"Yo no sé si en Chile podemos hablar de un rebrote, o podemos hablar de una enfermedad mantenida porque nunca hemos bajado del umbral de detección de menos del 5 por ciento de los casos positivos de COVID-19", sostiene Claudia Cortés, infectóloga y académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, consultada de si se puede esperar un rebrote de contagios de COVID-19, luego de las celebraciones de fiestas patrias.
En la misma línea, María Paz Bertoglia, académica de la Escuela de Salud Pública (ESP) de nuestro plantel advierte: “un rebrote puede ocurrir una vez controlada la epidemia. No es una situación en la que nosotros estemos porque lamentablemente en esta pandemia, nuestro país no ha logrado controlar su transmisión”.
Situación que Cristóbal Cuadrado, también académico de la ESP profundiza en detalle: “El número de casos y la circulación viral se mantuvo alto hasta antes del 18 de septiembre. En ese contexto, hay un alto riesgo que las reuniones de personas durante las celebraciones hayan sido una oportunidad para incrementar los contagios”. Según el académico, el impacto de esta situación debería revelarse en 10 a 14 días. “No obstante las consultas en urgencias podrían empezar a aumentar antes”, indica.
La ciudadanía como ente activo para controlar la transmisión
Debido a los altos índices de contagio y transmisión del virus, los expertos coinciden en que la circulación del COVID-19 se extenderá por meses o años antes de que se convierta en un virus estacional “común” para el que tengamos una vacuna y tratamientos efectivos.
“Eso implica que la forma en que vivimos, todos las actividades y sectores económicos, tendrán que re-adaptarse a nuevas modalidades. Las medidas básicas de distanciamiento físico (no social), lavado frecuente de manos y uso de mascarillas son básicas para prevenir el virus”, explica Cuadrado.
A estas medidas de prevención personal ante el COVID-19, deben sumarse políticas públicas lideradas por las autoridades. A la ya recomendada estrategia de “testeo, trazabilidad y aislamiento” y una estrategia comunicacional clara por parte de las autoridades, los expertos piden además que se considere a la ciudadanía como un ente activo a la hora de prevenir el contagio del virus.
“La ciudadanía ha sido tratada como un ente pasivo en términos de la participación de prevención del COVID-19. A nivel internacional, sabemos que una de las recomendaciones para el control, -no solo de esta pandemia sino que de todas las epidemias- es que la ciudadanía debe ser tratada como un aliado”, indica Bertoglia.
En otras palabras -según la académica- las personas deben ser incorporadas dentro de la toma de decisiones para prevenir la enfermedad. En este contexto, los expertos en salud pública e infectólogos hacen una invitación a las autoridades a generar más estrategias de participación y vinculación en la prevención del COVID-19.
Cabe destacar que la Universidad de Chile, U. de Santiago de Chile, U. de Valparaíso, U. de Concepción y U. de la Frontera en Temuco publicaron un documento titulado “Alerta frente a una estrategia de desconfinamiento sin participación social”, que advierte que es necesario incluir una perspectiva comunitaria, participativa y descentralizada en el proceso de desconfinamiento en el país. El documento considera que es urgente establecer mesas territoriales con participación ciudadana en donde se analicen y fijen las prioridades sociosanitarias de la comunidad.
“Si no implementamos estas y otras medidas, no habremos aprendido nada de los fracasos de la gestión sanitaria que hasta la fecha nos ha costado más de 16 mil personas fallecidas y otras miles de personas más sufriendo las consecuencias de una infección grave por COVID-19”, finaliza Cuadrado.