El metaverso y la inmersión en 3D, es decir, la generación de réplicas virtuales exactas de lugares y objetos para simular el desarrollo de espacios para estudiar y planificar, son parte de las nuevas tendencias bibliotecarias, según May Chang, directora de Tecnología de la Biblioteca de la Universidad de Cincinnati (Estados Unidos). Así lo planteó en la conferencia magistral que inauguró el 9º Congreso de Bibliotecas Universitarias y Especializadas, realizado el 11 y 12 de enero en el aula magna de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, que reunió a 250 asistentes presenciales y 370 conectados en línea simultáneamente desde toda Iberoamérica.
La tecnología proveniente de los objetos que reciben y envían señales a diario, denominada internet de las cosas y, por ende, los grandes conjuntos de datos generados que permiten entrenar sistemas de inteligencia artificial, desafían a las bibliotecas universitarias en la actualidad para implementar nuevas funcionalidades.
“Una representación digital exacta en tiempo real de una entidad es lo que permite la creación de un gemelo virtual”, explicó, junto con enfatizar que las bibliotecas inteligentes facilitarán la labor de estudiantes e investigadores al ofrecerles servicios especializados. El uso de aplicaciones como chat GPT, sistema que permite el diálogo con usuarios y la creación de espacios de trabajo simulados, así como la implementación de avatares, son parte de este nuevo escenario.
Para May Chang, el trabajo y especialización del profesional de la información es central, pues cualquier aplicación que adopten las universidades requiere el uso de datos limpios que permitan un flujo interoperable y reutilizable, control de calidad y tutelaje de aspectos éticos. "La transformación digital no solo implica la digitalización de los recursos, donde las bibliotecas ayudan de manera vital a los estudiantes a tener acceso a los materiales, también es aceptar que los computadores están para quedarse y no temerlo", indicó.
Retos de la comunicación científica y su evaluación
En la actualidad, a los investigadores se les evalúa más por el impacto de las revistas donde publican que por sus propios trabajos, sostuvo Rafael Repiso, académico de la Universidad de Málaga y consultor en el Grupo de Evaluación Científica EC3Metrics (España), en la conferencia que brindó sobre lo que él considera discrepancias entre la comunicación científica y su evaluación.
Según su planteamiento, las y los investigadores no investigan los temas que consideran más importantes, sino los que van a ser mejor evaluados y publican en los medios donde se les valorará mejor. Ese es el modelo de publicación científica que hoy impera en el mundo y que privilegia evaluar a las personas o instituciones por las revistas donde publican. “Se evalúan nuevos méritos con viejos indicadores” explicó, y se atribuye la calidad de los trabajos principalmente a las citas que ha conseguido (factor de impacto), en desmedro de otros datos que surgen.
Este fenómeno se suma al surgimiento de las denominadas revistas depredadoras, que publican artículos sin evaluar, y las megajournals, donde no hay límite de trabajos, no existe competición. El afán de publicar a cualquier precio alienta la proliferación de comportamientos poco éticos: autoría de artículos en los que no se ha participado de manera suficiente y malas prácticas. Para reducir el impacto de estas publicaciones hay que mejorar la evaluación de los trabajos, agregó.
Es ahí donde bibliotecarias/os deben tener un papel fundamental como agentes para identificar y denunciar el fraude, sin intereses personales ni proximidad a los evaluados, con conocimientos evaluativos bibliométricos y éticos. Para eso, Rafael Repiso sugiere a las universidades la creación de unidades de bibliometría. “Solo resolviendo el problema de la evaluación científica podremos reducir el fraude en la ciencia y sus consecuencias”, sentenció.
Factor de impacto y nuevas métricas
En la misma línea, Christian González-Billault, profesor titular de la Facultad de Ciencias de la U. de Chile y miembro del Comité Ejecutivo de la Declaration on Research Assessment (DORA), se refirió a la evaluación del desempeño académico y fue enfático en señalar que es un error pensar que el índice de impacto de revistas es igual a la calidad de investigación. Subordinar a este factor, como criterio mayoritario, la contratación de profesionales, la promoción de carreras académicas y el financiamiento de fondos de investigación tiene algunos problemas, señaló.
La declaración DORA señala que las investigaciones hacen contribuciones más allá del índice de impacto, como lo son implementar protocolos, compartir conjuntos de datos, entre otras prácticas. Por lo tanto, las instituciones académicas deberían encontrar nuevas formas alternativas para medir la productividad académica, que considere ampliar los factores de evaluación, añadió el académico.
