Colina, Lo Barnechea, Las Condes, Melipilla, Peñalolén y Renca fueron las comunas donde el 2018 arrancó la puesta en marcha del exitoso modelo islandés de prevención de alcohol y drogas, Planet Youth, dirigido a escolares, y cuya versión local fue apoyada y monitoreada por la Universidad de Chile.
Carlos Ibáñez, académico de la Facultad de Medicina, experto en adicciones y miembro de la Clínica Psiquiátrica del Hospital Clínico de nuestro plantel, ha liderado desde entonces esta experiencia cuyo eje es la realización de una intervención comunitaria en la que se hace parte a los jóvenes, las familias, los colegios y los municipios, apostando por acción comunitaria y participativa.
El punto de partida de este trabajo es la aplicación de una encuesta a los estudiantes de segundo medio, que permite hacer un diagnóstico de la situación de los estudiantes y entregar resultados específicos de factores de riesgo-protectores para que cada comunidad escolar pueda mejorar sus ambientes, modificar los factores de riesgo-protectores y activar un plan de acción en torno a la prevención del consumo de alcohol y drogas.
"Después de entregar los resultados a cada comunidad y municipalidad, se generan planes para mejorar el ambiente. La idea es modificar los factores de riesgo-protectores, más que entregar habilidades para rechazar el consumo o información respecto a las drogas", señaló. "Nosotros ordenamos las recomendaciones en cuatro grandes ejes de intervención: Fortalecer la capacidad de gestión de los equipos comunales de prevención; disminuir el acceso al alcohol y drogas en adolescentes; involucrar a padres y apoderados y disminuir la normalización del consumo de drogas y alcohol en adolescentes; y generar actividades recreativas, deportivas y culturales, que compitan con el consumo", detalló el Dr. Ibáñez.
Parte de estas intervenciones es la generación de acuerdos parentales para los distintos ciclos escolares-desde la básica a la media-, que permitan a cada comunidad llegar a consensos en temas básicos de la crianza y el cuidado, como los son horarios de sueño y límites en cuanto al uso de pantallas, entre otros puntos.
La realización de este diagnóstico y la implementación de estos acuerdos, implicó un trabajo de adaptación a la realidad y cultura local, en la cual participaron no solo las comunidades y municipios, sino también el mundo académico de la Universidad de Chile, y diversas sociedades científicas quienes aportaron con las pautas de recomendaciones desde sus diversas disciplinas, entre ellas la Sociedad de Psiquiatría, la Sociedad de Neurología, Infancia y Adolescencia, la Sociedad de Medicina Familiar, la Sociedad de Pediatría, el Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina, la Asociación Psicoanalítica Chilena y la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile.
"El trabajo de adaptación ha sido bastante, hemos visto que una de las deficiencias del modelo como estaba desarrollado, tiene que ver que no había herramientas para hacer un seguimiento de la implementación y eso lo desarrollamos nosotros, haciendo una adaptación de un instrumento sueco", señaló el académico, destacando además la participación de diversos actores en la adaptación del acuerdo parental propuesto por el modelo islandés.
Estallido y pandemia
El trabajo comenzado en 2018 con la primera encuesta diagnóstica, en la que participaron más de 7 mil estudiantes, se vio atravesado por el estallido social de fines de 2019 y la posterior llegada de la pandemia a inicios de 2020. Esto llevó a que las intervenciones del modelo debieran ser adaptadas, y la siguiente encuesta debió ser realizada en forma virtual, convocando a más de 5 mil estudiantes y arrojando entre sus resultados una disminución en el consumo, particularmente de marihuana y alcohol, y un alza de 18 por ciento en síntomas depresivos y ansiosos entre los estudiantes, lo que sin duda se toma como un factor de riesgo de consumo.
"En ese momento vimos una disminución del consumo, lo que sería fantástico si no estuviera la pandemia ahí interfiriendo con los factores que facilitan que los adolescentes consuman, y que tienen que ver con las salidas hasta tarde y las fiestas, entre otras situaciones. Entonces, no podríamos afirmar que esa disminución tan notoria fuera atribuible solamente al modelo", explicó el Dr. Ibáñez dando cuenta que los resultados de esta segunda encuesta, alineados con los buenos resultados que mostraron en el mismo período las encuestas nacionales sobre consumo de sustancias en jóvenes, deben ser contextualizados y revisados con datos futuros.
