Enmarcado en el plan de desarrollo docente del Departamento de Pregrado, el panel de expertos “Hacia una educación superior inclusiva”, dio inicio oficial al programa de formación en Docencia universitaria para los primeros años de la educación superior, cuyo objetivo es proponer estrategias para la generación de experiencias de aprendizaje significativas para los estudiantes de primeros años, a partir de la reflexión en torno a los desafíos de un proceso formativo basado en la equidad e inclusión de la diversidad.
Equidad e integración
El reconocimiento de las juventudes en educación superior y el análisis de distintos instrumentos aplicados a estudiantes de la Universidad de Santiago de Chile, fue la base de la presentación de Karla Henríquez, coordinadora de Diagnóstico de Perfil de Ingreso de dicha casa de estudios, quien enfatizó en la necesidad de ser conscientes de que el llamado a fortalecer la equidad en educación superior e incorporar políticas públicas educativas integradas, sucede en un contexto que aún no es de equidad y “no nos favorece”, por lo que “hay que aceptar que vamos a cometer errores”.
En este marco, la profesional expuso algunos resultados que pueden ser de ayuda para orientar algunas prácticas formativas, como la necesidad que tienen los estudiantes de conocer la utilidad de las materias abordadas, el desconocimiento acabado de los programas y sello institucional o la diversidad de estudiantes que por ejemplo trabajan, tienen hijos o son deportistas de alto rendimiento, entre otros. Esto plantea nuevos retos y preguntas como “¿qué condiciones y experiencias me permiten ser consciente de las juventudes? y ¿cómo puedo incorporar la diversidad a mi práctica docente?”, las que Henríquez dejó como reflexión para la audiencia.
Inclusión
Por su parte, Gonzalo Gallardo, coordinador del Observatorio de la Juventud Universitaria de la Pontificia Universidad Católica de Chile, subrayó en que la inclusión es un proceso permanente, que no es un atributo de las personas, sino que del contexto y que en educación superior siempre existe un riesgo de inclusión excluyente, cuando quienes ingresan, ya estando dentro no pueden conectarse ni acceder a aprendizajes relevantes. “Si estamos aspirando a la inclusión es aspirar a identificar las barreras que evitan la presencia, la participación en el aprendizaje de algunos grupos en situación de desigualdad en la universidad y esto es tarea de todos. Es el contexto el que tiene que volverse inclusivo”, dijo.
“En ese camino, nosotros los docentes, especialmente en primeros años, tenemos una responsabilidad, en el sentido de no esperar que sean los estudiantes nuevos los que tengan que calzar en la universidad, sino que buscar cómo transformamos el espacio universitario en un espacio mejor para todos”, recalcó Gallardo.
Saber aquello que se enseña, saber cómo se enseña y saber a quiénes se enseña, es esencial, dijo el académico de la PUC, quien también entregó algunas orientaciones para la docencia como no olvidar “cuánto nos costó aprender lo que aprendimos”, buscar explícitamente contenidos vinculados al proyecto futuro de los estudiantes, estar siempre abierto al aprendizaje y realizar evaluaciones tempranas que permitan retroalimentar y mejorar la asignatura.
Modelo Educativo actualizado de la U.de Chile
En el contexto de estos crecientes desafíos, Viviana Sobrero, jefa de Gestión de la Formación del Departamento de Pregrado, expuso sobre cómo el Modelo Educativo actualizado de la Universidad de Chile incorpora y orienta los procesos formativos, intencionando los temas que tienen que ver con la equidad y la inclusión. Un documento con orientaciones generales, abierto y dinámico, que se trabajó con comisiones integradas por representantes de distintas unidades de la Universidad, que surge de la necesidad de “instalar un espacio de reflexión respecto a cuáles son las implicancias para la docencia, el aprendizaje y el currículum, al hablar de diversidad e inclusión” y que “esperamos socializar, retroalimentar y discutir con toda la comunidad universitaria durante todo el 2018”.
La formación integral de personas, la pertinencia educativa, la equidad e inclusión, y la calidad educativa son los principios orientadores del Modelo, en el que se comprende la diferencia en un sentido amplio, como un valor que contribuye a la calidad educativa, indicó Sobrero, quien también se refirió a cómo se entiende el aprendizaje y la docencia desde esta perspectiva, la que es fruto de un trabajo que se ha venido haciendo en la Institución, que evidencia que si bien aún existe mucho por avanzar, hay un camino recorrido que plantea “el horizonte hacia dónde queremos caminar”.