra sociedad y el sentido de su cambio constituyéndose también en una depositaria y diseminadora del bagaje cultural de la Nación. En particular, el Plan considera la necesidad de consolidar la excelencia académica de la Universidad de Chile en el campo de la investigación y la docencia, como requisito para cumplir en forma integral con su rol nacional y protector del bagaje cultural, artístico, científico y técnico del país. En cuanto a la forma de operacionalizar estos objetivos, el Plan se enmarca en la necesidad de optimizar la gestión, promoviendo mecanismos consistentes con una mayor efectividad y una más eficiente organización, y de lograr un más sustantivo apoyo de la política del Estado buscando la especialización que requiere la obtención de un mejor posicionamiento instítucional.

El Plan analiza las condiciones externas prevalecientes, planteando las oportunidades y amenazas que caracterizan a nuestra institución de modo realista y constructivo. Asimismo, explícita las condiciones internas que existen, en cuanto a las fortalezas y debilidades que la conducción de la Universidad debe tratar de promover o transformar, según sea el caso. En este sentido, los planteamientos que formula el trabajo que aquí se presenta, privilegian el realismo respecto del diagnóstico, sin propender a menospreciar los problemas existentes, o a sobrevalorar las fortalezas y posibilidades de desarrollo. No se trata de presentar un documento que induzca a error, en el propósito de satisfacer superficialmente puntos de vista comunes en el plano interno, aunque usualmente desinformados. Sólo un diagnóstico realista y desapasionado puede constituir un planteo razonable de objetivos alcanzables sobre la base de acciones concretas. En este sentido, el Plan propone, en términos generales, algunas acciones estratégicas de corto y mediano plazo, las que han de constituir los lineamientos para guiar las decisiones coyunturales en el contexto de un desarrollo global., El mismo se asienta en la necesidad de cambiar las condiciones existentes en lo interno -antepuestas a la consecución de los objetivos centrales - sobre la base de acciones relativas a estructura, financiamiento y evaluación de la gestión institucional. Se sigue así lo planteado anteriormente, en el sentido de que la acción de mejoramiento interno es un camino indispensable para obtener mejores resultados y un posicionamiento adecuado ante los interlocutores externos. Consecuentemente, el Plan se constituye en una explicitación de los objetivos institucionales y de las acciones fundamentales para lograrlos, convirtiéndose en el fundamento de las acciones destinadas a mejorar las relaciones con el Estado y a modificar el restrictivo escenario externo característico de los últimos años.

II.1.4 El Uso del Plan

Un Plan Estratégico es, pues, un instrumento dinámico e indispensable para insertar las decisiones en una cierta lógica de desarrollo. No se trata solamente de ideas para ser plasmadas en documentos que han de tener alguna circulación y difusión en nuestra comunidad, para luego almacenarse sin que constituyan el norte del trabajo de construcción institucional Un Plan debe, de verdad, constituir una guía para las decisiones específicas, basada en principios y objetivos de largo plazo; en tal sentido, constituye un mapa de ruta que tiene que seguirse y, del mismo modo, perfeccionarse permanentemente en el seno de las unidades académicas. Debe, por tanto, constituir un instrumento de trabajo de la autoridad en el ejercicio de su función y liderazgo directivo, convirtiéndose en un instrumento vital en el proceso de toma de decisiones especialmente cuando éstas se adoptan en un contexto de descentralización operativa, con una estructura administrativa menos vertical y mayormente horizontal. En particular, el Plan debe constituirse en el fundamento de un control de la gestión interna que se base en parámetros globales y objetivos institucionales. Por último, el Plan estratégico para la Corporación debe complementarse con Planes de sus unidades operativas -Facultades, Institutos, Escuelas y Departamentos- de cuyo conjunto debe surgir un. todo coherente para que la gestión se inserte en un marco de objetivos compatibles y de largo plazo.

