Opinión:

Dilemas y tensiones en la modalidad híbrida: una mirada crítica a las aulas del futuro

Opinión: Una mirada crítica a las aulas del futuro
"La modalidad híbrida no es una panacea, pero sí una oportunidad para repensar la educación y adaptarla a los desafíos del siglo XXI", dice Francisco Sereño, Jefe Diseño Instruccional EOL de la VTI
"La modalidad híbrida no es una panacea, pero sí una oportunidad para repensar la educación y adaptarla a los desafíos del siglo XXI", dice Francisco Sereño, Jefe Diseño Instruccional EOL de la VTI

La irrupción de la pandemia de COVID-19 aceleró la adopción de la modalidad híbrida en la educación superior, un entorno que combina la presencialidad física con la virtualidad. Esta forma de realizar docencia no está exenta de desafíos y tensiones que deben ser abordados con rigor y visión crítica.

El aula híbrida: un espacio de oportunidades y desafíos 

Las salas híbridas, equipadas con tecnología para facilitar la interacción simultánea entre estudiantes presenciales y remotos, se han convertido en el epicentro de la modalidad híbrida. Sin embargo, su implementación no es una mera cuestión de infraestructura. Como señala Centeno1 (2023), “La transformación educativa no puede basarse únicamente en una respuesta técnica; debe ser también una respuesta pedagógica.” 

La docencia bajo esta modalidad híbrida exige un replanteamiento de las metodologías de enseñanza-aprendizaje. El reto radica en diseñar experiencias que sean equitativas, inclusivas y significativas para todo el estudiantado, independientemente de su ubicación física. Esto implica superar la visión tradicional del profesorado como transmisor de conocimientos y adoptar un enfoque más centrado en el estudiante, donde el docente actúa como facilitador y guía. 

Tensiones y dilemas en la implementación de la modalidad híbrida 

La implementación de la modalidad híbrida no está exenta de tensiones y dilemas. Uno de los principales desafíos es la equidad. ¿Cómo garantizar que todo el estudiantado tenga acceso a las mismas oportunidades de aprendizaje, independientemente de su conectividad, recursos tecnológicos o situación personal? 

Otro dilema es la interacción. ¿Cómo fomentar la interacción y el sentido de comunidad en un entorno donde las y los estudiantes están físicamente dispersos? La tecnología puede ser una aliada, pero no puede reemplazar la riqueza de la interacción cara a cara. 

Además, existe la tensión entre la flexibilidad y la estructura. La modalidad híbrida ofrece flexibilidad, pero también requiere una estructura clara en su secuencia de aprendizaje para evitar la confusión y la falta de compromiso del estudiantado. 

Hacia una pedagogía híbrida crítica y reflexiva 

Para superar estos desafíos, es necesario adoptar una pedagogía híbrida crítica y reflexiva2. Esto implica: 

  • Diseñar experiencias de aprendizaje significativas: que promuevan la interacción, la colaboración y el pensamiento crítico, tanto en el espacio físico como en el virtual. 
  • Fomentar la inclusión y la equidad: garantizando que todo el estudiantado tenga acceso a las mismas oportunidades de aprendizaje y participe activamente en la comunidad de aprendizaje. 
  • Capacitar al profesorado: en el uso de herramientas tecnológicas y en el diseño de experiencias de aprendizaje híbridas efectivas. 
  • Evaluar y ajustar continuamente: en la modalidad híbrida, basándose en la retroalimentación de los estudiantes y los docentes. 

Para finalizar, la modalidad híbrida se erige como un enfoque educativo en constante evolución, un camino que, aunque sembrado de retos, ofrece un horizonte de posibilidades transformadoras. No se trata simplemente de combinar lo presencial y lo virtual, sino de re-imaginar la educación, de crear experiencias de aprendizaje que sean significativas, inclusivas y equitativas para todo el estudiantado. 

La clave reside en adoptar una pedagogía híbrida crítica y reflexiva, que no solo aproveche las herramientas tecnológicas, sino que también cuestione sus limitaciones y busque soluciones creativas para los desafíos que plantea. Es fundamental fomentar la colaboración entre docentes, estudiantes e instituciones, para construir juntos un modelo híbrido que responda a las necesidades y expectativas de la comunidad educativa. 

La modalidad híbrida no es una panacea, pero sí una oportunidad para repensar la educación y adaptarla a los desafíos del siglo XXI. Al abrazar la innovación y la flexibilidad, al tiempo que preservamos los valores fundamentales de la educación, podemos construir un futuro educativo más prometedor para todas y todos. Un futuro donde la tecnología no sea un sustituto de la interacción humana, sino un catalizador para el aprendizaje, la colaboración y el crecimiento personal. 

La modalidad híbrida es, en definitiva, un viaje de exploración y descubrimiento. Un viaje que nos invita a cuestionar nuestras suposiciones, a experimentar con nuevas ideas y a construir juntos un modelo educativo que sea a la vez innovador y humanista. Un modelo que prepare a nuestras y nuestros estudiantes para enfrentar los desafíos de un mundo en constante cambio y para construir un futuro más justo, equitativo y sostenible para todos. 

[1]Centeno, Oscar (2023): Introducir solo tecnología en la escuela no es innovar en: https://aprendemosjuntos.bbva.com/especial/introducir-solo-tecnologia-en-la-escuela-no-es-innovar-oscar-martin-centeno/