Esta visión fue compartida por Exequiel Fontans-Álvarez, profesor de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República (Uruguay), quien para generar nuevas miradas demanda un papel más activo en la construcción de métricas que ayuden a evaluar el impacto de la investigación institucional por parte de las y los bibliotecarios. Para eso, sostuvo, es fundamental que cuenten con conocimientos para interpretar datos y modelos de comunicación científica.
El investigador presentó un modelo para la toma de decisiones en bibliotecas especializadas universitarias, basado en generar insumos para informes de análisis bibliométricos mediante la construcción de mapas superpuestos que permiten visibilizar aspectos que no se destacan en la evaluación tradicional, como lo son las fuentes de financiamiento y trayectorias académicas.
Ciencia abierta y bibliotecas universitarias
La relevancia de las bibliotecas en las universidades es fundamental para promocionar la ciencia abierta, es decir, que el conocimiento científico esté disponible de forma abierta, accesible y reutilizable, indicó Juan Carlos Castillo, investigador del Laboratorio de Ciencia Social Abierta del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) y académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile. “La crisis de apertura en la ciencia se justifica, entre otros motivos, por barreras de pago, presión por publicar y prácticas cuestionables de investigación y desconocimiento. Es vista como un problema más que una oportunidad”, explicó.
Los retos que impone este escenario para bibliotecarias/os son: incorporar nuevos productos a la gestión de conocimiento, como preregistros, preprints, datos abiertos y repositorios reproducibles; y brindar asesoría y capacitación al mundo académico para promover herramientas y prácticas de ciencia abierta. Por lo tanto, la relación entre académicas/os y las bibliotecas debería ser mucho más estrecha y responder también a lineamientos institucionales que impacten positivamente en el desarrollo académico, agregó
Por su parte, Leonardo Reyes, jefe de la Unidad de Estudios e Indicadores de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la U. de Chile, señaló que en nuestro país no existe una gobernanza oficial para ciencia abierta, por ende, “las universidades nos sentimos obligadas a abordarla… Hace falta una política nacional sobre manejo y accesibilidad a la información de las bases de datos que se generan con recursos públicos".
Agregó, además, que la Universidad de Chile apostó por la generación de una infraestructura de datos que requiere el trabajo de las bibliotecas para comprender el alcance de los datos de investigación, enseñe a depositar publicaciones y datos abiertos y a su uso, además de formar comunidades de ciencia ciudadana.
Calidad web, repositorios de datos y conocimiento colaborativo
En un modelo de ciencia abierta que va al alza, se requiere de una infraestructura para preservar y compartir los datos de investigación. Es en este contexto que hoy existen más de 3 mil repositorios de datos en el mundo, el 30% generado por universidades con diferentes software especializados. Este escenario exige la evaluación permanente de su calidad web, entendida como “la capacidad de un sitio web para satisfacer las expectativas de sus usuarios y propietarios, determinada por un conjunto de atributos medibles”, explicó Alejandro Morales Varas, jefe de Medios Digitales de SISIB y académico de la Facultad de la Comunicación e Imagen (FCEI) de la U. de Chile.
Para cumplir ese objetivo, en su conferencia presentó una propuesta de instrumento de evaluación de repositorios de datos, a partir de la revisión de 66 publicaciones sobre ciencia abierta y repositorios y que se basa en la técnica de análisis experto, con 7 parámetros y 27 indicadores, planteado como preguntas de chequeo para que las instituciones lo apliquen. Este recurso para medir la calidad web considera aspectos como: interfaz –identidad, organización de la información, etiquetado, navegación, usabilidad, adaptabilidad, visualización–, localización, acceso, conservación, difusión y evaluación.
Este modelo donde “el contenido es el rey” pone de relieve la necesidad que tienen las instituciones de hacerse cargo de interfaces que van evolucionando y exigen atender aspectos específicos de los datos generados y su gestión, aspecto que requiere de un fuerte trabajo de profesionales de la información.
Otra arista de este tema radica en que el trabajo que bibliotecas hacen por digitalizar y organizar sus colecciones, bases de datos y por compartir y homologar criterios es esencial para plataformas como WikiMedia -conjunto de proyectos de difusión que incluye Wikipedia- que velan por ofrecer la mejor versión del conocimiento para la mayor cantidad de personas, señaló Patricia Díaz-Rubio, directora ejecutiva de WikiMedia Chile.
Subir contenidos de buena calidad a la web se asocia a los conceptos de transparencia, acceso abierto y colaboración en la comunicación científica, con el fin de tener un conocimiento más robusto y confiable. “Nuestro objetivo es que el contenido de calidad esté disponible para la mayor cantidad de personas, para que puedan ejercer de la mejor manera sus derechos en entornos digitales”, dijo.
