Como parte de una iniciativa del Fondo de Acción Global para Infecciones por hongos (GAFFI), organización que tiene como objetivo ver cuál es la casuística e incidencia de las enfermedades fúngicas invasoras a nivel mundial, Eduardo Álvarez, académico del Instituto de Ciencias Biomédicas y presidente de la Asociación Micológica de Chile (Amich), lideró el primer estudio que estimó la incidencia de este tipo de patologías en Chile.
“Las micosis son el pariente pobre de la microbiología”, señala el académico, quien cuenta que a falta de un programa de vigilancia -el cual existe en otros países desarrollados- las estimaciones de este estudio pionero en Chile se basan en los reportes que hace el Instituto de Salud Pública (ISP), los reportes que hace ONU SIDA, Unicef, los datos que entrega el mismo CENSO y la OMS, entre otros. “En base a toda esa información nosotros aplicamos estadísticas y cálculos que se usan en epidemiología, para así estimar la carga fúngica invasora”.
Según las estimaciones de la investigación, los chilenos que presentarían infecciones fúngicas graves, alcanzarían los 325 mil anualmente, equivalente a un 2 por ciento de la población. La candidiasis vaginal producida por la Candida albicans, la aspergilosis broncopulmonar alérgica (ABPA) causada por Aspergillus especies y el asma grave con la sensibilización fúngica (SAFS), serían las infecciones por hongos más comunes en la población.
Álvarez califica esta realidad de afortunada -“si tú comparas con otros países de África, de Centro América, nosotros estamos bien”-, no obstante alerta que en Chile el diagnóstico de micosis no siempre es posible. “Un paciente que está en Coyhaique, en Punta Arenas, en Arica, no tenemos claro si tiene acceso a un buen diagnóstico”, señala el académico, quien además agrega que “las micosis muchas veces son una amenaza fantasma, hay muchas que son silentes, que no son diagnosticadas, por ende, se les pasa por alto, y a veces el paciente muere y luego se dan cuenta que murió por una micosis”.
La mortalidad de estas patologías depende en gran medida de qué tipo de micosis es. “Una muy frecuente es el pie de atleta, pero de un hongo en los pies, nadie muere. Sin embargo, hay otras micosis que tienen una mortalidad que llega al 80 o 90 por ciento”, afirma.
Otro punto que hay que considerar cuando se habla de una infección grave por micosis, es el estado de salud de los pacientes. Además de las edades extremas, que siempre implican mayor riesgo, un niño que tiene leucemia, una persona con algún tipo de cáncer que está en un tratamiento quimioterápico o un paciente con VIH, suelen ser pacientes inmunocomprometidos, por ende, no tienen la capacidad de defenderse bien ante un agente micótico.
“Por ejemplo, un Aspergillus que llega al pulmón, causa un aspergiloma en los pacientes neutropénicos, y la mortalidad ahí puede ser alta. En un paciente sano, no. De hecho nosotros respiramos todos los días esporas de Aspergillus, pero como somos inmunocompetentes no nos pasa nada”, subraya el experto quien advierte que “en el caso de un transplantado renal que adquiere una infección por hongo fusarium, se dice que por día su mortalidad aumenta un diez o doce por ciento. O sea, eso nos da que en dos semanas podría estar muerto”.
Cambio climático: El desplazamiento del mundo fúngico
Existen muchos tipos de hongos cuyo desarrollo y crecimiento se ve fomentado en alta humedad y temperatura. Es por lo mismo que las condiciones climáticas de nuestro país dificultan que algunos hongos estén presentes.
Dadas estas condiciones, ya existen hipótesis de científicos que apuntan a un cambio en la población de hongos en nuestro país, conforme varíen las condiciones por el cambio climático.
“Todos pensamos que va a subir la temperatura en muchos lugares, y que en el caso de Chile, podríamos tener uno, dos o tres grados sobre la media que tenemos habitualmente. Probablemente, si eso también se relaciona con la humedad ambiental, podría darse el caso de que hongos que son de regiones subtropicales, ahora estén presentes en nuestro medio”, concluye el Dr. Álvarez, quien detalla que hongos que no se desarrollan en nuestro territorio, podrían desplazarse de Ecuador, de Perú, de Bolivia, del norte Argentino y alcanzar latitudes como las nuestras.