Hace unos días, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por su sigla en inglés) dio a conocer un preocupante informe en el que advierten que los fenómenos derivados de la emergencia climática que vive el planeta se han acelerado.
En el documento se sostiene que la Tierra se ha calentado rápidamente 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales, y ahora se está precipitando hacia los 1,5 grados, un umbral crítico por el que los líderes mundiales acordaron que el calentamiento debe permanecer por debajo para evitar un empeoramiento de los impactos.
Dentro de las proyecciones o escenarios que podría enfrentar el planeta y la humanidad están el desarrollo de fuertes precipitaciones, lo que causaría inundaciones; aumento de ciclones tropicales intensos; sequías agrícolas en varias regiones; y olas de calor marina. El informe, además, concluye que es “inequívoco” afirmar que los humanos hayan causado dicha crisis climática y confirma que ya se han producido “cambios generalizados y rápidos”, algunos de ellos irreversibles.
Es en este contexto que hoy surge un nuevo concepto: la eco ansiedad, un estado que podría describirse como una preocupación y angustia constante al ser testigos de fenómenos extremos a nivel planetario y ver cómo el futuro de la Tierra y de la vida, como la conocemos hasta ahora, vive días de incertidumbre.
Maisa Rojas, académica del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile y directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, quien además integró el equipo de 230 investigadores e investigadoras que por tres años trabajaron en el actual reporte del IPCC, indicó a La Tercera que la eco ansiedad “es parte de las reacciones humanas al ver que hasta hace pocos años hablábamos del cambio climático como algo del futuro, algo que le iba a ocurrir a los osos polares, pero ahora lo estamos viviendo cada uno en nuestras propias vidas, y se ve en todas las regiones del mundo, y será distinto según en la región en que se vive. Pero todos estamos presenciando ante nuestros ojos el cambio climático”.
Asimismo, Rodolfo Sapiains, académico del Departamento de Psicología de la U. de Chile e integrante del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, explica que junto a este concepto de la eco ansiedad, también surgen otros. “Se habla de eco depresión, de duelo ecológico y otros conceptos que van en la misma línea, pero lo que tienen en común es la sensación de sufrimiento que está relacionado, por una parte, por experiencias directas que tengan que ver con el deterioro del medio ambiente en el que las personas viven, y que eso hace que la persona tenga una reacción emocional de esa línea, de pena, de tristeza, de preocupación”.
El académico agrega que “puedes experimentar este sufrimiento por el deterioro del planeta porque lo has vivido directamente o porque hay una sobre exposición de un mensaje catastrófico, encuadrado de una forma muy negativa respecto al futuro de la humanidad, frente al cual las personas, especialmente las más jóvenes, sienten que no tienen mucho margen de acción porque se externaliza la responsabilidad, ya que hay varios países contaminantes y las principales empresas contaminantes no hacen su parte”.
Este es un fenómeno relativamente nuevo, explican los especialistas. En el caso de personas que tienen algún grado de ansiedad o de depresión, van generando cuadros debido a los cambios que se están experimentando o a la información que reciben en su día a día. “El foco de lo que me produce ansiedad es el deterioro actual o lo que me muestra mi experiencia directamente, el que me muestran en redes sociales, en televisión, y/o las proyecciones que se hacen a futuro”, explica Sapiains.
Esta experiencia, dice, puede traducirse en “problemas para dormir, una sensación de intranquilidad permanente, de desesperanza frente al futuro, que puede hacer que muchas personas finalmente se retiren, se retrotraigan, se inhiban y no quieran involucrarse más en acciones para mejorar el medio ambiente, para proteger la naturaleza, porque asumen que está todo perdido”, asegura.
Finaliza, haciendo hincapié en cómo se entrega el mensaje a la población. “Es tiempo que la comunicación del cambio climático empiece a dar un giro hacia otro lado, porque no es necesario seguir preocupando a las personas, ya están preocupadas, están estresadas con este tema. Lo que se necesita ahora es comunicar las soluciones, comunicar lo que se está haciendo y lo que falta hacer”, enfatiza.