“A nuestra primera reunión llegué expectante y premunida de una pauta orientadora del trabajo por realizar, más la grabadora correspondiente para registrar sus intervenciones”, recuerda la académica María Loreto Nervi respecto a la primera cita que sostuvo con el profesor Humberto Giannini como parte de un exploratorio proyecto iniciado el 2013: adentrarse en la historia y las memorias de quien fuera uno de los filósofos más relevantes de nuestro país, todo esto con el objetivo de la “preservación de la memoria académica y humana del Profesor Giannini”.
Así, con esa “maquinita de la espía”, como le denominaba Giannini, la profesora Nervi conversó casi por dos años con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1999 y también, como ella, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades, mismo lugar donde le propuso esta aventura que hoy lectores y lectoras pueden conocer en el libro “Humberto Giannini. El itinerario inconcluso”, publicado por Editorial Universitaria.
Con desajustes de sintonía en las primeras citas, recuerda la académica, pudo darse cuenta que “lo suyo no era el diálogo dirigido, ni preestablecido ni mucho menos estructurado ni esquemático, ni menos pauteado: lo suyo era la conversación”, misma en la que se adentraron para hablar de su niñez y adolescencia, su llegada a la Universidad de Chile, su vida en Italia, los años de dictadura en la institución y sus preocupaciones filosóficas.
En ese vasto campo, como describe la académica de la misma facultad y la encargada del prefacio del libro, Olga Grau, “el problema de la convivencia como preocupación filosófica, que había tenido ya trayectoria en su reflexión, se agudizaría después del golpe militar”, y ahondaría luego en la pregunta por la educación, tópico sobre el que no pudieron ahondar. Como contextualiza la profesora Grau: “Giannini no alcanzará a llegar a la entrevista acordada donde profundizaría sobre sus reflexiones en torno a la Educación en Chile”.
Misma que, como relata en el libro el profesor Giannini, le dio una segunda oportunidad en su juventud: “me vine a los veintiséis años, no tenía plata, yo creía que me iban a cobrar en la Universidad de Chile, en el Pedagógico. Fue fantástico, no me cobraron nada, nada, ni la matrícula. Ahí empezó mi vida”.
En definitiva, “recuperar lo subjetivo, lo biográfico, la memoria individual, grupal y colectiva”, es uno de los objetivos de este libro, que también plantea que “la comunicación es la fuerza de la vida (…) que tiene como fin el vínculo con el otro”.
¿Por qué utilizó este formato para adentrarse a una vida como la del profesor Giannini?
Porque cuando uno hace indagación sobre procesos históricos o culturales, donde indiscutiblemente hay protagonistas, hay próceres y adelantados, a mi juicio es necesario hurgar en la subjetividad y en la memoria. Cuáles fueron los elementos constitutivos de una personalidad que se abre a la vida de esta manera y no de otra y por qué, qué hace que estas preocupaciones o estos elementos constitutivos de la existencia hacen que opte por algunas temáticas en su vida. Entonces, por qué -me preguntaba yo-, don Humberto se ocupa de la educación. Es, yo creo, el filósofo junto con Carlos Ruiz Schneider, que se han ocupado de la educación.
¿De qué otros elementos se ocupó?
Se ocupó de la tolerancia, se preocupó del bien, se ocupó de lo público, entonces para explicarme eso y explicarlo a los alumnos o a la gente que viene en formación, fue necesario adentrarse en cuáles son los elementos, las circunstancias de la vida que hacen que una persona como él tenga un pensamiento tan profundo.
Él no juzga al ser humano. Él se pregunta por el bien y se pregunta por la tolerancia, y se pregunta, así como se pregunta por la educación, o se pregunta por la democracia, por encontrar cauces que nos conviertan en sociedades más humanas y en seres humanos siempre en vías de humanización. Por eso que yo pienso que él es un gran humanista. Eso sí, esta no es una doctrina religiosa. Eso es importante. Es una doctrina existencialista del bien, así lo sostengo yo.
En ese contexto, ¿en qué están las humanidades hoy?
Las humanidades luchas día a día. Tristemente, parecen que solicitaran limosna cuando quieren llevar a efecto proyectos de investigación, de desarrollo, de pensamiento. Siempre los fondos, los apoyos están para la cosa contingente que vende, que puede tener espectacularidad, pero no están disponibles para la meditación, para el tiempo que requiere el pensamiento más profundo.
