“En nombre de dios y la patria, se abre la sesión”. La cámara fotográfica captura los últimos segundos de pie de los principales expositores de la jornada. El foco lo concentra Izkia Siches, llamando la atención por las antiparras que usa sobre su cabeza. Horas más tarde, ese gesto posicionaría su nombre en los titulares de la prensa al igual que en 2017, cuando asumió como la primera mujer presidenta en los 72 años de historia del Colegio Médico de Chile.
Es 19 de noviembre de 2019 y sesiona la comisión encargada de analizar la acusación constitucional contra el ex ministro del Interior, Andrés Chadwick, por su responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el estallido social. Las exposiciones comienzan con otro detalle que no pasa desapercibido: la doctora Izkia Siches está sentada junto al doctor Jaime Mañalich, ministro de Salud y otrora médico de cabecera del presidente Sebastián Piñera.
En veredas políticamente opuestas, ella, 34 años, mujer y de izquierda, se encuentra ahí para denunciar el uso excesivo y desproporcionado de la fuerza por parte de Carabineros de Chile, que a un mes exacto del estallido social dejaba un total de 222 personas con heridas oculares; él, 65 años, primer ministro de Salud del primer gobierno de derecha tras el retorno a la democracia, entrega antecedentes sobre los hechos y el registro de heridos elaborado por su propia cartera.
Cinco meses más tarde, la propagación del COVID-19 sacude al planeta con más de 140 mil personas fallecidas y más de dos millones de contagios a nivel mundial. En Chile, en poco más de un mes el virus ha cobrado la vida de más de 100 personas, mientras los contagios crecen sobre los ocho mil. Y por si fuera poco, la crisis sanitaria se instala en medio de un descalabro institucional marcado por la desconfianza en las autoridades y la baja aprobación del gobierno de Sebastián Piñera. En este escenario, Izkia Siches se erige como la figura pública con mayor credibilidad.
Falta de transparencia en la entrega de datos
A Izkia Jasvin Siches Pastén la medicina le interesó desde que era niña. Con una mamá tecnóloga médica a la que acompañaba al trabajo los sábados, Izkia se divertía corriendo por los pasillos, jugando con los médicos y revelando radiografías. Al momento de elegir una carrera universitaria no lo pensó dos veces: Medicina en la Universidad de Chile o nada. Allí comenzó su carrera política como concejera Fech y luego como presidenta del Centro de Estudiantes de Medicina, desde donde encabezó la difícil misión de reencantar al estudiantado con la política universitario e impulsó las movilizaciones en el marco de la Revolución Pingüina.
Al pensar en un momento de aprendizaje y madurez política, recuerda cuando en 2010 asumió como representante estudiantil del Senado Universitario. Su rol ya no sólo se reducía a resolver problemáticas con estudiantes, ahora tenía que saber dialogar con autoridades, decanos y premios nacionales. En ese momento probablemente no lo imaginaba, pero 10 años más tarde tendría que dialogar y disentir también con ministros.
Las discrepancias entre el Colegio Médico de Chile y el Ministerio de Salud respecto a la transparencia de las cifras de contagios fueron tempranas. "Los datos aportados a la fecha son incompletos, inconsistentes y tienen una tremenda falta de transparencia que no se había visto en la historia institucional de la salud pública chilena", sostuvo Izkia Siches en un punto de prensa el 20 de marzo. Declaraciones de la experta que constituyeron “una opinión más” para Jaime Mañalich.
Ese mismo día, La Moneda confirmó la creación de la Mesa Social COVID-19, conformada por los ministros de Salud e Interior, el Colegio Médico, asociaciones de municipalidades, expertos y rectores de las principales universidades del país. La doctora Siches valoró la iniciativa del gobierno de crear un espacio de diálogo “para que todo sea esfuerzos de Estado” y dio por superadas las controversias en pos de trabajar de forma colaborativa.
Pero a casi un mes de creada la instancia, los resultados son desalentadores. La presidenta del Colegio Médico asegura que, a la fecha, el gobierno aún no ha querido entregar datos pormenorizados para hacer un seguimiento efectivo a la curva epidemiológica y así poder adelantarse en la toma de decisiones respecto de las medidas a implementar.
“Hay dos hipótesis: que el gobierno no tiene esos datos o lisa y llanamente no los quiere entregar para seguir teniendo la pelota y no poder adelantarnos a las medidas o criticar con propiedad las acciones que se están tomando. Me parece que ambas serían gravísimas y es por eso que nosotros hemos sido tan enfáticos en que para poder manejar una pandemia, en el ‘abc’ está la transparencia de la información”, asegura Izkia Siches.
“Sobre todo en Chile –agrega–, donde después del estallido social hay muchos ciudadanos que no confían solamente en que el ministro le diga que lo que se va a hacer se está haciendo bien. Nosotros le entregamos y le ofrecimos nuestra colaboración al presidente, pero obviamente teniendo más acceso a la información, y desde el montaje de la mesa social a la fecha, todavía no tenemos esa disponibilidad de información, no tenemos los detalles o los argumentos de las medidas y creo que esa es una falencia súper relevante que otros países ya han resuelto”.
