En un escenario con diversos desafíos y donde según la última encuesta de experiencia estudiantil, realizada por el Departamento de Pregrado, las principales preocupaciones del estudiantado en la Universidad de Chile son su aprendizaje, rendimiento y organización del tiempo, aparece paralelamente la inquietud docente sobre el abordaje y conductas relativas a la honestidad académica en el contexto actual, donde comportamientos como la copia, por ejemplo, se podrían acrecentar. Sobre este contexto, las posibles causas y acciones de prevención, se dialogó participativamente en el conversatorio “Honestidad académica y docencia remota: desafíos y oportunidades para la formación integral”.
La principal razón para que existan conductas deshonestas por parte del estudiantado “es que hemos creado una cultura obsesionada con la nota por sobre el aprendizaje”, donde las calificaciones determinan aspectos que van más allá de un curso determinado, como la toma posterior de ramos, la elección de docentes o mantención de becas, entre otras cosas, aseveró Álvaro Cabrera, en la ocasión, quien es candidato a doctor en Educación de la Universidad de Columbia y director (s) de Asuntos Estudiantiles de la Universidad de O’Higgins.
Hay casos en que “más que centrarse en su aprendizaje, están centrados en este número que les abre o les cierra oportunidades”, agregó coincidentemente Beatriz Hasbún, socióloga y coordinadora del área de desarrollo docente del Centro de Enseñanza y Aprendizaje de la Facultad de Economía y Negocios, quien también puntualizó que la honestidad o integridad académica “no involucra solo a las y los estudiantes, por lo que debe ser abordada de manera más amplia para ir construyendo una cultura donde esto sea un valor compartido”.
Por su parte, Camila Heymann, estudiante y ayudante de Derecho, además de coordinadora de los programas de tutoría integral par, tutoría de estudiantes en situación de discapacidad y mediación cultural, señaló la importancia que, desde el punto de vista estudiantil, tiene la honestidad con uno mismo para saber gestionar las cargas y cuánto estoy dispuesta o dispuesto a sacrificar por estudiar, en un contexto en que el tiempo escasea.
Respecto a esto, Beatriz Hasbún, indicó que además de la honestidad de cada estudiante consigo mismo, “como institución es importante que estemos atentos a las condiciones contextuales y psicológicas de las y los estudiantes”, y en específico de la sobrecarga académica, pues “a veces no les da el horario y buscan soluciones que no son idóneas para el proceso de aprendizaje, como dividirse las tareas en un trabajo en equipo”, por ejemplo. “Desde los docentes también es importante respetar la carga de trabajo que podemos demandar de ellas y ellos”, complementó Álvaro Cabrera.
Cómo abordar la honestidad académica en el contexto actual
Además del contexto particular de estudiantes y docentes, algo relevante, expresó Camila Heymann, es la forma en que se realiza un curso. “Las y los estudiantes valoramos los espacios o cursos en que los profesores y profesoras se interesan por el aspecto humano”, en ese sentido, para propiciar la honestidad académica, recomendó generar espacios de conversación, replantearse la manera de hacer los cursos y procurar vincular la materia con la vida y/o la profesión, realizando actividades de análisis, aplicación o investigación.
“Lo que no tiene efecto son los software de vigilancia”, dice Álvaro Cabrera, “eso es lo menos exitoso”. Lo que sugiere es centrar las evaluaciones en procesos cognitivos superiores como análisis, aplicación y creación. Fomentar evaluaciones de productos o proyectos para el aprendizaje profundo, que impliquen audiencias externas, por ejemplo, además de utilizar la evaluación para retroalimentar realmente a las y los estudiantes para que obtengan más que una simple nota. Aconseja también, explicar qué constituye plagio y qué no, revisar curricularmente la posibilidad de disminuir los cursos con prerrequisitos al mínimo posible y hacer un esfuerzo por evitar la lógica de que los saberes que se ven en un curso no se ven nunca más, ya que es un desincentivo para aprender.
Beatriz Hasbún, en tanto, recomienda tratar el tema con las y los estudiantes desde el comienzo, conversar qué entienden por honestidad académica, qué consideran deshonesto y qué no, además de declararlo en el programa. También propone trabajar con el dilema de la integridad académica, porque en su experiencia se da una muy enriquecedora discusión entre las y los estudiantes. Y si bien, existen muchas opciones de evaluaciones, la profesional propone evitar las que no constituyan un desafío intelectual que lleve a la desmotivación.
Finalmente, Camila Heymann, invitó a las y los docentes a plantearse preguntas como “¿Qué parte de los contenidos es indispensable y cuál no? ¿Las clases sincrónicas son siempre una buena alternativa o puedo explorar, como docente, otras opciones? (...) ¿Será esta una oportunidad de dejar un poco de lado la teoría y pensar en clases prácticas o más didácticas para que el aprendizaje de mis estudiantes sea efectivo? (...) la respuesta a estas preguntas pueden propiciar espacios de aprendizaje significativos en el contexto virtual y evitar que las y los estudiantes recurran a prácticas deshonestas”, expresó.
El conversatorio “Honestidad académica y docencia remota: desafíos y oportunidades para la formación integral”, fue parte de la primera etapa del ciclo de formación docente: “Reflexiones, aprendizajes y nuevos desafíos para la docencia remota”, el que durante noviembre tiene agendada y abiertas las inscripciones para nuevas actividades, especialmente enfocadas en la reflexión y socialización de buenas prácticas en docencia remota.