El cierre de salas cunas y jardines infantiles a lo largo del país a causa de la crisis sanitaria, ha derivado en que establecimientos, educadores/as y autoridades busquen distintas alternativas para seguir entregando educación, en un esfuerzo por resguardar el bienestar de los niños y niñas, sus oportunidades de aprendizaje, cuidado y desarrollo.
Por ejemplo, la Subsecretaría de Educación Parvularia ha dispuesto una serie de recursos que buscan apoyar a docentes y padres con foco en actividades para realizar en casa, los que incluyen series educativas, como “Wikití” (producida por Integra y CNTV), experiencias de realidad virtual, E-Books infantiles interactivos, audiocuentos con videos, softwares educativos, entre otros.
Mientras que algunos jardines infantiles han optado por hacer clases online: “encuentros virtuales” que se realizan “en vivo” con los niños y niñas; los que realizan actividades diversas, guiados por las docentes. El hijo de Manuel (nombre ficticio), de 3 años, participa en esas clases online una vez a la semana. “Durante la llamada, los niños y niñas se saludan, cantan una canción y hacen actividades de 10 minutos aproximadamente”, relata. Sin embargo, la experiencia no le parece muy efectiva: “Los niños/as deben esperar a saludar uno por uno, y a esa edad es complejo que tengan paciencia, eso sin contar con las fallas de internet”.
En este escenario, surge la pregunta: ¿es recomendable que los niños y niñas en el nivel de educación parvularia realicen actividades mediadas por pantallas? Y si es así, ¿qué consideraciones deberían tener los cuidadores/as responsables y educadoras/es al usar la tecnología?
Para Marcela Pardo, investigadora y coordinadora del área de Educación Inicial del CIAE, un criterio que debería considerarse al momento de elegir tecnología para enseñar y aprender, es si los recursos digitales que se utilizan son o no interactivos: “Porque los recursos que no lo son, en realidad lo que pueden promover es que los niños/as los utilicen pasivamente, y dadas las características del desarrollo es preferible usar tecnología interactiva”, dice.
La edad es un factor importante. La Organización Mundial de la Salud es enfática en señalar que los niños y niñas menores de un año no tienen que exponerse a ningún tipo de pantalla, y que entre los dos y los cuatro años no deberían tener más de una hora sedentaria de pantalla al día.
Llery Ponce, investigadora del CIAE y académica del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile, concuerda con esta postura. Para la docente, además de no exponer a los niños/as antes de los dos años, es importante “no dejarlos con el celular o tablet sin supervisión, y no más de dos horas diarias frente a una pantalla”.
En este sentido, la Asociación Nacional para la Educación Infantil (NAEYC), una de las más importantes del mundo en primera infancia, ha invitado en estos tiempos de pandemia, por medio de su página web, a que profesores/as y familias se aseguren de que al usar tecnología “se consideren todos los aspectos del desarrollo de los niños y aprendizaje, incluyendo que tengan suficiente tiempo de descanso de las pantallas para jugar, mover su cuerpo y explorar”.
Encuentros virtuales
Silvia Alfaro es educadora de párvulos licenciada en educación, y se encuentra realizando “clases virtuales” de media hora a estudiantes de Kinder. En las clases cantan, juegan y desarrollan habilidades como la escritura. Una experiencia que ha evaluado como positiva. “Los niños/as participan de una forma muy activa, pero hay que ser creativos; yo utilizo experimentos, material concreto, concursos, y creo que la tecnología puede tener un impacto muy positivo si se utiliza correctamente”, dice.
En ese sentido, la académica Llery Ponce señala que la tecnología puede ser una buena forma de mantener el vínculo con otros. “Se puede usar para estar en contacto con seres queridos que son importantes para la vida de los niños/as como sus familiares, educadoras o compañeros de curso”. Es lo que inspiró los “encuentros virtuales” que “en vivo” la educadora Karla Scheblein realiza con sus estudiantes de Kinder: en la primera parte de la clase -de media hora- hay un saludo de “acogida” para reforzar habilidades emocionales y elementos de rutina propios de la edad. Luego se hace una pausa, y en un segundo bloque, se lleva a cabo una actividad que tenga que ver con alguna áre de desarrollo específica. Como dice la educadora, estos encuentros nacieron pensando en la socioemocionalidad: para que los niños/as pudieran conversar, y también que las educadoras tuvieran la posibilidad de acompañarlos o contenerlos.
Llery Ponce agrega que es fundamental hablar con los niños y niñas sobre lo que se espera que hagan frente a la pantalla, por qué se hará la actividad, por cuánto tiempo y cuando ésta finalice conversar de qué se trató la actividad: “Es importante que este cambio (la educación online) sea conversado y se establezca una rutina clara, porque la tecnología no reemplaza el tiempo con otras personas ni las interacciones humanas que con ellos ocurren”, dice.
Explica que también es importante “saber que la tecnología puede expandir la imaginación al permitirles ver o escuchar canciones, actividades, cuentos, etc”. Y que en este sentido, si se decide utilizar como recurso para el aprendizaje en casa, es bueno hablar y hacerles preguntas abiertas sobre lo que lo que vieron o escucharon.
El juego
En la guía elaborada por Unicef “Pantallas en Casa” para apoyar a las familias en el uso de internet durante la cuarentena, se indica que “el uso de las pantallas puede tener fines educativos (que aumentan cuando no se accede a la escuela de manera presencial), pero la mayoría de las veces el uso de la tecnología en esta etapa es con fines de entretenimiento”.
Sobre esto, en la misma guía, se estipula que los niños/as entre 0 y 6 años son capaces de entretenerse de otra forma-sin usar la tecnología- y que “es muy bueno que aprendan a hacerlo”. Agregan que “el aburrimiento es un estado natural en confinamiento, pero luego de un rato, ellos encuentran formas de diversión que aumentan su creatividad y flexibilidad”.
“Yo siempre le recomiendo a mis apoderados que la entretención sea más con juegos concretos, con cosas que tengan en casa y que involucren imaginación y creatividad (...) que ojalá tengan interacción con el medio ambiente, bailar, actuar, jugar con sus juguetes, etc”, dice la educadora Silvia Alfaro.
Es que el “juego” es, según los expertos, irreemplazable. En el informe con recomendaciones educativas en tiempos de pandemia de la Universidad de Chile y Universidad Católica, académicos/as señalaron que “el aprendizaje en la primera infancia ocurre principalmente por medio de la experiencia directa y preferentemente lúdica con su entorno (p.ej. interactuando con otros, tocando, observando)”. En este sentido, recomiendan mantener el juego y relacionarlo con rutinas diarias de “limpieza, higiene personal, preparación de alimentos, pausas de esparcimiento”.
Por último, la Asociación Nacional para la Educación Infantil (NAEYC) recomienda que los educadores puedan leer su declaración sobre el uso de tecnologías en primera infancia, la que incluye evidencia y recomendaciones. Una de ellas es que su uso requiere que los docentes tengan información y recursos sobre la naturaleza de las herramientas que utilizarán y sus implicancias.
Algo en lo que concuerda Marcela Pardo, al explicar que si bien las TIC pueden ser útiles, no son esenciales y no reemplazan otros recursos para el aprendizaje: “Lo que habría que hacer es mirar con cautela el tipo de tecnología que están utilizando y las dosis de exposición a éstas”, dice.