Bibliotecas al rescate del patrimonio
Tres experiencias chilenas sobre puesta en valor y conservación del patrimonio fueron presentadas en un panel sobre este tema. En primer lugar, Norka Carreño y María Hilda Ramos, representando a la Unidad de Patrimonio Bibliográfico de la Universidad de Concepción, expusieron el proyecto “Inventario Planimétrico del Polígono Patrimonial” de dicha casa de estudios. Ejecutado en los años 2019 y 2020, permitió la conservación de planos arquitectónicos del Campus Central: traslado, análisis y diagnóstico, inventario, restauración, digitalización y guardado en planeras.
Desde la Universidad de Chile, María Paz Valenzuela Blossin, arquitecta y académica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, se refirió al Archivo de Arquitectura Chilena, iniciativa que nació el año 2002 con el fin de resguardar de forma adecuada una gran cantidad de documentos sobre la historia de esta materia en el país. Esta colección, disponible en línea, hoy alberga planos, fotografías, documentos, croquis, entre otros materiales.
Fernando Vergara, jefe de la Biblioteca Patrimonial “Eduardo Budge” de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, expuso sobre gestión innovadora y formas narrativas para difundir patrimonios documentales, a través de iniciativas como el Repositorio documental fondo Roberto Hernández Cornejo y la creación de una cartografía patrimonial del barrio El Almendral, construida con colaboración de la ciudadanía.
En cuanto a preservar aquellas obras chilenas nacidas digitalmente, patrimonio no tangible, Fernando Bravo Arenas, bibliotecólogo del Departamento de Colecciones Digitales y Archivos Especiales de la Biblioteca Nacional de Chile, propuso la creación de una gobernanza digital en Chile y de un depósito legal electrónico, que definan aspectos regulatorios y legales para la construcción de archivos digitales que conserven libros electrónicos, revistas, sitios web, publicaciones en redes sociales, videojuegos, entre otros.
Accesibilidad universal para usuarias y usuarios
Lograr que las bibliotecas sean un espacio con accesibilidad universal es un imperativo para las universidades hoy. Diversas iniciativas se han puesto en marcha en Chile y fueron parte de este Congreso. “Yo leo para que tú leas”, experiencia de formación de alumnos de pedagogía en la producción de audiolibros para personas con discapacidad visual, desarrollada en la Universidad de La Serena, fue presentada por Héctor García Leal, jefe de Biblioteca de dicha casa de estudios.
El mejoramiento y disminución de brechas para mejorar la cobertura de los servicios y asegurar el acceso universal de las personas fue el foco de la ponencia de Griselda de la Jara Novoa, jefa de Biblioteca de la Universidad Tecnológica Metropolitana, quien relató en detalle el proyecto ejecutado de remodelación y ampliación de la biblioteca Ximena Sánchez, que incluyó: aumento de metros cuadrados, implementación de salas de estudio grupales y estanterías abiertas, ascensor y rampas de acceso, incorporación de equipamiento inclusivo, además de convertirse en un espacio sustentable, gracias a la generación de electricidad mediante energías renovables.
En tanto, Danilo Larenas, jefe de Comunicación y Vinculación con el Medio de la Unidad de Bibliotecas de la Universidad de Santiago de Chile, expuso experiencias para construir una sociedad inclusiva desde la biblioteca universitaria, entre ellas, la Semana del Libro 2022 de la USACH, con enfoque inclusivo e iniciativas en curso, y la creación de un repositorio para ser legible por software lectores de pantallas y tutoriales de bibliotecas con intérprete de lenguas de señas y subtítulos.
Experiencias de innovación en Latinoamérica
Este Congreso, como es habitual en sus ya nueve ediciones, representa una puesta al día de las innovaciones incorporadas en las bibliotecas universitarias de Latinoamérica.
Este año compartieron sus experiencias: Soledad Lago, de la Pontificia Universidad Católica Argentina, quien expuso sobre un modelo de gestión enfocado en la experiencia del usuario (UX); Andrés Felipe Echavarría, de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia), quien se refirió a la transformación digital de bibliotecas universitarias desde la innovación; María Rosa Mostaccio, de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), presentó el repositorio institucional “Filo Digital” de la Facultad de Filosofía y Letras; Claudia Becerra, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (Colombia) habló sobre el “lado b” de las bibliotecas, es decir, generar actividades, productos y servicios no convencionales que generen impacto y permitan conexión con usuarios tradicionales y comunidad; y Maribel Alvarado, jefa del Área de Sistemas de Bibliotecas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, abordó en su ponencia el caso de NISO ODI, una iniciativa de descubrimiento abierto.
Todas las presentaciones de este Congreso estarán disponibles próximamente en el canal de SISIB en YouTube.