Elisenda Dominga Román es conocida en el mundo del teatro chileno como “Shenda”, y es algo importante para ella, pues para la conversación que sostiene con el equipo Alumni UChile pide que por favor la llamemos así. Porque “Shenda” no solo representa un apodo, sino que es un nombre que resuena en el mundo de las tablas nacionales, gracias a la larga y fructífera carrera que ha tenido la experimenta actriz de 92 años, tanto en la radio, el teatro, el cine y la televisión.
En medio de las celebraciones por el aniversario 80 del Teatro Nacional Chileno, Shenda cuenta cómo ella y otros 27 talentos nacionales, encabezados por Pedro de la Barra y José Ricardo, se atrevieron a formar -en 1941- el Teatro Experimental de la Universidad de Chile, cuna de grandes actores, actrices, directores y obras nacionales que triunfaron en todo nuestro país y en el extranjero. Con el paso del tiempo, esta iniciativa pasó a llamarse Instituto de Teatro de la Universidad de Chile (ITUCH), en 1959; Departamento de Teatro de la Universidad de Chile (DETUCH), en 1969; Compañía de Teatro Nacional, en 1974; hasta llegar al actual nombre de Teatro Nacional Chileno (TNCH), en 1975.
Para Shenda, el inicio de este histórico motor cultural coincide con la importancia que tenía un formato hermano, el radioteatro, en diferentes emisoras del país, ya que ahí “se informaba de dramaturgia universal. Ahí me profesionalicé y con los mismos jóvenes de las radios, que éramos estudiantes, obreros, de todo, tuvimos la oportunidad de hacer teatro. Yo estaba saliendo del colegio cuando estos mismos jóvenes estudiantes egresados, que estaban instruidos, me invitan a formar parte del Teatro Experimental”, cuenta la actriz.
Bajo la dirección de Pedro de la Barra, fundador de la escuela secundaria de artes escénicas, Shenda Román dice haber vivido los mejores años de su carrera, marcados por la pasión por el teatro, y por la enseñanza de valores como “el sentido de la disciplina, el respeto, el cumplimiento y el saber pensar. Eso en el teatro lo aprendí con amor. El Teatro Experimental marca un hito de muchas cosas que el artista debe tener. Yo como joven que entré a eso, aprendí rápidamente lo que era la disciplina".
Respeto, añade, "al arte y los compañeros, porque nos teníamos un respeto mutuo con compañeros y profesores, porque se admiraban. Nos enseñaban a pensar. Nos enseñaban mucho de lo que no nos habían enseñado en los colegios”.
Apagón cultural en dictadura
Luego de una época dorada del teatro en Santiago, en la década de los '40 y '50, Román decide partir en 1960 al Teatro de la Universidad de Concepción. Ahí Shenda se transforma en maestra hasta el Golpe Militar de 1973, momento en que se ve obligada a partir al exilio a Cuba.
“La dictadura se estuvo preparando no sé cuánto tiempo. Ahí los teatros perdieron toda dignidad y lo que quedó era muy lo que botaba la ola, y algunos hicieron lo que pudieron para salvar el ITUCH, pero ahí había que huir de la muerte. Muchos actores sufrieron estas desgracias. No podíamos escondernos, ni mentir. Era una marcación al cuerpo y yo tuve que salir. Yo estaba casada con un hombre que estaba en el MIR (el actor Nelson Villagra). Ya habían tomado a Víctor Jara”, cuenta Shenda.
“Esto afectó en todos los aspectos, la política se transformó en algo muy raro. Era como un terremoto que destruyó las almas de todo Chile. Vivíamos con mucho susto, angustia y no sabíamos con qué nos encontrábamos. Nos mandábamos recado de quiénes habían desaparecido, de qué se podía hacer, es decir, era terrible, una situación insostenible y partimos al exilio con mucha gente. Porque querían terminar con las imágenes, con las obras, con gente que significara algo para el pueblo, que lo tuvieran entretenido, porque eso no les gusta a ellos”, agrega.
Arte en la nueva Constitución y Premio Nacional
A pesar de los difíciles años que vivió en dictadura, Shenda volvió a Chile y aún era muy reconocida por obras como “El Chacal de Nahueltoro”, película que protagonizó y que recuerda con cariño. “Fue una experiencia muy linda. Inmediatamente se llenaron las salas y daban vueltas a la manzana la gente esperando que saliera para verla. Miguel (Littin) era un hombre de 26 años cuando dirigió esa película y buscó a la gente que estudiaba Cine en la Chile y armaron todo esto, con un guion bajo el brazo. Cuando nos ofreció a nosotros el guion para trabajar, le dijimos inmediatamente que sí”.
Debido a toda esta larga experiencia y reconocimiento, hoy Shenda es postulada al Premio Nacional de Artes Escénicas. Como relata, cuenta con el apoyo del Sindicato de Actores y Actrices (SIDARTE). "Para mí es muy importante y estoy muy agradecida. Hoy quise porque mi Currículum es muy largo y activo, no he parado. Con respeto, claridad y nada oculto o cocinado, veremos qué sale y siempre bienvenido, porque es un mérito muy grande y un reconocimiento a una larga trayectoria”, detalla la también protagonista de otro clásico del cine chileno: "Tres tristes tigres", de Raúl Ruiz.
Por último, y pensando en el contexto país, Shenda considera que en Chile “hoy por hoy están pasando cosas maravillosas”, pero que el escenario sigue siendo complejo para las y los trabajadores del arte. En el caso del teatro en sí, señala, hay algunos artistas que “luchan como locos para tener unos pesos. Está lleno de actrices y actores muy buenos, pero todo esto depende de la situación política”, asegura.
“Sabemos que el teatro es una bandera de lucha, pero hoy hay que rogar para tener la plata de desarrollo para espectáculos de creación. Todo se hace con un esfuerzo tan grande de una necesidad de dinero, que la creatividad se ataja y no puedes seguir desarrollando maravillas del arte, que te obliga a pensar y llevar adelante, o cómo lo materializo. No es una volada, todo esto es plata, no hay mecenas para esto, no hay nadie que te diga: ‘oye tú eres tan buena ¿cuál es la próxima obra que tienes? Yo pago, ¿cuánto cuesta?’ Esto se pudo haber aprovechado en otros gobiernos como los de Michelle (Bachelet), pero lamentablemente no fue así”, cerró.