"La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa", dijo Karl Marx, parafraseando a Hegel que ya decía que la “historia se repite así misma” y aludiendo a esa curiosa tendencia de la doble aparición de los fenómenos que algunos han visto también como una falla moral del presente o la incapacidad de los seres humanos de aprender de los errores del pasado. De alguna forma los documentales “La espiral” (1976) de Armand Mattelart y “Los puños frente al cañón” (1975) de Orlando Lübbert y Gastón Ancelovici, hacen hincapié en esa misma premisa con respecto al destino trágico del Chile reciente.
Mientras el filme del filósofo belga es un análisis de las estrategias que movilizaron a las derechas chilenas y a sus aliados para primero impedir la elección de Salvador Allende y luego para desestabilizarlo en el poder; la cinta de los chilenos que fue montada y estrenada en el exilio- narra la historia del movimiento obrero y denuncia los abusos constantes y la violencia represiva que siempre han tenido las fuerzas militares en contra de las clases populares. A 50 años del triunfo histórico de la Unidad Popular, la Cineteca de la U. de Chile organiza el segundo foro virtual del Cineclub Sala Sazié en torno al análisis de ambas películas que pone a disposición en su sitio web para ser visionadas desde el 4 de septiembre. El encargado de comentar los documentales, el martes 8, a las 19 horas, será el filósofo, doctor en literatura y académico de la U. de Chile, Sergio Rojas. La actividad será transmitida vía Facebook Live VEXCOM y Cineteca U. de Chile.
“No queríamos simplemente ilustrar el periodo o caer en lugares comunes, sino acercarnos desde una perspectiva crítica a los imaginarios y las voluntades estéticas que podían dialogar claramente en estas dos películas”, explica Luis Horta, académico y coordinador de la Cineteca U. de Chile sobre la elección de las cintas. “'Los puños frente al cañón' trata de entender el poder popular como un permanente campo de disputas en la historia del país, donde la política se manifiesta en los cuerpos de una clase dominada y explotada. En el caso de "La Espiral", tiene un texto muy interesante del cineasta Chris Marker (colaborador de Mattelart) que permite acercarse a una lectura del proceso en términos analíticos que resultan reveladores para su lectura desde lo contemporáneo y permite plantear posiciones posibles de un proceso actual, donde nuevamente los cuerpos se han situado en el epicentro de la represión hacia los movimientos sociales”, agrega Horta.
Cine con vocación social
“La espiral” se inicia con el registro de un discurso de Salvador Allende en el Estadio Nacional de 1971, donde de alguna forma se adelanta a los acontecimientos del golpe militar: “No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado; pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer a la voluntad mayoritaria de Chile: sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás; que lo sepan: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera (...) sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el Programa del pueblo”. La escena es la antesala para el análisis de cómo el gobierno de la Unidad Popular tuvo desde el inicio sus días contados.
“Mattelart y Marker estuvieron en Chile durante la UP y conocían perfectamente el proceso. Divulgar que la caída de la UP es producto de una planificación estratégica, junto con reflexionar de manera autocrítica del proceso político, resultan aspectos que hoy pueden ser importantes no para mirar el pasado con nostalgia, sino más bien para entender nuestro presente”, comenta Luis Horta. El filme que fue producido entre 1974 y 1975, utilizando más de 20 fuentes de registros como cinematecas; filmes del chileno Patricio Guzmán, del norteamericano Saul Landau, del sueco Jan Linqvist y del cubano Santiago Álvarez; noticiarios de Chile Films y reportajes televisivos chilenos, estadounidenses, del norte de europa y latinoamericanas, especialmente Cuba.
La historia de “Los puños frente al cañón” es mucho más accidentada. Orlando Lübbert y Gastón Ancelovici comenzaron a reunir material de archivo y a filmar entrevistas y recreaciones sobre el movimiento obrero chileno incluso antes del ascenso de Allende al poder. La falta de material histórico los retrasó y el golpe de Estado los pilló con el material aún en cajas. Con ayuda de la esposa sueca del realizador Sergio Castilla, lograron sacar el trabajo de Chile de forma clandestina primero hacia Suecia y luego a Alemania, donde Lübbert y Ancelovici terminaron exiliándose un año más tarde. Allí lograron encontrar apoyo para montar la película y la estrenaron nada menos que en el Festival de cine de Berlín de 1975. En Chile circuló de forma clandestina en video desde fines de los 80 y nunca tuvo un estreno comercial. Recién en 2010 y con ayuda de la Cineteca de la U. de Chile, el filme fue recuperado a partir de una copia de 16mm y comenzó su exhibición esporádica con un estreno en diciembre de ese año en el Campus Juan Gómez Milla de la universidad. Con este nuevo estreno online, “Los puños frente al cañón” quedará alojada de forma permanente en el repositorio de la Cineteca junto a las otras 450 de su acervo.
Para Luis Horta las lecturas contemporáneas que pueden hacerse de ambos filmes pueden ser muy enriquecedores en el actual proceso de movimientos políticos que vivimos en Chile. “Verlas y analizarlas nos ayuda Básicamente a comprender que los procesos políticos no son ingenuos, sino que obedecen a una serie de concepciones que solamente pueden entenderse a partir del conocimiento. Una lectura del cine social es precisamente que el cine es una fuente de conocimientos dada en las diversidades y posibilidades múltiples dadas en la significación, en la capacidad alegórica de lo cinematográfico”, señala el académico. “Ambas películas, que se adscriben a la corriente del cine social y político, son también una manifestación de cómo ciertos cineastas comprendían el cine como una manifestación que surge desde adentro de las sociedades y no por sobre ellas, tal como lo decía el Manifiesto de los cineastas de la Unidad Popular: ‘antes que cineastas, somos sujetos comprometidos con nuestra realidad’”.