II.1.5 Situación que Enfrenta la Universidad

Existen cuatro aspectos globales que, en forma a simplificada, caracterizan la actual situación de la Universidad de Chile, y que han sido discutidos en el capítulo anterior. El diagnóstico basado en estos aspectos resulta indispensable para determinar el punto de partida del Plan en términos de los objetivos institucionales y de las condiciones prevalecientes para implementar políticas de distinto alcance. Los mencionados aspectos se pueden sintetizar en los siguientes: (a) baja motivación; (b) persistencia de profundos problemas financieros y organizativos -grandemente vinculados a una poco definida responsabilidad del Estado y fallas en la gestión interna; (c) una historia reciente de esfuerzos solemos con discutibles resultados visibles; (d) existencia de un desfavorable ambiente externo. Frente a esto, sin embargo, existen fundadas expectativas de un cambio en orientación y liderazgo que, junto con los mejores recursos humanos del país en el ámbito académico y estudiantil, pueden provocar un vuelco sostenible en las tendencias del desarrollo institucional recientemente observadas. La misión de la Universidad de Chile -búsqueda de la verdad dando paso a la generación y diseminación de conocimiento para posibilitar un desarrollo nacional cierto y armónico en lo económico social y cultural constituye la piedra angular en cuanto a la identificación de los objetivos y medidas estratégicas, en el análisis de la situación externa e interna.

Prevalece una baja motivación en el estamento académico, causada por el sentimiento de abandono que provoca la ausencia de una política estatal definida. Esto se deriva, además, de la falta de reconocimiento sobre el especial rol de la Universidad de Chile en su carácter de Universidad Nacional, estructural y funcionalmente compleja. Para muchos, dicha ausencia de política se relaciona sólo con la necesidad de mayores recursos financieros; para la gran mayoría, sin embargo, se trata también de la necesidad de establecer reglas claras para el mejor funcionamiento del conjunto del sistema universitario. Esto tiene que ver con un financiamiento basado en la relevancia de la tarea académica y excelencia del personal académico, en compromisos de gestión, en asignación de recursos por mecanismos competitivos, en una similitud en normativas operacionales para aquellas instituciones que reciben recursos estatales y en una definición de las áreas y funciones que el Estado privilegia como fundamento de su política universitaria. En particular, el tema dice relación con el financiamiento de la inversión, la ampliación de los sistemas de crédito y asistencia estudiantil y el apoyo a las áreas de mayor fragilidad para obtener adecuado financiamiento vía mecanismos de mercado. La existencia de una baja motivación académica y funcionaria se complementa, además, por una baja credibilidad de la autoridad, en términos generales, debido a la percepción de resultados materiales limitados, como asimismo respecto de la ausencia de un apropiado diseño del sistema de incentivos y construcción de un proyecto universitario realizable. Se percibe una institución desdibujada frente a sus antecedentes históricos y los desafíos presentes, caracterizada por progresos insatisfactorios a pesar de los esfuerzos por permitir la reinserción de la Corporación y su redefinición institucional a partir de 1990. El problema se agrava con la ausencia de propuestas académicas sólidas y explícitas, capaces de hacer mirar hacia el futuro para crear el espíritu positivo que, en un sentido estratégico, requiere el trabajo institucional.

Predominan serias fallas en estructuras y organismos decisionales. Es particularmente dañina la relativa distancia existente entre la autoridad superior y los organismos donde se efectúan las acciones y cobran vida las decisiones (Departamentos y Escuelas). Asimismo, los organismos de legislación universitaria se confunden con los decisionales ; las autoridades se concentran en tareas generalmente fuera del ámbito más amplio de la conducción global, en el esfuerzo por resolver problemas puntuales y se encargan de la administración de organismos específicos que, como el Hospital o la Extensión, requieren de mayor autonomía. Existen enormes rigideces legales y culturales para promover una organización más efectiva, sumándose a las barreras que levanta la normativa externa la que se ha generado en forma profusa a nivel interno. Prevalecen también muchas duplicaciones y superposiciones temáticas, concerniendo tanto a investigación corno a carreras, posgrados e institucionalidad académica, al mismo tiempo que no se privilegia el trabajo interdisciplinario e inter-facultades, que es donde efectivamente residiría una gran ventaja comparativa de nuestra Universidad de Chile. Por el contrario, cunde un cultura aislacionista, marcada por enfoques puramente locales de los temas de financiamiento global. Al mismo tiempo de privilegiar la Universidad de Chile su diversidad disciplinaria, la institución carece de definiciones apropiadas sobre sus énfasis principales, como asimismo de instancias apropiadas para decidir sobre tal materia.

