“Uno de los desafíos que tenemos constantemente dice relación con la divulgación de los procedimientos, experiencias, investigaciones, reflexiones, aprendizajes e innovaciones que la Institución tiene en torno a la docencia de pregrado y este conversatorio tiene este propósito”, enfatizó la directora del Departamento de Pregrado, Leonor Armanet, al abrir la jornada a la que asistieron docentes de distintas unidades académicas, que atentos a lo expuesto, participaron a través de preguntas y posteriores reflexiones en el taller realizado luego de la presentación de experiencias.
“Creo que los espacios de compartir experiencias y aprendizajes que uno va desarrollando, son quizás la oportunidad más relevante para ir mejorando, sobre todo el compartir desde una perspectiva interdisciplinaria. Lo que hacemos nosotros es muy complejo y no basta con tratar de resolverlo uno solo, necesitas compartirlo con otro”, subrayó la académica del ICEI, Andrea Valdivia, al comenzar su narración.
Entender la docencia como investigación
La profesora Valdivia, quien imparte el ramo de “Sujeto, creación y producción de conocimiento” para estudiantes de Periodismo y Cine y Televisión, conversó acerca de su experiencia con este curso en el contexto de la innovación curricular y en una unidad como el Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI), que asume que el periodista y realizador audiovisual requieren de una formación en un campo interdisciplinario.
Sobre la experiencia, la docente destacó la construcción conjunta de la propuesta por los cinco académicos y académicas responsables de la asignatura, en “un curso complejo porque no se sostiene sobre contenidos, sino que sobre experiencias y habilidades a desarrollar, lo que genera mucha incertidumbre, también para el equipo docente”. Esta incertidumbre, si bien es necesaria para la creación, dijo, implica hacerse cargo de lo que ella puede generar en estudiantes con menos herramientas para sobrellevarla.
Para enfrentar los retos y preocupaciones que surgen de la labor docente, “estamos investigando en este curso, justamente la propuesta de cómo hacerse cargo de este escenario de desafío y lo que hemos hecho es ir monitoreando en las cinco secciones, con los académicos, la propuesta didáctica que se implementa y cómo mejorarla, sobre todo en una de las dimensiones que es la más novedosa para nosotros que es la creación o la producción de un relato en distintos formatos. Eso para mí ha sido quizás lo más importante, entender la docencia como investigación también. Mi propósito es que aprendan todos los que están en la sala de clases. ¿Cómo aprenden?, esa es mi pregunta de investigación”, puntualizó la docente.
Reemplazar las clases tradicionales por el trabajo colaborativo
Partiendo por contextualizar cómo se trabaja en Ingeniería, el profesor Patricio Felmer, presentó la propuesta de trabajo académico que realiza desde el segundo semestre de 2016, junto a su colega Cristian Reyes, para los ramos de Introducción al cálculo e Introducción al álgebra, a cursos repitentes, “que me parece absolutamente posible en cursos de no repitentes”, y donde reemplazaron las clases tradicionales por el trabajo colaborativo.
En la propuesta, los estudiantes disponen de apuntes con toda la materia, tres vídeos explicativos semanales de 6 a 8 minutos y problemas para resolver en clases. “Los estudiantes llegan a la sala que está dispuesta en mesas y sillas para trabajo en grupos, los que se conforman al azar [cada clase]. Cada grupo recibe un problema y trabaja de manera colaborativa hasta resolverlo. Cuando un grupo pide ayuda, un monitor se la proporciona, preferentemente con preguntas. Se trata de que se entregue el mínimo de información y plantear una pregunta que provoque el “ahhh” que les permita seguir trabajando. Cuando un grupo dice que ha terminado, tiene que explicar al monitor cómo resolvieron el problema, qué supuestos y pasos realizaron y explicar qué fundamentó estos pasos. En todo momento los monitores estimulan el trabajo colaborativo”, explicó el profesor Felmer.
