Una de las cosas que tienen en común el Premio Nobel Pablo Neruda, el líder espiritual Dalai Lama, la política norteamericana Hillary Clinton, el ex presidente de Yugoslavia Josip Broz Tito, el general Juan Domingo Perón, el ex primer ministro de Francia Charles de Gaulle, las y los presidentes de Chile del retorno a la democracia, es que además de ser autoridades y figuras públicas, todos en algún momento de su trayectoria política, cultural o artística se sentaron en las butacas del Salón de Honor de la Casa Central de la Universidad de Chile, espacio que recientemente vivió un proceso de restauración técnica y patrimonial.
Tres pisos de altura, capacidad para más de 300 personas, mobiliario original de la apertura de la Casa Central en 1873, y los símbolos de la Universidad –incluyendo el escudo, obra del escultor Nicanor Plaza-, son parte de la distribución espacial de este espacio que en esta oportunidad fue acondicionado tanto en su dimensión funcional como en la patrimonial.
“El Salón de Honor es uno de los espacios más emblemáticos de uno de los edificios más importantes de la ciudad. Este lugar nos convoca a sentir en el presente la historia de la educación superior y la educación pública chilenas”, dijo el Rector Ennio Vivaldi, destacando que la recuperación de muchos de los rasgos estructurales, ornamentales y funcionales de dicho lugar “realza el impacto que nos produce ingresar y permanecer en esta sala, y nos transmite un legado que nos enorgullece a todos los chilenos. Este proceso de restauración y mejoramiento asegura al menos un siglo más de vida íntegra a este lugar patrimonial, escenario de grandes hitos de la historia del país”.
Mejoramiento funcional y patrimonial
Como detalló Felipe Urbina, jefe de la Oficina de Arquitectura de la Dirección de Servicios e Infraestructura (DSI) de la Vicerrectoría de Asuntos Económicos y de Gestión Institucional, la primera parte del proceso, iniciado el 12 de enero del 2019, tuvo que ver con lo funcional, donde el proyecto “consideró básicamente dos temas fundamentales: la regularización del sistema eléctrico a partir de lo cual se cambiaron todos los equipos de iluminación y el tablero eléctrico”, y la climatización, dado que “el Salón contaba con un sistema de ventilación muy antiguo que dejó de usarse hace muchos años. Este tenía unas especies de resistencias metálicas, como las estufas incandescentes. Ese sistema era muy precario y dejó de funcionar”.
Respecto a esto último, como detalló Urbina, se “incorporó un sistema que va conectado a unas tuberías de agua caliente y agua fría que llegan por el entretecho y luego de se distribuyen por el piso del espacio”.
Desde la dimensión patrimonial, en tanto, con la intervención –en la que participaron restauradoras y conservadoras del plantel, encabezadas por la profesora de la Facultad de Artes, Johanna Theile-, “se restauró el parquet existente y se eliminaron agregados en la tarima y accesos laterales que no eran originales ni de ninguna madera noble”. También se realizó la limpieza de las piezas metálicas, las lámparas de los costados y la central, a la cual también se le cambió la piola.
Junto con ello se trataron las columnas y frisos, las decoraciones interiores, se retiraron las cortinas de las puertas laterales y se realizó una escaligrafía, “unas pequeñas ventanas donde los restauradores fueron haciendo un raspaje de manera mecánica para ir descubriendo todas las capas de pintura que ha habido”, donde en algunas zonas encontraron hasta ocho. A partir de eso se hizo un panteón de colores y una paleta de tonos para hacer la restauración. Con ello “se hizo una veladura, que es una especie de acuarela que da una sensación mucho más etérea que la puntura tradicional".
La intervención que se hizo en el Salón, prosiguió Urbina, “se enmarca dentro de un proyecto de restauración integral de la Casa Central, elaborado el año 2011 a partir de un concurso público de arquitectura”, mediante el cual se diseñaron y proyectaron los trabajos necesarios para el edificio.
La primera etapa de la materialización de este trabajo fue la adecuación del ala norponiente del recinto, tanto en su primer y segundo piso, donde actualmente se ubican la Sala Museo Gabriela Mistral, la Sala Valentín Letelier y dependencias de Rectoría. Hoy, en un segundo momento de esta iniciativa y tras la postulación adjudicada del Fondo del Patrimonio del actual Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, se realizó esta nueva intervención cuya inversión conjunta entre dicha cartera y de la Casa de Bello asciende a 257 millones de pesos.
"Este es uno proyecto que no tiene muy contentos y orgullosos como equipo. Se trata de un trabajo de recuperación patrimonial del corazón de nuestra universidad, donde ocurren los principales actos o ceremonias. Este significativo trabajo es parte del Plan de desarrollo de la DSI, donde uno de sus proyectos es levantar un Plan de Recuperación Patrimonial Institucional, con el fin de proteger y poner en valor nuestro patrimonio”, señaló Óscar Jalil, director de Infraestructura de la Universidad de Chile, quien relevó también el componente interdisciplinario del proyecto, en el que trabajaron “arquitectos, restauradores, ingenieros estructurales, expertos en climatización y eléctricos, historiadores, además de distintos organismos de la universidad”.
La trayectoria de este espacio patrimonial
Declarada Monumento Histórico Nacional en 1974, la Casa Central de la Universidad de Chile, particularmente su Salón de Honor, ha sido escenario de grandes hitos de la historia nacional como el velorio de la Premio Nobel Gabriela Mistral en 1957 y el estreno de la película “El Húsar de la Muerte” de Pedro Sienna en 1925, además de múltiples ceremonias, encuentros y discursos.
El Salón de Honor fue remodelado por primera vez entre 1908-1910, en el marco del programa de arte público del centenario de la República, donde el artista francés Ernest Courtois Bonnencontre realizó el mural “La Universidad de Chile protectora de las Ciencias, Letras i Artes”.
Hoy en el lugar de dicha pieza reside desde marzo del 2001 el mural realizado por el artista chileno Mario Toral.
Otro de los objetos restaurados en el marco de este proceso fue el escudo de la Universidad de Chile. De acuerdo con las investigaciones realizadas por el Archivo Central Andrés Bello para el libro Materia y Memoria. Tesoros Patrimoniales de la Universidad de Chile publicado en el año 2010, el Escudo es obra del escultor Nicanor Plaza, al igual que el bajorrelieve ubicado el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile.
Según los registros fotográficos recabados para el libro Una casa abierta para Chile. Historia visual de la Casa Central de la Universidad de Chile el Escudo se encontraba en 1901 ya instalado en el Salón de Honor, pero previamente estaba en el actual patio Andrés Bello, al igual que la lámpara central del Salón de Honor.
Previo a este proceso el estado general de conservación del escudo era regular, con intervenciones anteriores, donde se encontraron repintes elaborados con pintura látex. Por ello, la intervención actual consistió en la eliminación de las capas de repintes y la pintura con un tipo de material más acorde.