La influenza equina es una enfermedad respiratoria altamente infecciosa y de gran impacto en el rubro de los caballos. En Chile, el último brote había sido reportado 2012, causado por el subtipo H3N8, causante de la enfermedad en el mundo las últimas tres décadas. Esto, según explicó el académico de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la U. de Chile, Víctor Neira, quien lideró la investigación que logró dar con el orígen de esta patología.
“El primer caso se reportó el 10 de enero de 2018 y fue reconocido por el Servicio Agrícola y Ganadero. Este caso fue confirmado en la comuna de Colina, en la Región Metropolitana. Posteriormente el virus se extendió al resto del país. Es importante destacar que si bien previamente han ocurrido otros brotes, es relevante conocer el origen del virus actual y cómo éste se diseminó. En este caso se confirmó que se trataba del subtipo H3N8, pero existen muchas variantes de este virus”, explicó el académico.
Esta enfermedad viral afecta sólo a los equinos, y no se contagia al ser humano, pero es necesario controlarla ya que es altamente contagiosa entre caballos presentándose como un cuadro respiratorio que debilita al animal por varias semanas, con signos clínicos como tos seca, fiebre y descarga nasal.
En Chile ya se ha presentado esporádicamente durante las últimas décadas, generalmente como consecuencia de la disminución progresiva o descontinuación de los programas privados de vacunación en la especie.
En relación a los resultados de la investigación el especialista señaló que, “primero, se descartó que haya sido un virus antiguo que haya estado escondido en la población equina nacional. Esta variante se ha detectado mutiples veces durante los años 2017 y 2018 especialemente en equinos importados en el mundo, causando alarma en Europa, Estados Unidos y Asia. Este virus avanzó rápidamente a traves del país, debido posiblemente a la gran población equina no vacunada”.
Para mantener acotado el brote, la prioridad es la intensificación de la vacunación, así como la recomendación a los dueños de estos animales de evitar el movimiento de ejemplares enfermos a otros lugares, por lo menos durante 21 días, impidiendo de esta manera la diseminación del virus. Es por ello, además que en febrero de 2018, el SAG frente a los casos de Influenza Equina autorizó el ingreso excepcional a Chile de 2.390 dosis de vacunas, las que estuvieron disponibles para detener el contagio.
El profesor Neira explicó que la investigación fue posible gracias a la colaboracion entre varios grupos y universidades. Primero se convocó a un grupo de veterinarios equinos, quienes recopilaron las muestras, entre ellos destaca la colaboración del grupo de Tamara Tadich, de la U. de Chile, y de Jaime Cruces y Rene Ortega, de la U. de Concepción.
Luego de identificar y aislar los virus en el Laboratorio de Virología Animal de Favet, fueron secuenciados en Mount Sinai School of Medicine, en Nueva York gracias a la colaboracion del grupo de Rafael Medina (PUC). A este esfuerzo se suma la participación de Ruben Moreira (SAG), quien aportó con valiosos datos que permitieron entender de mejor manera como se diseminó el virus en nuestro país. Finalmente, el análisis genético, clave para obtener conclusiones, fue desarrollado por Juan Mena, alumno de doctorado Favet, y la Dra. Barbara Brito, de UTS-Australia.
Por el momento, sólo Argentina y Uruguay han notificados la presencia de Influenza Equina posterior al brote de nuestro país, por lo tanto, es posible que el virus se haya disemaninado desde Chile a Argentina como se ha reportado en brotes previos en la región.
Sobre la enfermedad
La transmisión entre caballos es muy rápida y ocurre directamente al contactar con individuos infectados y con sus secreciones, así como por vía aérea.
El virus tiene un corto periodo de incubación. El primer síntoma de la enfermedad es la aparición de fiebre, que se acompaña de la eliminación de grandes cantidades de partículas víricas vía aerógena (mediante secreciones nasales). Las complicaciones son: bronconeumonía bacteriana, miositis, miocarditis, edema en extremidades y, en casos raros, signos de encefalitis.
El tratamiento tiene varios abordajes:
Manejo: proporcionar un ambiente tranquilo y asegurar una buena hidratación.
Médico: con antiinflamatorios para reducir la fiebre y la mialgia y, en los casos que lo requieran, antibióticos para combatir la neumonía bacteriana. Tras superar la enfermedad, el caballo debe mantenerse en reposo; se estima que éste debe durar 1 semana por cada día que el caballo ha estado enfermo. De esta manera se asegura el que no puedan aparecer complicaciones respiratorias asociadas.
Prevención: se realiza principalmente mediante la vacunación. Vacunar a las yeguas un mes antes del parto protege a los potros durante los primeros meses de vida. Los potros se vacunan una vez desaparece la inmunidad materna (aproximadamente a los 6 meses de vida) y se les aplica un recuerdo a las 5 semanas. Posteriormente, la revacunación es anual.
En caballos de concurso, la organización suele exigir una vacunación semestral. Además, entre la aplicación de la vacuna y el primer concurso tras la misma, deben pasar un mínimo de 10 días