Las cuarentenas y la no presencialidad de los escolares en los colegios, también obligaron durante este período una adaptación del modelo al mundo virtual. "La implementación de actividades recreativas en pandemia fue muy distinto entre comunas. Junto al paso a la virtualidad, muchas de ellas organizaron y difundieron de mejor manera las actividades que tenían desde antes, ordenando su oferta de servicios y actividades recreativas y deportivas. El centralizar todo en una plataforma común donde los adolescentes y sus familias pudieran verlas, fue uno de los cambios sencillos pero interesantes que se hizo en este período", contó el especialista.
En este período se definió también que la aplicación de la próxima encuesta será de forma virtual, y el equipo de la Universidad de Chile ganó un proyecto FONIS enfocado en evaluar la factibilidad y sistematizar la experiencia, llamado “Aceptabilidad, factibilidad y efectividad de un modelo de prevención de consumo de sustancias en adolescentes”.
"El gran objetivo nuestro es lograr que una experiencia de un país tan distinto como Islandia pueda adaptarse al nuestro y pueda tener un impacto en la prevención en nuestra realidad. Lo que nosotros nos trazamos como objetivo tiene que ver con realizar esta adaptación y generar recomendaciones respecto a qué tan escalable es este proyecto como para hacerlo a nivel nacional. Esperamos contar con resultados positivos en relación a este proyecto, y en función de esos resultados decir esta es la forma en cómo debiese escalarse", señaló el Dr. Ibáñez, quien insistió en la necesidad de que los esfuerzos en prevención se transformen en políticas públicas duraderas en el tiempo.
"El resultado de nuestra investigación tiene como fin poder ser un insumo de políticas estatales responsables. Con la nueva administración, sea cual sea la que llegue, es muy importante tener políticas de Estado a largo plazo en la prevención, y que se puedan sostener los esfuerzos para poder cosechar los resultados", afirmó el experto en adicciones.
Consumo adolescente y postpandemia: los desafíos hoy
La prevención del consumo de drogas y alcohol en la población de niños, niñas y adolescentes es crítica, pues mientras más temprano comiencen a consumir los jóvenes, es más probable que tengan problemas con el consumo.
"Todo el tiempo que se retrase el inicio del consumo, es tiempo ganado. En Chile, dependiendo de la sustancia, el consumo empieza entre los 12 y 13 años, siendo el alcohol, la marihuana y el tabaco, lo que más consumen los jóvenes", apuntó el Dr Ibañez, quien explicó que el cerebro humano no termina de madurar y desarrollarse antes de los 21 años, entonces mientras más se postergue el inicio de cualquier sustancia ese cerebro va a estar más preparado para hacerle frente y no generar una adicción.
"El área frontal del cerebro es la que más demora en desarrollarse. Si la persona interfiere ese proceso con el consumo de droga, va a tener menos posibilidad de desarrollar sus conductas automáticas y va a estar menos preparado para inhibir conductas impulsivas o conductas que lo lleven a volver a consumir. Por lo tanto, es mucho más probable que generen una adicción. En promedio los que parten consumiendo marihuana antes de los 18 tienen mucho más riesgo -1 de cada 6- de volverse adictos a ella", afirmó el especialista.
En el escenario actual, y tras un largo período de encierro, la postpandemia es vista con cautela respecto a lo que puede suceder con el consumo de sustancias en esta población. "La reapertura debiese ser una situación de alta precaución porque con una alta probabilidad cuando se vayan abriendo las posibilidades para consumir, se retomen los patrones anteriores", advirtió el psiquiatra.
De acuerdo a los datos, después de un alza histórica en el consumo de marihuana en escolares que llegó al 30 por ciento en 2015, éste ha ido disminuyendo sistemáticamente. El consumo de tabaco también ha seguido a la baja en Chile, lo que se vincula con las leyes del tabaco, que aumentaron sus precios, dificultaron su acceso y prohibieron la publicidad. Respecto al consumo de alcohol, las noticias no son igual de buenas. "Estamos estancados hace mucho tiempo con el consumo. En población escolar el consumo de alcohol ronda el 30 por ciento, y estamos muy al debe en las leyes que regulan el alcohol. Las patentes son muchísimas, la publicidad es muy poco regulada, es muy barato el alcohol, los horarios de venta son muy amplios, la fiscalización de ventas a menores es muy baja", indicó es especialista.