“¿Funciona esta estrategia sin clases?, sí funciona. Los estudiantes manifiestan que la metodología les ayuda, que aprenden, se sienten más seguros y les gusta conocer a sus compañeros. Eso he obtenido de la encuesta docente”, indicó el académico.
Integración horizontal y vertical de las asignaturas
Desde Arquitectura, el profesor Diego Vallejos, se refirió a su experiencia en torno a la innovación curricular de una carrera con un cuerpo académico muy cercano a la tradición maestro-discípulo y caracterizada por la inversión de gran cantidad de horas en trabajo y estudio de los estudiantes, quienes no siempre cuentan con un conocimiento profundo de lo que es la carrera y cambian considerablemente su dinámica entre el colegio y la universidad, expresó el docente.
En este contexto, “aparece muy fuerte la búsqueda de una integración horizontal (...) Una de las cosas principales ha sido tratar de orientar, sistematizar, acompañar el proceso. Este trabajo ha tenido que ver con la integración horizontal de las distintas asignaturas y considerar cuántas horas el estudiante trabaja. Entonces hubo un gran recorte de horas para que los estudiantes pudieran dedicarse de manera sana [al estudio]”.
“Hasta ahora, en la programación, hemos podido cumplir con esto, lo que ha sido un gran avance”, señaló Vallejos, quien como desafíos próximos planteó el trabajar los mecanismos de control del tiempo invertido por los estudiantes y “ver cómo proyectamos esto hacia arriba. Creo que esas dos integraciones, la horizontal y la vertical, y particularmente en el uso del tiempo va a ser fundamental”.
¿Qué caracteriza a una buena docencia?
Durante la ronda de preguntas, entre otras cosas, los académicos expresaron qué entendían ellos como una buena docencia. Para Patricio Felmer, “una buena docencia, es una docencia que crea suficiente incertidumbre para abrir y liberar la creación. Es una docencia que pregunta, que estimula. Si en una universidad esas cosas pasan, de alguna manera, está bien”.
En palabras de Diego Vallejos y pensando en los desafíos para una mejor docencia, “necesitamos entender cómo funciona el aprendizaje, cómo acompañarlos, porque nos quedamos en el lado de la enseñanza y hacemos poco por acompañar al estudiante en el aprendizaje y creo que ahí hay mucho por hacer. Lo segundo, poder enfocar, ayudar y explicar al estudiante cómo va a servir esto o en qué contexto esto funciona en el mundo laboral. Yo creo que eso es clave”.
Y agrega: “particularmente en primero, hay un potencial que podríamos aprovechar mejor. No le tienen miedo a la universidad y son muy creativos, confían en que la Universidad de Chile tiene un rol social, en que podemos cambiar el país, cosas que después se les van olvidando y yo creo que ahí también hay una responsabilidad en esta integración, ojalá vertical, donde pudiéramos hacer un acompañamiento en torno a ese currículum transversal o ese itinerario de ideales, por así decirlo, que son parte de la formación también”.
Sumándose a las opiniones de sus colegas, Andrea Valdivia, añade que “la buena docencia es la que logra su propósito, que aprendan. Y en este sentido, hacemos grandes avances en probar, en explorar y eso también es una buena docencia, la que entiende que eso se está probando constantemente, que experimenta, que nos genera incertidumbre a nosotros. La evaluación de nuestro propio ejercicio y evaluación también del logro de sus aprendizajes”.
“Para aquellos que se desempeñan en la investigación, la invitación es a entender que lo que hacemos en docencia también es necesario investigar, indagar, no necesariamente en términos formales, pero sí ir viendo qué resulta e ir recopilando ese material. Sé que es mucho trabajo, el proceso es lento, nuestro trabajo se tiene que pensar a mediano y a largo plazo. Recuperar la idea de artesanía, la mezcla perfecta entre una lógica de profesión docente y también de un artesano”, cerró la profesora.