Aunque sus comienzos como estudiante fueron en la carrera de Ingeniería Civil Eléctrica en la Universidad de Chile, pues cuando entró al Plan Común no había visto un solo computador, fue en el avance de estos primeros años que se interesó por la computación, estudiando en paralelo el Bachiller y el Magister en Ciencias de la Computación, un camino que ha llevado a Ricardo Baeza-Yates a convertirse en el investigador de renombre mundial en Ciencia de Datos e Inteligencia Artificial que es hoy y que, entre los galardones que ha cosechado, este año sumó el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas.
Desde Silicon Valley, donde se desempeña como director de Investigación del Instituto de IA Experiencial de la Universidad del Noroeste, que tiene su campus principal en Boston, además de ser Profesor Titular de la Casa de Bello, el informático aseguró que recibir este premio “es muy satisfactorio ya que como dice el dicho: nadie es profeta en su tierra y a veces me sentía más reconocido fuera que en Chile, así que es una alegría sentir que en tu país se aprecia lo que has hecho”.
Para llegar tan lejos, Baeza-Yates advierte que “una de mis máximas es no hacer planes, así que nunca me imagino el futuro, porque creo que los planes limitan tus posibilidades, y es mejor hacer lo mejor cada momento y de este modo vas a hacer mucho más de lo que podrías planificar”.
Y aunque está lejos, sigue pendiente de lo que ocurre en el país, en especial a las noticias que han remecido esta semana al mundo académico. En esta línea, el investigador indicó que “no me gusta hablar cuando no tengo los datos a ciencia cierta, pero independientemente del caso específico, yo creo que un tema importante es la falta de reglas específicas en las universidades privadas, si son de verdad entidades sin fines de lucro. Por ejemplo, cuando uno ve diferencias exageradas en salarios, incluso internamente, pues conozco gente que trabaja en universidades privadas que les pagan muy poco por hacer clases, hay un tema de justicia social que debe ser resuelto, poniendo límites y en particular mucha más transparencia. Las regulaciones deben existir porque hay una falta de ética, porque si hubiera ética profesional, esto no ocurriría: una persona debería decir no acepto este salario pues es injusto comparado con la gente que está recibiendo otro salario por lo mismo, ya sea menor o mayor, aunque esto ocurre más frecuentemente cuando tu salario es menor”.
- ¿En qué consiste su trabajo en el mundo de la IA y la Ciencia de Datos?
“La mayor parte de mi trabajo científico, en realidad, se debe a las áreas anteriores en las que yo trabajé sobre todo algoritmos y recuperación de información, todo lo que tenemos de datos. Pero es cierto que hace como ya unos 16 años, he trabajado en temas de sesgos computacionales y hace unos 6 en IA responsable. Supongo que dada la importancia que tiene la IA hoy en día, sobre todo la IA generativa, se hace más relevante el trabajo de políticas públicas y divulgación, además del trabajo científico que hago”.
- ¿Cómo recuerda su paso como estudiante por la Universidad de Chile?
El doctor en Informática de la Universidad de Waterloo, Canadá, recuerda que entró a ingeniería de la Universidad de Chile pues no estaba seguro si quería ser astrónomo o ingeniero y aunque su madre trabajaba en la Universidad Católica, esto le permitía postergar la decisión. Luego acota que “nunca había visto un computador, era la época en que todavía no existían los computadores personales y cuando hice mi primer curso de computación, en que tampoco usé un computador, porque habían unas hojas que se llamaban pantallas de papel donde uno escribía los programas, ahí me enamoré de la lógica computacional, de los algoritmos”. Pero no había aún Ingeniería Civil en Computación y quería ser Ingeniero Civil, así que escogió Ingeniería Eléctrica, quizás porque era la especialidad más difícil, haciendo el bachiller en Computación al mismo tiempo: “hice dos carreras y dos magíster al mismo tiempo, tanto en ciencias de la computación como de ingeniería eléctrica”.
Sobre los profesores que inspiraron su carrera, el académico recuerda que “uno de mis profesores fue Patricio Poblete, que era tan buen profesor que ahí me enamoré del tema de los algoritmos y con él hice la tesis de magíster y ya con eso me decidí a hacer un doctorado e irme afuera, pues en ese momento no había doctorado en Computación en Chile y tuve la suerte que cuando presenté mi trabajo de magíster en el Congreso Internacional de la Sociedad Chilena de la Ciencia y la Computación, el año 85, lo vio un profesor de la Universidad de Waterloo que le gustó mucho y ahí me ofreció una beca para ir a estudiar con él”.
Y junto a su personalidad introvertida, logró llegar a un récord de 12 ramos en un semestre, cuando el promedio es de cinco. “Hice también muchas materias de física pensando que podía hacer astronomía también, así que tomaba muchos cursos al mismo tiempo”.
Una vez finalizado su doctorado y teniendo ofertas en el extranjero, Baeza-Yates decidió retornar al país “porque quería aportar a Chile, habían muy pocos doctores en Computación en esa época y uno podía hacer una diferencia y yo creo que sí hice diferencia en investigación y formación de recursos humanos. Por ejemplo, cuando empezamos el doctorado en Computación, el primer estudiante de doctorado y el primero que yo tuve fue Gonzalo Navarro, que ahora es mejor investigador de Computación en Chile”.
