En agosto de 2019 fue noticia la llegada de las últimas 14 ranitas del Loa al Zoológico Metropolitano, las que hasta la fecha son mantenidas en cautiverio gracias a la colaboración de expertos de la Universidad de Chile y de otras instituciones. El rescate en ese momento, desarrollado con el apoyo del Ministerio del Medio Ambiente y el Servicio Agrícola Ganadero (SAG), permitió además recuperar a otros 48 ejemplares desde el sector llamado Las Vertientes, el hogar de este anfibio, y relocalizarlos en Ojos de Opache, zona distante a unos seis kilómetros del hábitat natural de esta especie ubicado en las cercanías de Calama.
La casi absoluta escasez de agua y las precarias condiciones de salud en que se encontraron aquellas ranitas motivaron estas medidas urgentes para salvar a los que se pensaron eran los últimos representantes de la especie. Pero durante los meses siguientes, investigadores de la Universidad de Chile, junto a otros especialistas, comprobaron que luego de una inesperada recuperación del cauce en el sector Las Vertientes reapareció este pequeño y único anfibio que recientemente fue elegido como embajador de la fauna chilena 2020.
El hallazgo fue posible gracias al monitoreo realizado por el grupo durante el segundo semestre de 2019 y este mes de enero en el pequeño ecosistema de un kilómetro de largo en el que vive. Las tres campañas realizadas al sitio confirman que pese a la falta de agua y la contaminación aún resisten en su hábitat al menos siete ranitas del Loa (telmatobius dankoi). Paola Sáez, investigadora de la Facultad de Ciencias de la U. de Chile, señaló que en la última visita al terreno, realizada esta semana, se detectó un nuevo individuo no registrado con chip y renacuajos, lo que confirma que se estaría reproduciendo. “Es muy probable que hayan más huevos y renacuajos en este espacio”, agrega Gabriel Lobos, investigador de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Casa de Bello.
La positiva noticia fue dada a conocer por el equipo que ha impulsado esta cruzada por la ranita del Loa, integrado por investigadores, especialistas y profesionales de la U. de Chile, como Gabriel Lobos y Hugo Salinas, de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias; Marco Méndez, Paola Sáez y Pablo Fibla, de la Facultad de Ciencias; además del herpetólogo Andrés Charrier y Claudio Soto, investigador de la Universidad Andrés Bello.
Las malas noticias
El trabajo de conservación de este grupo, realizado en colaboración con el Museo de Historia Natural de Calama, abarca dos frentes, explica Paola Sáez. “Uno de ellos es in situ, que en el fondo es tratar de recuperar el ambiente natural de las ranitas, que está muy degradado. Las otras son medidas de conservación ex situ, fuera del sitio donde habitan. Aquí participa el Zoológico Metropolitano con un programa de cría en cautiverio para reproducirlas y en algún momento reintroducirlas. Otra parte de esas medidas ex situ es la translocación que se hizo de ejemplares a un ambiente similar a su hábitat natural, en Ojos de Opache”.
Este último lugar también fue parte de la visita a terreno que esta semana realizaron Gabriel Lobos, Paola Sáez y Pablo Fibla, zona donde en una visita previa incluso se había registrado la reproducción del anfibio. Aquí las noticias fueron preocupantes, ya que no se encontraron rastros de los 48 ejemplares que fueron relocalizados en este sector el año pasado. Además, se constató una importante intervención del ecosistema debido al retiro de los juncos que rodean ese acuífero, el cual sirve como refugio para la ranita.
Gabriel Lobos señala que si bien estas acciones van en el sentido opuesto a las medidas de conservación y ponen en peligro el plan que se ha implementado, la destrucción no fue completa, y sólo se limitó a un sector. “La perturbación puede haberlas dispersado y por eso no las encontramos. El lugar es complejo porque es bien denso en cuanto a vegetación. Nuestros puntos de muestreo se encuentran en el lugar que fue intervenido, pero probablemente las ranas están ahí, tengo la esperanza. Eso lo dirán los siguientes monitoreos que hay que seguir desarrollando”, indicó.
Principales amenazas
La sobreexplotación hídrica ha sido y continúa siendo la principal amenaza para la ranita del Loa. La casi absoluta sequedad que en su momento llegó a afectar al hogar de esta especie fue el detonante de la campaña que este grupo de especialistas impulsó para su rescate.
“Si uno saca el agua se mueren todos los animales que hay ahí, porque los telmatobius son como peces con patas”, asegura Marco Méndez, director del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias, quien plantea que es necesario desarrollar un trabajo con la comunidad local. “La solución de cómo lo vamos a hacer es global. Esto significa que no sólo depende del esfuerzo de los especialistas. También tenemos que convencer a la comunidad, tenemos que trabajar con los ministerios, las autoridades regionales y la Municipalidad de Calama”, afirmó.
Esta zona conocida como el Oasis de calama se ha ido transformando en suelo agrícola, y en estos momentos además hay una situación de tomas de terreno en el sector, comenta Gabriel Lobos.
“Aquí uno constata el dilema que existe sobre si las aguas son públicas o privadas. En este sector además hay varias mineras que a medida que extraen agua van secando las napas. Hay bastantes vacíos legislativos en temas ambientales. Estamos hablando de una especie micro endémica, que está al borde de la extinción. Esto ocurrió en junio, han pasado bastantes meses, y todavía no hemos podido tomar acciones más concretas, porque todo el hábitat de la rana del Loa está en predios privados. Uno puede pensar en muchas soluciones al problema, pero al final todo pasa por la voluntad y disposición de los dueños del agua y de los terrenos. Eso revela que las herramientas que tiene el Estado para proteger y conservar los ambientes son algo débiles”, sentencia.