“Queremos un Colegio Médico feminista”
Fue como estudiante de posgrado de la Universidad de Chile que comenzó a surgir la alternativa de postular al Colegio Médico. “A mí me ha tocado ser la eterna candidata”, cuenta entre risas, recordando cuando con su equipo lograron la presidencia del Consejo Regional de Santiago en 2014. Tres años después se lanzó a la carrera por la presidencia y con el triunfo hizo historia al interior del gremio.
En medio de un Chile cuyo relato nacional se ha construido sobre el clasismo y el racismo, Izkia Siches se define como "mujer joven, morena, de ojos chinos y rasgos aimara"; características que la mayoría de la población en este país esconde más que resalta, sobre todo cuando el hemisferio norte es el que se mira como ideal de progreso y desarrollo.
“Cuando estábamos haciendo campaña, nos burlábamos un poco de esta incertidumbre de si íbamos a ganar o no, de qué le iba a ocurrir a este gremio si ganaba una mujer como yo que era de izquierda, morena, que no era hija de nadie, que no era de los grupos más tradicionales en una institución que todavía tiene relevancia nacional. Iba a ser un poco desestructurante para esa gente mucho más tradicional”, cuenta.
Lo “desestructurante” del nombramiento de Izkia como presidenta de un gremio históricamente asociado a una elite masculina se condijo con el desarrollo de un proceso de movilizaciones sociales feministas. Mayo de 2018 quedó en la retina como el mes de la “ola feminista”, mientras que el 8 de marzo de 2019 hizo historia por su masividad, inédita en democracia hasta ese momento.
Desde su llegada al Colegio Médico, la doctora Siches ha impulsado una agenda feminista que permitió levantar un Departamento de Género, aumentar la participación de las mujeres dentro del gremio y abordar la violencia de género en el ámbito de la salud, cuyas principales manifestaciones son el acoso, el abuso de poder, la violencia obstétrica, el trato desigual entre hombres y mujeres –los hombres son doctores, las mujeres, “señoritas”– e incluso la disputa por el uso de la palabra “médica”.
Si bien estas transformaciones no han sido fáciles, el pasado 8 de marzo constituyó un nuevo hito para el gremio: el Colegio Médico de Chile participó por segunda vez en la marcha de conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. “Eso fue un triunfo de nuestro departamento, antes marchábamos como mujeres, pero ahora logramos sacar a nuestro colegio. Nosotras queremos que nuestro colegio se transforme en un colegio feminista”, afirma.
Manejo de crisis: la lección que el gobierno no aprende
De alguna manera, el vertiginoso desarrollo de las movilizaciones sociales en Chile, desde la Revolución Pingüina en adelante, ha obligado a Izkia Siches a posicionarse y actuar. Octubre de 2019 no fue la excepción y como cabeza del Colegio Médico participó activamente en la construcción de propuestas y alternativas para salir de la crisis. Junto al Rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, elaboraron una propuesta de nuevo acuerdo social con el objetivo de aportar a la búsqueda de soluciones a las demandas sociales.
“Como Colegio le solicitamos al Rector Vivaldi acudir a modo de colaboración para poner la pelota en el piso, tranquilizar un poco el ambiente, quitar la ansiedad en la ciudadanía de que las soluciones y propuestas no estaban pasando solamente en la reforma constitucional que ya se había destrabado cuando esto partió, sino también en una agenda social de corto y mediano plazo que sí diera respuesta a cosas sustantivas, porque si no iban a seguir siendo el caldo de cultivo del descontento que nos podía provocar más quiebre social”, explica la doctora.
Respecto al inicio de esta crisis sanitaria, reconoce que imaginó una conducción distinta. “Chile venía de un estallido social en donde existía poca credibilidad y un porcentaje importante de los ciudadanos estaban descontentos por las formas en las que se tomaban las determinaciones”, asegura, agregando que como Colegio Médico hicieron un llamado a colaborar con el gobierno pensando que Sebastián Piñera iba a tomar decisiones con mayor participación, apertura y transparencia.
“Yo hoy día veo que no hay marchas, que la gente dejó de concentrarse en Plaza de la Dignidad, o sea, los sectores que estaban en pleno estallido en miras al plebiscito sí pusieron de su parte. Nosotros nos reunimos con algunos de ellos para solicitar no poner en riesgo a la ciudadanía, pero veo que el gobierno sigue funcionando en la tesis pre 18 de octubre y esta conducción de la pandemia debería ser la oportunidad no para reivindicar al gobierno, sino para demostrar que quieren hacer las cosas de una manera diferente”, sostiene.
La presidenta del Colegio Médico de Chile profundiza en su análisis sobre la actitud del gobierno en el manejo de ambas crisis y asegura que se trata de la misma disposición de ser “poseedores de la verdad absoluta, de que las protestas o críticas no eran más que intentos de daños infundados”.
“Nosotros estábamos molestos por la falta de información, pero la respuesta, en vez de abrirla y transparentarla, ha sido ‘bueno, ustedes son una oposición infundada, están diciendo puras tonteras’. Hemos visto esa respuesta y creo que eso no permite encontrar una contraparte que quiera realmente resolver los problemas, sino que más bien quiere acallarlos”, afirma. Sin embargo, sostiene que es precisamente esa actitud la que “no les dio resultado después del 18 de octubre y no les va a dar resultado tampoco en el manejo de esta pandemia”.