La Universidad empleó al menos cuatro años con posterioridad a 1990 en el propósito de reconstruir la institucionalidad y normalidad de la vida académica y funcionaria sensiblemente afectadas a fines de la década anterior. Muchos de los intentos posteriores en cuanto a permitir el salto cualitativo que la institución necesita, han sido incomprendidos e incompletos, y además carentes de un proyecto global y participativo, dificultados por una cultura institucional fragmentaria. Aunque se logró mejorar parcialmente el profundo deterioro financiero y moral prevaleciente a fines de la década pasada, reconstituyendo áreas particularmente debilitadas durante la anterior gestión, no se solucionó el problema de baja participación académica y de falta de proyectos viables. Además, la sostenibilidad y continuidad de los logros posteriores a 1990 requiere de un proyecto de desarrollo institucional que la comunidad no percibe, y de un liderazgo que demanda un cambio en estructuras y mecanismos de participación.

Los esfuerzos post-1990 se han visto también obstaculizados por la existencia de un problema financiero estructural, manifestado en bajas remuneraciones, escasos recursos de inversión e inadecuados sistemas de distribución entre organismos. Ello ha conducido a un progresivo deterioro en instalaciones, como en cuanto a la formación de nuevos equipos académicos. No existe claridad respecto de los costos de las actividades de docencia e investigación, la entrega de recursos se efectúa sobre bases históricas, sin considerarse el logro de objetivos específicos, y prevalece una significativa carencia de indicadores de gestión y producción académicas que permitan instaurar políticas proactivas en el ámbito presupuestario. Existe un alta centralización en las decisiones administrativas y financieras, junto a un significativo problema de deuda bancaria y ausencia de definiciones estructurales sobre el propósito del financiamiento otorgado a los distintos organismos. El aporte extraordinario que el Estado ha realizado desde 1990, ni siquiera se ha incorporado al presupuesto regular de la Corporación, y podría ser eliminado por una decisión política, así sumando el factor incertidumbre a la existencia de ya limitados recursos.

Los esfuerzos financieros y organizativos intentados en años recientes, se han visto obstruidos, en forma importante, por una desfavorable situación externa. Por una parte, no ha existido reconocimiento explícito y público, por parte del Estado, acerca del rol especial de la Universidad de Chile dentro del sistema, y sobre su carácter Nacional, cuestión manifestada últimamente en el intento de incluirla en una ley que la coloca en forma totalmente equivalente al del resto de las universidades estatales. Por otro lado, como se ha mencionado, no existen reglas transparentes y equivalentes para todas las universidades que reciben recursos del Estado, creando un desbalance que afecta negativamente a la Corporación. Dado las políticas prevalecientes, es altamente probable que no hayan más recursos especiales para la Universidad de Chile, al menos en ausencia de un proyecto de desarrollo institucional que subraye su rol nacional y establezca claros compromisos de gestión y de fomento de áreas y programas cruciales para el desarrollo del país. Por otro lado, el ambiente entre las restantes universidades estatales no es favorable, lo que obliga a la Universidad de Chile a promover la resolución de sus problemas en forma más bien independiente, y muchas veces en abierta contradicción con aquéllas. Al mismo tiempo, enfrenta una seria competencia por parte de las universidades privadas y estatales, que puede resultar necesaria y positiva para el desarrollo del sistema universitario, demandando una mayor efectividad y agilidad en su respuesta.

La Universidad de Chile cuenta, sin embargo, con los mejores recursos humanos en el ámbito académico nacional, y es de alta excelencia incluso para estándares internacionales, aunque pueda requerir de algunos ajustes en su distribución y diversidad. Se trata de sus profesores, investigadores y estudiantes de pre y posgrado, que constituyen el capital de mayor trascendencia para una institución universitaria. Desarrolla docencia e investigación en áreas de alta complejidad, mostrando en los últimos años una alta dinámica en la creación de nuevas carreras, posgrados y programas. A pesar de prevalecer una gran desmotivación, un amplio sentido de conflicto, y una subutilización de las capacidades existentes, los recursos humanos de la Universidad de Chile han de constituir el factor de mayor gravitación en la construcción de los objetivos de desarrollo y la adopción de medidas estratégicas. Para ello, se requiere mejorar el ambiente organizacional, de una renovación permanente y de la restauración de los mecanismos de incentivos, a la vez que proporcionar una agenda de desarrollo factible junto al liderazgo necesario para un compromiso de traba o institucional.

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[1] Veáse elCapítulo I en este mismo Volumen. Volver
[2] Veáse elCapítulo II en este mismo Volumen. Volver
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