Tamara Huichalaf y Marjorie Pailanca son jóvenes mujeres mapuche que no han dejado de reivindicar sus raíces y cursan actualmente el Magíster en Estudios de Género y Cultura de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile. Con motivo de una nueva conmemoración del 5 de Septiembre, Día Internacional de la Mujer Indígena, comparten sus reflexiones, así como también las propias experiencias en movimientos, organizaciones y acciones sociales intentando relevar el rol e importancia del género, feminismos y temas indígenas.
Para Tamara Huichalaf, esta fecha reconoce al pueblo mapuche y pueblos originarios en general, pero desde una historia bastante triste y violenta, pues recuerda que surgió tras el asesinato por un castigo a Bartolina Sisa, quien fue arrastrada por caballos el 5 de Septiembre de 1782. Esos hechos siguen traspasando épocas y generaciones con otros matices en la historia. “Tenemos nuevas Bartolinas Sisa, como son la machi Francisca Linconao y Macarena Valdés,” subraya.
En ese sentido, Marjorie Pailanca, quien además integra la Asociación de mujeres mapuche Newen Wakolda -constituida en 2014, situada en la ruca dentro del Hospital Sótero del Río y en la cual participan principalmente mujeres de Puente Alto-, comenta que es un día de las resistencias de las mujeres indígenas.
Historias de vida ligadas a temas indígenas, de género y luchas sociales
Remontándose al pasado y escarbando en su propia historia de vida, Tamara Huichalaf relata que es warriache (nacido/a en territorio opuesto al original), cuya ancestralidad proviene de Metrenco, cerca de Temuco. Durante la Dictadura, su abuela decidió irse a vivir a Santiago. “Yo soy la primera mestiza de mi familia. Sin embargo, siempre fui criada bajo la cosmovisión mapuche. En mi casa se hablaba mapudungun, de hecho. Siempre he participado activamente en estos movimientos ligados a temas indígenas”, detalla.
No cabe duda de que habitar en ciudad es distinto al campo, pues se profundizan de manera “más occidental”, dice Huichalaf, ciertos conocimientos. Eso también priva o restringe otras sabidurías como, por ejemplo, cultivar y proteger la tierra, colocando al cuerpo en su defensa. “Desde el mundo mapuche siempre hemos respetado y reconocido las diferencias, no obstante, están y no se pueden negar; ninguna es más válida que la otra. Hemos tenido que luchar contra otro tipo de temas también como el ser mujer indígena”, aclara.
Esto la ha llevado a yuxtaponer experiencias, entre la propia “calidad de mujer, mapuche y activista política y, al mismo tiempo, cómo incidir en la vida política. Vivir como mujer mapuche warriache tiene muchas repercusiones porque, por ejemplo, no es lo mismo llevar la lucha feminista estudiantil siendo no indígena, pues las repercusiones no son tan violentas; pero donde más he tenido repercusiones en la vida han sido luchando por la causa mapuche cuando he estado en ella. He experimentado detenciones”, relata.
El 22 de agosto de 2020, “cuando se conmemoró el asesinato de Macarena Valdés, que -pese a la cuarentena- igual se organizó, se desató un ataque muy fuerte. Hubo personas que no estuvieron de acuerdo, y una persona en la marcha nos atropelló a mi mamá y a mí. Mi mamá pasó por varias operaciones después de eso, pero la causa no se extingue”, afirma. Añade y piensa que “la gente se abre mucho más a otros movimientos que al activismo mapuche o a temas indígenas”.
Al igual que Tamara, Marjorie Pailanca es parte de la segunda generación de su familia nacida en Santiago, mientras que sus abuelos son del sur, Talca y Osorno, específicamente. Pese a residir en la capital, siempre están viajando al sur a veranear o por otras razones, es decir, siempre está “el sentimiento y añoranza del regreso, así como también sentirse desamparado(a) o distinto(a). Darse cuenta que no todas las familias son iguales. Por ejemplo, acá no todos(as) comen papas con mote”, comenta Marjorie.
Desde los 20 años, comenzó una búsqueda de la identidad, aprendiendo de distintas mujeres mapuche y de sus experiencias de vida, ya que sentía que faltaba un poco ese nexo en su familia y lo necesitaba. Fue así como, en conjunto con otras mujeres mapuche que habitan la ciudad, formaron la Asociación de mujeres mapuche Newen Wakolda, donde actualmente realiza un trabajo más administrativo y es la encargada de proyectos, colaborando en su postulación, gestión y/o ejecución.
