Hasta enero pasado, los esfuerzos de Joseph Ramos estaban concentrados en impulsar la productividad dentro de la salud pública. Un informe de la Comisión Nacional de Productividad, donde el economista es vicepresidente, reveló que uno de los mayores problemas en esta área estaba en la optimización de los recursos. Allí se advertía sobre el problema que suponía, por ejemplo, que los quirófanos se utilizarán solo a la mitad del tiempo, y que un uso eficiente podría liberar alrededor de 350 millones de dólares, si se realizaran adecuadas atenciones ambulatorias como extender el uso a 9 horas en vez de las 4,45 que se utilizan normalmente.
Hoy, sin embargo, la urgencia de detener la pandemia del Covid-19 en Chile pone el foco de la salud pública en otros temas. “La falta de productividad de la que veníamos hablando no tiene nada que ver con la crisis sanitaria que podemos vivir hoy. Ningún sistema está preparado para un incremento enorme en el uso de ventiladores y de personas internadas en la UTI”, dice el economista y académico de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile.
La crisis sanitaria mundial en que se ha convertido el coronavirus SARS-CoV-2, ratificaría como nunca antes se había visto, los efectos brutales que puede tener la globalización. Por estos días, la urgencia está centrada en evitar que el virus se propague a la velocidad avasalladora como lo vivió Italia, que hoy lamenta miles de muertos, superando en cifras a China, país donde se originó la pandemia y que sólo con un estricto control en la movilidad y contacto de las personas, ha podido dominarla. Pero, ¿Qué sucede en materia económica? Chile que ya estaba pasando por su propia crisis social a raíz del estallido del 18 de octubre, debe sumar ahora la recesión que se generará debido a la semi-cuarentena instruida: el cierre del comercio, la baja en la producción y en las ventas.
Mientras gobiernos como el de Francia, Italia y España ya emprendieron medidas para ir en rescate de la población más afectada como el congelamiento en el pago de cuentas básicas de luz, gas y agua, el aplazamiento en el pago de hipotecas o garantías para el préstamo bancario a empresas, en Chile el presidente Sebastián Piñera también hizo sus anunció que suponen una inyección de nada menos que US$ 12 mil millones, lo que dobla los recursos que se habían supuesto en el llamado Plan de Protección del Empleo y Recuperación Económica, tras el estallido social.
Entre las medidas concretas está un nuevo plan de capitalización de BancoEstado por 500 millones de dólares para que otorgará más créditos y ampliará garantías estatales para préstamos; un Fondo Solidario de 100 millones de dólares emergencias económicas y sociales de las Pymes, que se otorgará a través de los municipios y los ingresos familiares y anunció el proyecto de “Ley Covid-19”, por medio del cual se garantizará el pago de salarios de aquellas personas que deban permanecer en su hogar sin posibilidad de realizar las labores a distancia. Para esto, debe haber mutuo acuerdo con el empleador, y que haya un mandato de la autoridad sanitaria. También habrá alivio tributario con suspensión de los pagos provisionales mensuales del segundo trimestre y postergación del pago de IVA para empresas con ventas menores a UF 350.000, así como devolución anticipada del impuesto a la renta, postergación impuesto a la renta a julio y suspensión del impuesto a créditos.
Sin embargo, ya han habido voces críticas hacia las medidas y otras mociones presentadas como la de la diputada Camila Vallejo, quien aboga por una ley que impida los despidos mientras dure la crisis, así como la aplicación de descuentos por ausencias o retrasos laborales.
¿Qué le parecen a usted las medidas económicas anunciadas por el presidente Piñera?
Las medidas que vi me parecen que son razonables y con una cifra bien cuantiosa, que significan varios puntos del PIB, sin embargo tenemos que tener claro que esto a lo más aminora el efecto económico del Coronavirus pero de ningún modo puede compensar el daño que ya está generando y que probablemente va a generar. Cada semana en Chile y en otros países se produce un 2 por ciento del PIB, pero si un país se paraliza por un mes, serían entonces 8% menos del PIB y eso se suma a que la gente no está gastando.
¿Existe en ese sentido un efecto psicológico en épocas de crisis que afecta a la economía?
Claro, está la gente que no está trabajando porque asumió la cuarentena o en el caso concreto que no pueden ir a comprar, porque el comercio está paralizado, pero aunque pudieran, tampoco irían por efectos del pánico por el virus. La gente está restringiendo sus gastos, aunque no se les hubiese prohibido ir a restaurantes o a viajar, la gran mayoría está evitando el turismo y el consumo.Entonces hay algunos sectores más gravemente afectados por esta crisis sanitaria, eso es lo que pienso que se pretende aminorar con medidas de esta naturaleza. Todo el mundo está golpeado, pero por supuesto algunos mucho más que otros, creo que deben haber medidas que vayan hacia esos grupos específicos y otras medidas dirigidas a la población en general. El gobierno norteamericano por ejemplo está contemplando devolverle mil dólares de impuesto a la gran mayoría de la gente, no solo para que la gente tenga plata sino para que gaste esa plata. Entonces debería haber una combinación entre medidas generales y específicas dirigidas a la población. Las pymes, por ejemplo, no tienen mucho capital de trabajo, entonces un mes parados significa hundirse. Un restaurante chico paralizado un mes se va a la quiebra. Entonces las medidas que se han tomado han tratado de ser más focalizados para ciertos grupos.