“Por supuesto en Chile era todo más difícil, había menos financiamiento, pero yo siempre tuve el apoyo de proyectos ya sea de Conicyt, Fundación Andes, Fondef, después del Milenio con el primer Núcleo de Computación, el Centro de Investigación de la Web, así que no me puedo quejar, pues pese a tener pocos recursos, conseguimos hacer muchas cosas, incluso un buscador de la web chilena, TodoCL, que fue muy importante para el siguiente paso por haber hecho investigación con datos de buscadores, que implicó recibir la oferta de hacer el laboratorio de Yahoo para Europa en Barcelona”, recuerda.
- ¿Hay una preocupación por derribar la barrera de género en el mundo de la computación?
“De mi parte, sí. Al comienzo fue casualidad, pero después fue a propósito, ya que la mitad de mis 32 doctorandos formados son mujeres, en parte porque trabajo en temas de sesgos, y esto es algo único porque no conozco a nadie de mis colegas, incluso mujeres, que haya obtenido lo mismo”.
En esta misma línea, para incentivar el ingreso de niñas y adolescentes al mundo de las ciencias, Baeza-Yates dice que “la inteligencia existe en todo el mundo, todas las personas tienen un potencial muy grande que muchas veces no desarrollan, yo por suerte fui motivado muy joven, mi abuelo materno me enseñó a leer a los tres años, así que yo creo que esa es una parte importante. Mi consejo más que a adolescentes y niñas y niños, sería a los padres, que traten de motivar a su prole desde el comienzo, a leer más, a no darles un celular para que pierdan el tiempo, sino que para que vean cosas interesantes en la Web y aprender, tratar de que las personas se focalicen en cosas positivas de largo plazo y no en una satisfacción instantánea”.
- En términos concretos de su trabajo ¿Qué tan importante es trabajar en la regulación de la IA?
“Ahora que Chile está pensando en legislar sobre el uso de la IA, es importante entender cómo se hace esto bien y, por ejemplo, tal vez no copiar lo que ha hecho la Unión Europea, que no es la mejor regulación posible para mi gusto, pero es importante regular a no tener ninguna regulación también, pero me gustaría que se regulara mejor a lo que se está planteando actualmente”.
- ¿Cuáles son los errores que ha cometido la UE que no le gustaría cometer en el país?
“Hay tres problemas conceptuales importantes en la regulación de la Unión Europea. El primero es que no creo que lo más conveniente sea regular el uso de la tecnología, el ejemplo que siempre doy es que si alguien dijera ‘no puedes golpear a una persona con martillo’, entonces la siguiente regla será ‘no puedes golpear a una persona con una piedra’, etcétera, y así seguimos con todas las tecnologías y herramientas y formas de golpear a una persona posible, que no tiene sentido, por eso tenemos los derechos humanos que son independientes de la tecnología. La regulación correcta sería no golpear a las personas, punto, da lo mismo cómo lo hagas y eso es lo que está faltando actualmente porque si no vamos a tener que regular la computación cuántica, el blockchain y cualquier cosa nueva que hagamos en el futuro, eso va a ser un camino muy difícil porque no solamente no estamos de acuerdo en distintos países, sino que va a tener que ser coherente en el tiempo y eso cada vez va a ser más complicado. La regulación tiene que ser por sector como la tenemos actualmente: regulamos el transporte, la salud, los seguros, las pensiones, etcétera, hay que regular el problema y si es posible, independiente de la tecnología, o sea, que esto sirva para siempre”.
“El segundo problema es que es sólo para la Inteligencia Artificial, pero cualquier software puede hacer daño y ahora bastaría con decir que no se usa Inteligencia Artificial para no tener que obedecer esta regulación y entonces tenemos un resquicio legal. El tercer tema tiene que ver con el hecho de que esta regulación usa el riesgo para clasificar aplicaciones y hay cuatro niveles de riesgo que son prohibido, alto, limitado y marginal. ¿Cuál es el problema? Que no sabemos exactamente cómo medir estos riesgos, de hecho, en la regulación se usan ejemplos para definir estos niveles de riesgo y estamos inventando categorías que no existen porque riesgo es una medida continua. ¿Dónde ponemos el límite de riesgo alto y riesgo limitado, si no sabemos exactamente como medirlo? Es lo mismo que ya hicimos para inventar razas, pues el color de piel es otro medida continua, dónde tú pones que empieza la piel oscura y termina la piel clara, no tiene ningún sentido, estamos repitiendo errores históricos”.
- Si le entregaran todos los recursos económicos y humanos necesarios ¿qué le gustaría crear en materia tecnológica?
“Hay una idea que siempre he querido hacer, pero que necesita mucha investigación y sería tener como un ‘Pepito Grillo’ digital, que sería un asistente digital que te dijera todas las cosas en las que puedes mejorar, como tu conciencia digital, todas las cosas que no hiciste bien durante el día, todas las cosas que podrías haber hecho diferente y también todas las cosas que trataron de hacerte a ti que no estaban bien y que tal vez no te diste cuenta. Una conciencia digital que uno podría extender a las instituciones, es decir, imagínate que hay un sistema integrado en cada empresa que le dijera al gerente general todas las cosas que se podrían hacer mejor del punto de vista social, no del punto de vista de ganar más dinero o ser más productivo, sino cómo podrías hacer lo mismo, pero preocupándote más del impacto social que tienes”.