En la organización, Marjorie describe que se pretende ejercer un rol político social, no solo para hablar temas de rescate de la lengua y el fortalecimiento de la identidad mapuche, sino que también para apoyar a las mujeres mapuche e ir conformando redes, las cuales son de vital importancia. “Sobre todo a la hora de sentirse respaldadas, para que ya no se sientan solas y que, entre otras cosas, no se avergüencen de su apellido. Si las molestan, que sepan que cuentan con apoyo, que tienen a quien recurrir y que entre nosotras nos entendemos, no solo por ser mujeres, como sucedió con el movimiento #MeToo, por ejemplo, sino que además somos mujeres mapuche y acá todas nos apoyamos, ayudamos y protegemos”, enfatiza.
Presente y futuro sobre el rol de las mujeres indígenas
Tamara Huichalaf ha participado férreamente en la lucha feminista, también por la defensa de la tierra y causa mapuche, lo cual -explica- ha ido en sincronía con los mismos contextos históricos: “Llevo varios años como feminista, especialmente en los momentos cuando ocurrió el asesinato de la lamngen Macarena Valdés y la prisión de la machi Francisca Linconao. Personalmente, trabajo sobre la prisión política mapuche, que también tiene que ver con la experiencia personal y de mi entorno”, comenta.
De cara al futuro constitucional del país, si bien Tamara valora el proceso en curso tampoco cree que resolverá todo. “Acá cultura política no había hasta que llegó el Estallido Social, donde nos contraponemos al rol patriarcal del Estado, buscando salir de la infantilización política. Esto no solo nos ha impactado como mujeres mapuche, sino que recién como ciudadanos y personas nos estamos acercando a participar de este proceso”, puntualiza
Recalca la desconfianza aún existente y que persiste hacia los cuerpos de las mujeres con casos emblemáticos como, por ejemplo, cuando se puso en duda la capacidad, méritos y cualificación de Elisa Loncon, de quien destaca su valentía y poder para enfrentar el desafío de la presidencia de la Convención Constitucional. “Nuestra sexualidad e identidad están muy ligadas a la tierra. El tema de la violencia en la Araucanía nos recuerda que esto no acabará con el proceso constituyente. También pasó con la candidatura de Daniel Ancalao, lo que me hace desconfiar”. A su juicio, no son actos azarosos dentro de la política “porque la política no se pensó para nosotros(as)”, por eso se muestra escéptica a los nuevos procesos.
Según Tamara, se deberían fortalecer nuevas alternativas de política y que sean autónomas. En Radio Placeres de Valparaíso, por ejemplo, recuerda haber participado de un programa feminista donde se desarrollaron nuevas redes de apoyo. “Se requiere que nos conozcamos y reconozcamos. Estas instancias son vitales”. Lo que ahora es muy importante, recalca, es trabajar por la autodefensa de la tierra, y acentúa que han surgido “otras lideresas”, además de la necesidad de “internalizar aún más el feminismo frente a la violencia patriarcal que se desarrolla cuando se sobreexplotan los recursos naturales.
Por su parte, Marjorie Pailanca, recuerda la diversidad de posturas que había en el pueblo mapuche sobre la convención, dado que “siempre hemos sido utilizados mediáticamente por los partidos políticos. Respecto de la convención en sí, pienso que han ocurrido hechos muy importantes: que haya sido electa la lamngen Elisa es destacable, pero también nos cuestionamos cuánto tiene que hacer una mujer mapuche para ser validada”.
Pailanca también refuerza la idea de cuán importante es que la academia esté al servicio de los procesos y movimientos sociales, incluidas las reivindicaciones indígenas, “a la vez que son sumamente relevantes los espacios donde las mujeres mapuche tengamos el derecho a autorepresentarnos, a hablar desde nuestras propias voces. En este caso, al ser investigadoras mapuche, podemos desligarnos -de alguna forma- de ser el objeto de estudio y construir a partir de nuestras propias realidades, validando nuestras voces como sujetxs de derecho”.
Con respecto a la memoria colectiva y la conmemoración del día de la mujer indígena, concluye reivindicando “a mujeres mapuche asesinadas por acción u omisión por parte de los organismos del Estado, como lo son Agustina Huenupe y Macarena Valdés por ejemplo o mujeres que han dado la lucha a lo largo de los años, como lo son las lamngen Quintremán, la lonko Juana Calfunao y la mismísima machi Francisca Linconao que hoy está en la convención, entre otras muchas mujeres mapuche que han puesto la vida y el cuerpo en la defensa del agua, la vida y el territorio”.