¿Qué sucede cuando empresas afectadas pero que son grandes empresas como LATAM piden ayuda directa del gobierno?
Ahí cabe preguntarse si uno quiere o no salvar a Lan Chile (sic) y cuánto le va a costar a Lan Chile, si lo salva, porque cuando uno dirige medidas para salvar a Lan Chile no solo salva el empleo de los pilotos, azafatas y todo el personal, sino que está salvándole la plata al accionista ¿Quiere hacer uno eso? Entonces ahí tal vez se pueden tomar medidas más hacia los trabajadores. En el caso de Lan Chile, los trabajadores aceptaron reducir sus suelos porque saben que la crisis no es mentira y prefieren ganar un poco menos a quedar cesantes. En ese sentido quizás las medidas económicas deban ir hacia personas naturales. Entre las medidas que anunció el gobierno está que la gente bajo ciertas condiciones puede acudir al seguro de cesantía cuando las empresas dicen ‘quédate en la empresa pero te pagamos 30% menos’, porque las ventas han caído y puede que las personas acepten eso y se tenga que compensar esa caída con parte del seguro de cesantía. También se puede hacer que la jornada laboral se reduzca sin necesidad de pagar, que todo el mundo apriete el cinturón 10% para evitar el despido. Hay medidas de esa naturaleza que se pueden tomar.
¿Qué le parece la moción de la diputada Camila Vallejo para impedir los despidos en este periodo?
La pregunta que nace en torno a mociones de ese tipo es quién lo va a pagar, ¿el fisco lo va a pagar o es la empresa que va a pagar? Entonces, el caso es que quizás uno no puede salvar al accionista de la gran empresa, pero tampoco se puede obligar a esa empresa a pagar sueldos si es no se está produciendo. Lo único que hacemos es acelerar la quiebra. Ahora si hablamos a largo plazo y en que vamos a tener que financiar esos US$ 12 mil millones, que se tendrá que financiar como deuda, déficit fiscal y eventualmente se podría financiar con una mayor tributación que debería recaer sobre el 10 o 20 por ciento más adinerado del país, pero eso no será este año, porque este no es el momento de subir los impuestos. Lo que uno quisiera es que lo grandes empresarios siguieran invirtiendo, que siguieran pagándole a sus empleados aunque no se esté produciendo.
La crisis sanitaria que vivimos ha obligado al Estado a intervenir en un rol que no tiene normalmente en nuestro sistema económico, donde el Estado funciona como subsidiario y no como garante ¿Esto, así como el estallido social, evidencia una crisis del modelo económico?
No creo que evidencie nada de eso, no hay país en el mundo que se haya salvado de la pandemia. Todos los sistemas se han visto afectados. Obviamente el estallido social evidencia cambios que se necesitan hacer, pero lo del Coronavirus es otra cosa. El tema del estallido social ha debido ser postergado, porque aunque se permitieran las marchas, por ejemplo, nadie en su sano juicio quisiera estar hoy participando en aglomeraciones grandes de personas. Incluso Chile, que ha tenido un Estado menos intervencionista que en otros lados, ha intervenido en el pasado como en la crisis económica de 2008, donde tuvo una gran intervención, entonces no hagamos un mito de esto. Chile tiene legislación hace años, donde por ejemplo se puede usar 2 por ciento del presupuesto sin solicitarlo y sin pasar por el Congreso precisamente porque suceden catástrofes como ésta. En Chile históricamente han sido los terremotos y ahora es esta pandemia.
Aún aquí no hay un análisis catastrofista, aunque el Ministro de Hacienda de EE.UU. dijo que si no se hacía el plan que él estaba proponiendo el desempleo podría llegar a 20 por ciento, lo cual sería inaudito, una calamidad. ¿Cuánto puede un país aguantar en condiciones de cuarentena o semi-cuarentena? Bueno, nosotros en Chile hemos aguantado una caída de producción del 2 por ciento que sucedió en 2008, y actualmente se está hablando que no vamos a crecer el 1 por ciento, sino el 0 por ciento o quizás caemos en 1 o 2 por ciento, pero nadie está hablando de caer 10 por ciento. Ya el país sobrevivió a duras penas el año '83, a un desempleo del 25 por ciento y una caída de producción del 13 por ciento, entonces tenemos esos ejemplos, pero ojalá no nos acerquemos a esa cifra.