La deuda política con la U. de Chile

Santiago, 28 de Septiembre 2004.

Establecer un sistema de financiamiento para la Universidad de Chile que le permita una actividad académica exigente, intelectualmente libre y de calidad internacional, sigue siendo una deuda política con consecuencias.

En un ambiente de dificultades financieras, la docencia es una de las vías más inmediatas para que las universidades aumenten sus ingresos (nuevas sedes, carreras, vacantes y aranceles). La publicidad señala que varias de nuestras universidades transitan por esa vía y que otras, aunque no lo publicitan, para allá van, en especial por sus aumentos de vacantes en carreras "demandadas". En torno a la docencia universitaria se ha desarrollado un mercado muy competitivo y heterogéneo, en el que el tema del respeto a las reglas de la academia rigurosa no es menor. Como decimos en el campo, "la necesidad tiene cara de hereje".

Recientes artículos de la prensa europea llaman a escándalo porque universidades públicas, algunas de prestigio mundial, están relajando los estándares docentes para no perjudicarse económicamente, al depender fuertemente de los aranceles. Se señalan instructivos de autoridades universitarias que "recomiendan" a los profesores ser "cuidadosos" en la corrección de pruebas y a minimizar las reprobaciones, debido a la disminución de postulantes. Indican, además, las consecuencias económicas que tendría no tratar bien a los alumnos extranjeros, especialmente a los que ingresan a los muy bien pagados programas tipo MBA.

Que en países desarrollados universidades con tradición de rigurosidad y productividad académica relajen sus estándares y programas docentes por motivos económicos no debiera sorprender. Cuando el financiamiento universitario vía alumnos adquiere importancia, es fácil que se generen malas prácticas. Un sistema universitario que por diseño es masivo y acoge a un alto porcentaje de la población tiene que tener mucha mediocridad de por medio. Evitar la degeneración hace sentido. Pero es más relevante cómo no forzar a las pocas universidades que pueden ser buenas a masificarse y mercantilizarse para sobrevivir. 

La ética y la rigurosidad en el oficio son valores tradicionales de nuestro sistema universitario. El financiamiento de la U. de Chile debe ser parte de la actual agenda política si de verdad queremos que se mantenga como referente intelectual y valórico.

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