Las Guías Alimentarias basadas en alimentos —también denominadas sencillamente guías alimentarias— tienen por objeto servir de base para formular políticas nacionales en materia de alimentación y nutrición, salud y agricultura, así como programas de educación nutricional destinados a fomentar hábitos de alimentación y modos de vida saludables. Hoy, 28 de mayo, cuando conmemoramos el Día Mundial de la Nutrición, instituido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para generar dicha conciencia sobre la importancia de alimentarse adecuadamente, analizamos su aporte y relevancia.
Su necesidad fue destacada a partir de 1992 en la primera Conferencia Internacional sobre Nutrición, realizada por FAO y OMS, donde se convocó a los países a desarrollar e implementar sus propias guías. Chile cuenta con Guías Alimentarias desde 1997, y desde entonces esta herramienta y sus actualizaciones han sido desarrolladas por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, de acuerdo con los cambios epidemiológicos y nutricionales de la población.
Las Guías Alimentarias actuales datan de 2017 y están compuestas por 11 mensajes:
- Para tener un peso saludable, come sano y realiza actividad física diariamente.
- Pasa menos tiempo frente al computador o la tele y camina a paso rápido, mínimo 30 minutos al día.
- Come alimentos con poca sal y saca el salero de la mesa.
- Si quieres tener un peso saludable, evita el azúcar, dulces, bebidas y jugos azucarados.
- Cuida tu corazón evitando las frituras y alimentos con grasas como cecinas y mayonesa.
- Come 5 veces verduras y frutas frescas de distintos colores, cada día.
- Para fortalecer tus huesos, consume 3 veces al día lácteos bajos en grasa y azúcar.
- Para mantener sano tu corazón, come pescado al horno o a la plancha, 2 veces por semana.
- Consume legumbres al menos dos veces por semana, sin mezclarlas con cecinas.
- Para mantenerte hidratado, toma 6 a 8 vasos de agua al día.
- Lee y compara las etiquetas de los alimentos y prefiere los que tengan menos grasas, azúcar y sal (sodio).
La nutricionista y profesora del INTA Carmen Gloria González participó en el proceso de elaboración de las Guías vigentes, que se realizó con una metodología recomendada por la FAO. “Para el diseño se seleccionaron los contenidos, que son los nutrientes y los alimentos que se debían promover. Luego se validaron con expertos, con quienes se escogieron definitivamente los temas y se elaboraron los mensajes preliminares. Después, se hicieron 48 grupos focales en Arica, Santiago y Concepción, y en cada región se trabajó con grupos de niños, de adultos y adultos mayores de zonas urbanas y rurales y nivel socioeconómico medio alto y medio bajo”, cuenta la investigadora.
Esto permitió comprobar que los mensajes podían ser comprendidos por los distintos grupos de la población. Luego de este trabajo con los grupos focales, se llegó a los mensajes definitivos que fueron revisados por grupos de expertos. Finalmente, se hicieron unos últimos grupos de validación con grupo de comunicadores y con grupos de consumidores. El proceso duró un año y se realizó uno similar para elaborar la imagen que representa las Guías Alimentarias, que es un círculo que tiene los distintos grupos y la actividad física”, comenta la académica de la Unidad de Alimentos.
Pese a todo lo que se invierte en su elaboración y los potenciales beneficios que su uso conlleva, las Guías Alimentarias no son lo suficientemente difundidas. La atención primaria es la única forma de llegar con los mensajes a las personas. En nutrición clínica generalmente se usan, pero no son lo suficientemente conocidas por los otros profesionales de la salud, que muchas veces tienen que hacer recomendaciones nutricionales. Y no son conocidas a nivel escolar, el lugar fundamental donde los niños debieran recibir educación alimentaria.
Como es un instrumento, básicamente educativo, que emana del Ministerio de Salud, este organismo es quien tiene la principal responsabilidad de darlo a conocer. “Y de hacerlo llegar a los otros ministerios. Que se sepa que estos son los mensajes importantes y que de esa bajada cada organismo del Estado puede hacer sus aportes, modificando los impuestos, el acceso a los alimentos más saludables o modificando la oferta del programa de alimentación escolar. Y también está el sector privado, que debe mejorar la oferta de alimentos, pero también está todo el impulso educativo que está pendiente, no solo por las guías, sino también por la Ley de Composición Nutricional de los Alimentos conocida como Ley de Etiquetado”, subraya la profesora González.
Desafíos para la Guía Alimentaria 2021
“Las guías no solo deberían ser conocidas, sino que también deberían servir como una orientación para distintas políticas y programas de Gobierno que permitan favorecer la alimentación saludable, generando entornos más saludables en cuanto al acceso y la oportunidad de consumo”, señala González. No es realista creer que estas recomendaciones o frases por sí solas lograrán mejorar la alimentación de la población. Por eso, su mera formulación no es suficiente.
La nutricionista y académica del INTA, Nelly Bustos, considera que se pueden mejorar los hábitos alimentarios a través de las Guías, pero estas “deben ser acompañadas de programas de educación alimentaria nutricional y campañas o estrategias de difusión, utilizando diferentes medios de comunicación. Además, requieren de procesos periódicos de revisión y actualización basados en nueva evidencia científica y las prácticas alimentarias de la población, así como también, ser lo suficientemente flexibles para poder adaptarse a las características individuales y culturales. Por otra parte, es importante señalar que la implementación de las guías requiere del diseño de un plan de evaluación y seguimiento para conocer los resultados de su implementación a través de diferentes intervenciones educativas”.
Actualmente, el Ministerio de Salud ha abierto una licitación para la renovación de las Guías Alimentarias. La profesora Bustos indica que para ella se deben considerar diferentes factores relevantes para la adquisición de conductas saludables. En primer lugar, la vinculación entre alimentación y cultura, que tiene diversas expresiones a nivel regional, respecto a los significados de la alimentación y cómo se realiza, influyendo de manera importante en la aceptación o el rechazo a los alimentos. Segundo, el grado de desinformación que la población tiene respecto a la alimentación, las características ideales de una alimentación saludable, el valor nutricional de los alimentos, entre otros. En tercer lugar, hay que considerar cómo influye en el consumo, el entorno o ambiente obesogénico que rodea al individuo, ya sea el ambiente familiar o institucional y el efecto que tiene la publicidad de los alimentos. Por último, también influyen factores emocionales, como la identificación de la comida con elementos afectivos.
“Yo creo que estamos a tiempo de renovar los votos con la alimentación saludable y así lo ha entendido el Ministerio de Salud, que dentro de los lineamientos de la actualización de los mensajes de las Guías Alimentarias para la población Chilena del año 2021 ha considerado el abordaje de la dimensión biológica, social y ambiental, de acuerdo al actual perfil epidemiológico y sus factores determinantes, sopesando la actual situación de crisis del país”, concluye la académica de la Unidad de Nutrición Pública.