Entonces, por ejemplo, en mi campo que es la educación, está desierto el contexto de pensamiento filosófico. Aquí se manejan cifras, se manejan inversiones. Se pugnan por una cosa o por otra, pero al final todo se reduce en cuánto vamos a invertir, pero la reflexión sobre el ciudadano del siglo XXI, ¿dónde está? ¿Dónde están las preocupaciones que debemos tener todos por las transformaciones profundas que tiene que vivir la educación en la época de la globalización, en la época del desarrollo, de las tecnologías, de la información?
Tenemos que volver a pensar en el ser humano en este nuevo escenario y ahí lo estaba pensando don Humberto, pero ese proyecto quedó inconcluso porque ese tema no o alcanzamos a abordar, desgraciadamente.
En relación a lo conversado y lo conocido del planteamiento del profesor Giannini, ¿qué lineamientos tendría seguramente su pensamiento en relación a educación?
Después de ya casi un año que terminé este libro, las meditaciones prosiguen. Yo creo que el profesor Giannini nos dejó una “cosmovisión gianniniana”, es decir, una doctrina, a mi manera de ver, una visión, una idea del mundo para el bien y para la humanización, y en ese contexto está situada la educación.
Así como los otros problemas que él abordo: la tolerancia, la convivencia humana, el vínculo humano, en ese contexto cabe la educación, donde él aboga por una educación humanística, humana por sobre todas las cosas, por supuesto que gratuita, porque él dice en una afirmación ya total, que es magnífica a mi manera de ver, que “la educación es el derecho a nacer”. Y si eso es el nacimiento, es el paso del hombre a la cultura, a los valores de la cultura que lo hacen eminentemente humano.
¿Cómo cree que esta frase dialoga con la realidad actual del sistema educativo?
No hay diálogo, porque infelizmente el profesor Giannini no dejó un escrito sustantivo y acabado de su pensamiento sobre educación, pero sí dejó su pensamiento expresado en diversas entrevistas, fundamentalmente. Una vez me dijo: “no hay gran filósofo que no se haya ocupado de la educación”. Y es verdad.
Él cuestionó según aparece en el libro, su formación universitaria en educación, en contraposición a la filosófica.
Sí, es que habemos muchos que cuestionamos eso, y entre las cosas que más cuestionamos, no sólo la precariedad en la formación de los profesores, sino que lo que más cuestionamos es lo que viene ocurriendo como un proceso sostenido de degradación de la formación docente, que se traduce en precariedad de contenidos, pero también de tecnologización de la profesión.
El profesor para muchos teóricos salió de su formación netamente profesional, intelectual, con autonomía, con dignidad profesional y se fue degradando hasta dejarlo acorralado en un esquema tecnocrático donde debe planificar lo externo, evaluar lo externo y funcionar externamente, alienado a su quehacer. Los debates son entre psicólogos, sociólogos y economistas, y ¿el filósofo? No está. Está en nuestra facultad, pero, ¿dónde está el profesor? Esa degradación viene produciéndose por influencias externas a nuestro país, pero no es un fenómeno solamente local, es mundial.
La educación se pregunta por el hombre, no por si aprendió o no aprendió. Aprender es importante, pero desarrollarse humanamente es lo fundamental.
El tema de la convivencia, de la relación cotidiana entra las personas, es uno de los ejes del trabajo filosófico del profesor Giannini. ¿Qué lecciones nos deja en relación a esta dimensión?
El profesor Giannini tenía algunos enemigos a los que en nuestras entrevistas acusaba, pero los acusaba con dolor. Y esos enemigos eran el oprobio, la insolencia, la falta de respeto, la subyugación por parte del poderoso, la ofensa. Cuando hablábamos de esos temas él sufría. Esos fueron sus grandes enemigos en la vida. Eso explica de alguna manera su preocupación por la tolerancia, su preocupación por el perdón, por la convivencia y un tema fundamental para él en los últimos meses fue la idea del vínculo humano.
¿A qué se refiere con ese punto?
El vínculo es primero. Está más acá de la comunicación. Es el gesto, es la mirada, es la primera aproximación que yo puedo tener hacia ti. Ahí se establece el vínculo humano y luego la comunicación. Primero está el aproximarnos en nuestra calidad de seres humanos, el gesto. Es eso. Es el identificarnos en nuestra condición humana, antes que nada. Es identificarnos en nuestro ser iguales. Y eso se contrasta con el desvínculo.
Hay una frase muy linda de él cuando dice: “no deben existir ni llaves, ni puertas, ni fronteras, ni alambres de púas, todos vamos en el mismo viaje”.
¿Por qué cree que debemos revisitar hoy los planteamientos de Giannini? ¿Cuál sería la invitación a lectores y lectoras?
Muy breve pero insistentemente: buscar humanidad. Eso.