Columna de opinión:

Formación militar y libertad

Columna de opinión: Formación militar y libertad
En nuestro país los establecimientos pre militares existen desde 1971.
En nuestro país los establecimientos pre militares existen desde 1971.
El profesor Mario Bugueño pone en cuestión el rol que cumplen estos colegios en la sociedad actual.
El profesor Mario Bugueño pone en cuestión el rol que cumplen estos colegios en la sociedad actual.

Hace unos días nos enteramos por el Diario Oficial de un decreto que entrega al Ministro de Defensa la “Autorización para que los Institutos, Escuelas y Organismos Educacionales impartan Instrucción Premilitar”.

En realidad, todo el proceso de “acreditación” de este tipo de instituciones siempre ha descansado en el Ministerio de Defensa, en particular, en la Dirección General de Movilización Nacional (D.G.M.N). Lo que hace este decreto, es entregarle la firma final de aprobación también al Ministro de Defensa, que antes era de exclusiva responsabilidad del Presidente de la República. Sin embargo, este suceso trajo al debate la educación pre militar y el sentido que tiene este tipo de formación y la filosofía que la sustenta.

En estos tiempos, en los que se han dado pasos significativos en nuestro sistema educativo en temas como la resolución pacífica de conflictos, la construcción de conocimiento mediante el diálogo y la promoción de un clima armónico de las comunidades educativas basado en el discernimiento crítico y la participación, ¿qué sentido tiene una educación pre militar?

Desde el año 1971 solo se han registrado 7 establecimientos para impartir educación pre militar en nuestro país, lo que no es un número significativo. Estos deben cumplir con todas las normas que rigen para cualquier establecimiento; tienen un PEI, deben cumplir con los objetivos de aprendizaje y cuentan con un reglamento de convivencia como cualquier establecimiento.

Lo que diferencia a estos establecimientos de los demás, es que imparten una formación de tipo militar, que, por muy “pre” que ésta sea, sigue siendo militar. En efecto, como sabemos, la formación militar pone el acento en la idea de disciplina. Disciplina que está relacionada con un cierto tipo de estructura que se debe respetar y que no es ni más ni menos que una cadena de mando en donde cada uno de los miembros de dicha cadena ocupa un lugar y debe respetar la dignidad de aquellos que están por “sobre” él y aquellos que están “debajo” de él.

La razón de esta lógica es que una estructura militar se basa en el cumplimiento de órdenes que se deben ejecutar en situaciones de tensión máxima, como lo es el escenario de guerra. El supuesto táctico de esta filosofía es que el cumplimiento de las órdenes debe ser inmediato y eficiente; no hay tiempo para la duda y sobre todo para las vacilaciones. Entonces los militares deben ser entrenados en obedecer órdenes y respetar la estructura de mando. Esa es la lógica militar.

Ahora bien, entendemos que la formación de nuestros niños, niñas y jóvenes, se funda en la construcción de conocimientos que les permitan desarrollar entre otras habilidades, una reflexión crítica. Conocimiento que debe incorporar no sólo la sabiduría académica sino también, la que proviene de su propia experiencia. Reflexión crítica, que les permita relacionarse con su entorno, construyendo en este proceso una identidad desde la cual definirán su rol en la sociedad.

Este proceso de formación de los/as ciudadanos/as del futuro, requiere de todos los espacios para la deliberación, el debate y la aparición de preguntas que la escuela y la sociedad pueda brindar.

Esta formación militar ya decidió por los niños, niñas y jóvenes, los sumerge en una dinámica en donde la deliberación está proscrita, en donde los valores son verdades absolutas y no son el resultado de un discernimiento, ni de una construcción colectiva.

La obediencia se funda exclusivamente en el principio de autoridad y no en la pertinencia del mandato y las faltas a la disciplina son castigadas, pues en la sanción se expían las fallas y se obtiene el conocimiento de lo correcto.

Como cualquier profesión o actividad adulta, la alternativa militar debiere ser el resultado de una reflexión, donde las personas en libertad de conciencia, definen que éste puede ser el papel que quieren desempeñar en la sociedad, y esta definición se debiera hacer teniendo todas las opciones y los elementos de juicio a la vista.

La libertad, este preciado valor, requiere de los espacios para que se pueda ejercer en propiedad, en especial mientras la persona se está formando. La formación pre militar no nos coloca ante la disyuntiva entre Atenas y Esparta, sino más bien entre libertad y la servidumbre.