“Lo fundamental a tener en cuenta, y lo mencionan los estudios, no es sólo que tengamos un aula diversa sino que ella se manifieste en el proceso de aprendizaje, y para que el aporte sea efectivo cada uno debe expresarse desde sus propias identidades. Es en la interacción cuando puedo expresarme desde mi mismo y aporto”.
Con estas palabras Maribel Mora, directora de la Oficina de Equidad e Inclusión de la U. de Chile, explicó la importancia de generar dinámicas en las aulas universitarias que permitan que ningún estudiante quede atrás en los procesos de aprendizaje, y que la interacción entre ellos como pares, y con los académicos, estimule una interacción donde la diversidad del país se exprese y enriquezca su experiencia formativa.
Mora expresó además que a una institución como la U. de Chile esto le permite “conocer la realidad del país desde los diferentes puntos de vista de los estudiantes: la clase social, los grupos étnicos, la condición de género o situación de discapacidad, lo que da una perspectiva distinta. Pero para ello necesitamos que los académicos estén dispuestos a escuchar a los estudiantes, y que ellos también estén dispuestos a escuchar a los demás”.
Pero ¿cómo logramos generar ese ambiente de interacción en diversidad en un contexto marcado muchas veces por la competencia y por una gran carga académica?
En el marco de la “Semana de la Docencia” realizada entre el lunes 23 y el viernes 27 de julio, organizada por el Departamento de Pregrado de nuestro plantel, el profesor de la Universidad de Barcelona José Luis Medina hizo hincapié en la relevancia de las dinámicas en las salas de clase y las cuestiones didácticas para hacerse cargo de una diversidad que “es la tónica dominante en cualquier escuela, aula y comunidad humana, que se define por la singularidad de cada uno de sus individuos que por la homogeneidad o la correspondencia de rasgos culturales, de identidad sexual o capacidad intelectual, etc.”.
En esa línea, el académico explicó que resulta fundamental poner un especial esfuerzo “en aquellos estudiantes más vulnerables. No se trata ya de una educación igualitaria, que por definición es excluyente y genera desigualdades, sino que necesitamos prestar particular atención a aquellos estudiantes que necesitan una atención suplementaria”, a través de una docencia orientada a minimizar las barreras que limitan el aprendizaje.
Entre las metodologías que el académico mencionó se encuentran distintos ejemplos que se basan en la dinámica de aula invertida, que se enfoca en un estudio guiado con materiales preparados previo a las clases, como la instrucción entre pares donde los jóvenes se involucran en su aprendizaje centrando su trabajo en pruebas conceptuales realizadas clase a clase por el instructor, la enseñanza "just-in-time", donde parte del tiempo que los estudiantes emplean en prepararse para la clase es usado para aumentar la calidad del tiempo en el aula, y el aprendizaje basado en equipos, donde a través de la colaboración y el trabajo en grupos permanentes los jóvenes adquieren autonomía, responsabilidad y nuevos enfoques para resolver problemas.
Precisamente con esa línea se han implementado en la Universidad de Chile una serie de experiencias y metodologías que van desde la estrategia de "aula invertida", hasta tutorías por pares, simulaciones clínicas o dinámicas de conversación para el aprendizaje de otros idiomas, las que han permitido abrir nuevos enfoques para la inclusión y la diversidad en las aulas de la institución.
Compromiso con la diversidad
En el marco del mismo evento Carlos Rilling, jefe de Gestión Académica, explicó que el trabajo realizado por el Departamento de Pregrado durante los últimos años se ha basado en el compromiso institucional por la equidad, "lo que nos llevó a mirar qué era lo que estaba pasando con nuestros estudiantes" a través del desarrollo de temas prioritarios: egresados, caracterización de estudiantes, razones detrás de la deserción, y titulación.
Esta centralidad en la equidad y la diversidad se sostiene en dos definiciones adoptadas por la Universidad de Chile, afirmó Rilling. La primera es la "Política de Equidad e Inclusión", que en su primer objetivo afirma buscar contribuir a la formación de una comunidad que promueva "el desarrollo de las potencialidades de quienes ingresan a la Universidad de Chile en un clima de inclusión, respeto y pluralismo", que se suma a lo establecido en el compromiso número cinco del "Modelo Educativo" de la Universidad, que apunta a la existencia de una comunidad que "busque representar la realidad nacional en las aulas universitarias".
Ambas políticas se aplican en un contexto marcado por "un entorno competitivo, donde los estudiantes que vienen están tremendamente motivados por ingresar", pero deben enfrentar distintos sesgos que dificultan su paso por la institución. Por ello -explicó Rilling-, cobra importancia la relación entre los temas que han trabajado, ya que "no se puede entender la titulación sin haber entendido antes la deserción", para lo que se encuentran desarrollando alternativas de gestión docente, para por ejemplo caracterizar los cursos y saber si los estudiantes con sus distintas historias "tienen otras responsabilidades, si son padres, si tienen trabajo, cuantos cursos tienen inscritos en el período" y hacerse cargo de las distintas realidades contenidas en un aula.
Finalmente, Rilling hizo hincapié en la necesidad de desarrollar herramientas de monitoreo "que nos permitan entender al estudiante. Ya no al curso sino al estudiante. Usamos los promedios por comodidad pero sabemos que el estudiante promedio es un mito y cuando debemos entender una trayectoria académica tenemos que entenderla caso a caso", de manera de que puedan trabajar de manera más cercana con los jóvenes y sus desafíos.